Ana Belén: «Sigo mirándolo todo con la curiosidad de cuando empezaba»

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«En esta profesión el talento es importante, pero luego hay que picar piedra»

 

El nuevo disco de Ana Belén, Vengo con los ojos nuevos, llegaba al mundo hace unas semanas tras siete años de silencio en el estudio. Sobre él, las canciones que lo componen, sus influencias sonoras y sobre la vida charla la artista con Luis García Gil.

 

Texto: LUIS GARCÍA GIL.
Fotos: PACO NAVARRO.

 

No es la primera vez que uno tiene la fortuna de entrevistar a Ana Belén. En esta ocasión, el motivo es la publicación de su nuevo disco, Vengo con los ojos nuevos. Más allá del flamante álbum, conversamos sobre la vida, las canciones, el trabajo y el talento, la nostalgia o el paso del tiempo; pero, todo ello, con la positividad y la energía creativa de la que la artista madrileña siempre ha hecho gala.

 

¿Qué sensaciones estás teniendo en esta gira de presentación del disco Vengo con ojos nuevos? ¿Cómo está siendo ese reencuentro con tu público?
Ya el hecho de que la gente decida salir e ir a un concierto, me parece un acto más que de valentía, de necesidad; de esa necesidad que existe por el reencuentro de los unos con los otros en torno a la música con el fin de palpitar a un tiempo que tú. A mí, como espectadora de otros conciertos a los que he ido, es lo que me ocurre, que miro a la gente y pienso que somos iguales y estamos respirando en la misma tesitura. Este encuentro con el público es una gran alegría y, además, tenemos todos una gran necesidad de juntarnos y de que las emociones circulen. Todo eso es lo que siento desde el escenario. Veo, además, mucho público intergeneracional, gente de mi edad, pero también público más joven y eso da mucha alegría. Percibo también a los músicos muy motivados con el repertorio que tocan.

Lo que tienen los grandes artistas es que atraen a un público diverso y de edades muy diferentes.

En el caso nuestro, se ha ido añadiendo público más joven en diferentes etapas que ahora tienen una edad. Ahora me encuentro con chicas y chicos jovencísimos que te dicen que cuando eran niños e iban de vacaciones en el coche con sus padres sonaba mi música.

El tiempo corre, ya han pasado siete años de tu anterior trabajo, Vida. ¿Tienes la sensación de que el tiempo va muy deprisa? 

Seguramente el tiempo siempre es el mismo, pero lo que ocurre es que en la medida en que tú —y lo he pensado mucho— en la vida tienes proyectos, ahí es donde el tiempo vuela. Porque tú estás pensando en un proyecto y esto lleva un tiempo hasta que lo realizas, y luego debes promocionarlo, hacer giras, etc. Esto hace que el tiempo corra más rápido que cuando eres pequeño, donde los veranos son larguísimos, no se acaban y te da tiempo a aburrirte. Cuando eres mayor es lo contrario y más en un trabajo como el que tengo, afortunadamente, que te exige mucho, porque cada minuto tu cabeza está ahí dándole vueltas y trabajando con la energía siempre presta. Claro que el tiempo vuela, porque por suerte estamos muy activos.

Y en estos siete años han pasado muchas cosas…

Pasó, sobre todo, la pandemia; y es que parece que se nos olvida, porque la memoria es frágil. En el año 2020 quién pensaba que iba a suceder aquello. Se paralizó todo y pensábamos que no íbamos a salir de ese agujero terrible. Esto afectó especialmente a la gente de la profesión. Fue una debacle. Hay que hacer ejercicios de memoria para darnos cuenta de muchas cosas. En estos años he hecho tres giras, pero teatrales. Y no he estado parada, ni me ha dado tiempo a aburrirme.

 

«Este encuentro con el público es una gran alegría. Tenemos todos una gran necesidad de juntarnos y de que las emociones circulen»

 

¿Qué cambios percibes a nivel personal o musical en Vengo con los ojos nuevos con respecto a Vida? 

A ver, yo trabajo muy acotada porque no compongo. Estoy a merced de canciones que generosamente me dejan. En el momento que se empieza a correr la voz de que preparo disco, empiezan a llegar canciones y eso es estupendo. Yo trabajo con eso, como ya escribí citando la última frase de Un tranvía llamado deseo, «siempre he confiado en la generosidad de los extraños». Un poco lo mío es eso, y he confiado en que al final me llegan canciones generosamente que son estupendas. En este caso el proceso fue el mismo que el de otros discos. A través de mi hijo David, me llegaron canciones y empezamos a darle forma al disco.

Imagino que la elección de canciones debe ser un proceso complejo, porque también habrá que desechar aquello que no encaja en la idea del disco.
La premisa mía cuando empiezo a escuchar canciones en la maqueta, mejor o peor realizada, es que me emocionen. Luego viene de qué manera podemos desarrollar la canción, que es donde entra David con la producción, cómo él ve la canción, cómo la imagina, qué envoltorio o traje le pone, y suele ser un traje estupendo.

¿Y la voz ¿Cómo la percibes y la cuidas? 

Cuando nos vamos haciendo mayores las voces se van haciendo también mayores y van envejeciendo. Por eso, hay que tener mucho cuidado con la voz, cosa que antes, cuando eres más joven, es algo que ni pensabas. Si eres un poco cuidadoso trabajas con una foniatra porque, a medida que te haces mayor, esa herramienta es más necesaria y el cuidado de la voz requiere más trabajo. En ese sentido, tratar de que la voz te responda ante un repertorio requiere más trabajo.

Siempre te has caracterizado por una profesionalidad absoluta. ¿En tu caso eres de las que piensa que el talento si no se trabaja no sirve para nada? 

Yo he conocido a gente en esta profesión, tanto músicos como actores, con muchísimo talento, pero luego hace falta picar piedra. En este oficio, si no hay talento hablamos de otra cosa; pero, por otro lado, solo con el talento puedes hacer una película, sí, pero si no picas piedra, si no hay constancia, si no te formas, eso es flor de un día. Y en la música pasa lo mismo si quieres tener continuidad en el oficio. Y en la medida que te haces mayor hay que picar más piedra.

¿Por qué ese título de Vengo con los ojos nuevos?

Realmente teníamos portada con otro título, pero esta canción fue la última que tuve de Víctor y, según David fue realizando la producción, lo tuve clarísimo. Me pasó como con Vida. Pensé que debía tener ese título, a pesar de que habíamos hecho el videoclip con “Bachátame” para anunciar la gira. Sin embargo, me pareció que el disco decía mucho de mi situación anímica, de cómo estaba yo, y el título perfecto era ese venir con los ojos nuevos, de seguir mirándolo todo con esa curiosidad en la que yo me reconozco de cuando empezaba. Esa curiosidad y esa sabiduría acumulada, pero también el convencimiento de que sé muy poco. Sigo caminando en la vida porque la vida me va enseñando y con este título estaba todo dicho. Además, es una canción estupenda que cierra el disco, y la cantamos en directo y la gozamos muchísimo…

Es un título muy definitorio. Cuando Víctor compone para ti es evidente y natural el conocimiento que tiene de ti, pero en general el disco te autorretrata bastante bien. ¿Hay mucho de autobiografía en esa canción? 

Sin duda, hay cosas que Víctor me ha escuchado que son ciertas. Es que mi madre me dijo eso. A mí cuando me han preguntado si soy una mujer feminista, digo que lo soy por lógica. Nosotros, en mi generación, pensábamos que estábamos inventando el feminismo, tal como les pasa a las mujeres que empiezan ahora; y resulta que no, que estamos caminando por caminos que otras mujeres han trazado. Y mi madre no venía de eso, pero, sin embargo, dentro de su intuición me dio ese consejo: tú págate lo tuyo, no esperes a que nadie te pague nada, tú tienes que ser una mujer autosuficiente.

 

«La música más determinante para mí ha sido la música de Brasil, junto con los Beatles»

 

Y siguiendo con Víctor y otra de las canciones, “Mala para los huesos esta humedad”. Me gusta esto que cantas de «solo duelen los golpes que más nos duelen». El aire rumbero viene a atenuar la herida y la melancolía…

Es una canción que me divierte mucho cantarla. Porque dentro de todas estas imágenes tan rotundas que Víctor pone ahí, lo que subyace es la canción del nostálgico, el que piensa que antes los veranos eran otros, que antes llovía más. La realidad nos dicta que no es cierto, pero hay una cierta nostalgia, que es la nostalgia de la juventud, de cuando todo estaba por hacer. Y lo que le pasa al señor de esta canción es que era joven y que ahora hay tantas cosas que no entiende… Pero en esa duda nos debatimos muchos y nos reconocemos mucha gente.

Hemos hablado de feminismo. En este disco hay canciones nuevas que siguen por esa senda, pero recuperas el clásico “Poco más que nada” que grabaste a finales de los años setenta. ¿Cómo era grabar esta canción en 1979 cuando el feminismo en la España de la transición no tenía la fuerza ni el empuje de ahora?
Pues la he vuelto a grabar precisamente por eso y, sobre todo, porque siempre me pareció una canción estupenda de Harry Nilsson, al que llamaban el quinto Beatle. La letra la hizo en su momento Luis Gómez Escolar y, en imágenes muy pequeñas, cuenta muchas cosas. Fíjate que nunca he cantado esta canción en directo. No sé por qué. Y en cambio tenía otra canción, que es “Desde la libertad”, que la sigo cantando. “Poco más que nada” me pareció una pequeña canción que contaba mucho. El arreglo primero era absolutamente pop del momento, de Graham Preskett. Cuando yo le hablé a David de la canción estaba reticente porque ya la había grabado, pero justamente por eso quería darle una vuelta, para que se entienda más. Y me parece que David ha hecho un arreglo estupendo. El día de la grabación en el estudio con el cuarteto de cuerda fue muy divertido, pero sigo sin poderla cantar porque ¿cómo vas a llevar todo un cuarteto de cuerda solo para una canción?

Es interesante volver la vista hacia los setenta, para darse cuenta de que existía esa reivindicación.

Y en un ambiente que no era el más propicio. Difícil es todo, pero ahora estamos viviendo en una democracia con absoluta libertad y hay que darse cuenta de ello y valorarlo.

En este disco sale tu conexión con la bachata. Es fruto de la capacidad que tienes de empaparte de muchas músicas distintas. Esa heterogeneidad musical baña también este disco.

Mi vida ha sido escuchar músicas diferentes. La más determinante para mí ha sido la música de Brasil, junto con los Beatles. Pero la bossa nova me marcó. Después, empecé a conocer a la gente de la música popular brasileña y pensé que esto es lo que me gustaría que ocurriera en mi país. Luego, a lo largo de los años, visitas por suerte muchos países. Te vas a Republica Dominicana, a México, a Argentina, y de cada país te traes su música y todo eso te va calando. Mi mayor ambición ha sido no tener ningún tipo de reparos en adentrarme en músicas que me emocionaban y que mi voz sentía que podía captarlas, entrar en ellas, sentirme a gusto. Para mí no había barreras en ese sentido y la música que me abrió la mente a esa libertad fue la música brasileña, en la que colaboran músicos mayores de samba con los más jóvenes o realizaban monográficos con himnos sobre equipos de fútbol y te encontrabas a Chico Buarque haciendo el himno del Flamenco. Y el tiempo me ha dado la razón, porque en España también nos hemos ido mezclando, colaborando unos con otros, y qué bien que incluso los cantautores —y vivo con uno— no se encorseten y amplíen la mirada musical.

Hablando de un cantautor querido (Pedro Guerra), que explora la música brasileña y ha grabado en esa sintonía un disco titulado Parceiros. ¿Cómo surge la canción “Nieve”, una de las más bellas del disco? 

Esa canción me llegó hace años, junto a otras que Pedro había escrito, y me las mandó. Pero fue en estos años que yo estaba en otras cosas y no pensaba grabar. Estaba entonces centrada en el teatro y aquellas canciones ahí se quedaron. A la hora de empezar este disco, revisé las canciones de Pedro y le dije que grabaría “Nieve”; él casi se había olvidado de ella. Pedro es maravilloso.

 

«En mi generación pensábamos que estábamos inventando el feminismo, tal como les pasa a las mujeres que empiezan ahora; y resulta que no, que estamos caminando por caminos que otras mujeres han trazado»

 

¿Qué supone trabajar con tu hijo David? ¿Qué aporta su mirada a tu música?
Me sigue aportando frescura porque, por generación y por músico, está en contacto con mucha gente y muchas de las cosas que me han ido llegando para este disco ha sido por él. Él está en contacto con músicos que de pronto le dicen, «oye que tengo una canción para tu madre». David tiene mucha de la culpa del repertorio y cuando se es músico se es también muy libre. David ha hecho música para teatro, en el que te tienes que poner en otra tesitura y en otro lugar en función de una dramaturgia o de un espectáculo. En ese sentido es un músico muy libre y con mucha sabiduría, que ha aprovechado muy bien sus estudios. Y, luego, su talante es estupendo en el estudio, en la relación con los músicos, en la delicadeza que tiene con todo el equipo. Esto se nota mucho en la atmósfera de este disco.

Otra canción del disco que sobresale es “Y tú y tu luz”, que es un poema de Antonio Marín Albalate…

A mí me llega porque la música es de Ovidio López, que es guitarrista nuestro, y le dice a David que había musicalizado un poema. Cuando lo escuchamos en una maqueta estupenda, nos dimos cuenta de que era un poema tan cortito, tan conciso, tan claro…

Tu disco exige una escucha reposada que, quizá, choca con los tiempos de inmediatez que corren. ¿Cómo percibes el valor de la escucha musical en el contexto actual? 

A mí es así como me gusta escuchar los discos y pienso que habrá gente a la que le guste escuchar de este modo la música. Y pienso que soy una oyente y consumidora de música, como tiene que haber miles, que le gusta escuchar un disco de principio y fin. A ver, ya no es como cuando nosotros podíamos comprarnos un disco de Pascuas a Ramos y cuando lo tenías te lo escuchabas de principio a final, de final a principio. Cuántas letras me aprendí en inglés, sin saber inglés, porque así era el disco. Ahora hay tantas posibilidades, que tener el tiempo para escuchar música es difícil. A lo mejor no me da para escuchar tanta música, porque a mí me hablan de repente de gente que no conozco. Pero, aunque no se tenga tanto tiempo, a la gente que nos interesa sí la escuchamos de principio a fin con tranquilidad y saboreando las canciones, entre tanto reguetón que no se entiende.

Y terminemos con otra de las canciones del disco, la titulada “Que no hablen en mi nombre”, que conecta en su antibelicismo con aquel “Solo le pido a Dios”, de León Gieco, que se hizo tan universal en tu voz.

La pregunta que habría que hacerse es quiénes sufren las guerras, y la respuesta es clara: la población débil, y la población débil son las mujeres en la retaguardia y los niños. Es terrible. Eso sí que no tiene nombre. Bueno, sí lo tiene.

En 2011, titulaste un disco A los hombres que amé, donde estaban Sabina, Aute, Víctor, Serrat, Kiko Veneno, etc. Si tuvieras que hacer ese disco otra vez, tres lustros más tarde, a quién añadirías de los nombres musicales actuales.

Añadiría a Guitarrica de la Fuente, que me parece muy interesante. Y, además, aunque no sea de los novísimos, a Miguel Poveda, maravilloso artista.

¿Sigue habiendo tiempo para la ternura?

Sí, necesariamente, indispensablemente. Para la ternura, para la alegría, para escuchar, para reírse y para llorar también.

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