La noche fenomenal, de Javier Pérez Andújar

Autor:

LIBROS

«También es generacional la sensación que deja la novela: ser un sueño terrible, contaminado de angustia e ilusión»

 

 

Javier Pérez Andújar
La noche fenomenal
ANAGRAMA, 2019

 

Texto: César Prieto.

 

La literatura que hasta ahora salía de la mano de Javier Pérez Andújar había llegado a un punto de estabilidad sostenible. Cuatro o cinco rasgos muy marcados la llevaban adelante, aunque después hubiese —claro— diferencias de tono y géneros: un fuerte sentido testimonial que daba cuenta casi ensayística de las calles, un compromiso con su infancia y juventud, una nostalgia no demasiado exprimida y una Barcelona que ha ido quedando en el pasado, forjada de periferia, inmigración y lucha obrera. De aquí salían libros en sí tan diferentes como Los príncipes valientes o Paseos con mi madre. El dar un poco más de amplitud a estos referentes lo ha llevado a la programación de La noche fenomenal, en la que encontramos mayor libertad narrativa y un mundo casi de ciencia ficción.

“Fenomenal” siempre me ha parecido un adjetivo raro en castellano. Rebelde e hiperactivo, se puede enfrentar a cualquier tarea y salir airoso. Fenomenología puede ser filosofía o física, un fenómeno es un ser monstruoso o algo metereológico, “¡Fenomenal!” se aplica como interjección a las jugadas maestras de la vida y ser un fenómeno ser una manera sesentera de ser un crack. Fenómeno dice cosas absolutamente contrarias. Aquí, es el título de un programa de televisión en el que se estudia eso, fenómenos paranormales y por el que pululan curiosos personajes en un roman a clef (novela en clave), pues se ha de desentrañar quien es cada uno.

Algunos aparecen con su nombre real —José Batlló, fundador de la librería Taifa— en una Barcelona reconocible; el resto, los desvela el autor en una coda final, aunque no cuesta mucho adivinar al profesor Jiménez del Oso o a escritores de esa exitosa novela pulp de Bruguera como Curtis Garland. De Bruguera también vienen los descacharrantes pareados que abren cada capítulo en una defensa cada vez más emocionada de la cultura popular. Volveremos a ello.

El caso es que la banda fenomenal —hay una introducción sobre cómo se van conociendo—, se ha de enfrentar a una especie de grietas espacio-temporales que llevan a otra Barcelona, en la que sus habitantes se despiertan convertidos físicamente en un personaje de la cultura popular; Walt Disney es el primero. Como una novela de caballerías, la resolución del misterio llevará aparejada la salvación de una hermosa dama que responde el nombre de Isis y que esconde a la singular —y estupenda, añado— cantante Tina Gil.

Si lo piensan bien, es argumento de novela de kiosko. Pero Andújar la hace literatura. En primer lugar, no deja de lado sus obsesiones como escritor: aparece aquí su Sant Adriá, antiguos comunistas y tebeos como Din Dan. Y todo ello salpicado de esta cultura popular que hace que la Barcelona de la novela sea una mezcla de Sisa y Valle-Inclán, que también usaba lo popular. Y con mucha música: Rumba 3, Chicho Sánchez Ferlosio, el rock andaluz…

Y lo siento, no puedo ser objetivo. Andújar y yo compartimos mundo —aunque no talento—, el de ciertos niños de los 70 y ciertos jóvenes de los 80. Y ahí lo he reencontrado. La alusión a la novela de Leo Malet Niebla en el puente de Tolbiac, que leí en las páginas de Cairo en forma de cómic y corrí a comprarme en forma de libro, es una imborrable marca generacional. También es generacional la sensación que deja la novela: ser un sueño terrible, contaminado de angustia e ilusión.

Anterior crítica de libros: Leyendas urbanas del rock, de José Luis Martín.

 

 

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