Odysseús, de Herman Düne

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DISCOS

«Lo vivido se ha traducido en una renovada inspiración para acabar editando otro encantador álbum que no desentona»

 

Herman Düne
Odysseús
YAYA TOVA, 2025

 

Texto: XAVIER VALIÑO.

 

Cuando ya casi hemos olvidado los efectos de la pandemia reciente en la música, llega David Ivar, el franco-sueco establecido en San Pedro, el puerto de Los Ángeles, para recordárnoslos. O, al menos, para recordárselo a él mismo, ya que su decimoquinto álbum en 25 años bajo el nombre de Herman Düne tiene origen en el período que pasó confinado en un hotel del barrio judío italiano de Montreal como único inquilino.

En aquellos días en que esperaba que se solventasen todos los trámites burocráticos para volver a su casa con su pareja y sus tres gatos, le dio por visitar a diario la tumba de Leonard Cohen. Recordó la etapa de Cohen en Grecia, al tiempo que leía una nueva traducción al inglés de la Odisea y se vio como el protagonista de aquella obra intentando regresar a su hogar. Sin embargo, cuando al fin lo hizo, no se sintió con ganas de continuar con las canciones que había compuesto allí. Tuvo que editar tres discos, hacer la gira con la que más contento quedó y casarse para atreverse finalmente con ellas.

El resultado es, cómo no, Odysseús, título en honor al héroe de Homero, un álbum grabado por primera vez con un productor externo, David Garza, y hecho en solo tres días en el estudio tocando con sus músicos en directo. Después de los tres volúmenes de The portable Herman Düne, en los que recuperaba temas de su discografía interpretados de forma más acústica y desnuda, ahora tocaba dar más empaque a su música. Por ello, en cortes como “369 (The sun gon’ shine)” o “A river keeps running (When a good man dies)” se muestra más positivo que en otras ocasiones.

Sin embargo, y a pesar de los antecedentes y las intenciones, no hay una diferencia notable con entregas anteriores, disfrutándose de nuevo más en ese folk sincero que cala hondo y embruja por momentos, como es el caso del corte titular, de “Buffon of love” (a dúo con su mujer Mayon), de “Into the darknees indeed” (a medio camino entre Carole King y Bill Callahan) o de “Moonlight on Gaffey Street”, sin duda su momento más Cohen. O sea, que lo vivido se ha traducido en una renovada inspiración para acabar editando otro encantador álbum que no desentona, sino complementa, su siempre estimulante discografía.

Anterior crítica de disco: September days, de Mike Delevante.

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