Willoughby Tucker, I’ll always love you, de Ethel Cain

Autor:

DISCOS

«Composiciones principalmente lentas, reflexivas, a menudo sombrías, en parte instrumentales, largas y cargadas de monólogos interiores; pero, sobre todo, hermosas y emotivas»

 

Ethel Cain
Willoughby Tucker, I’ll always love you
DAUGHTERS OF CAIN, 2025

 

Texto: XAVIER VALIÑO.

 

Algunos discos precisan de un manual para comprenderlos e, incluso con él a mano, no es tarea fácil. Willoughby Tucker, I’ll always love you, de Ethel Cain, entra en esa categoría. Podemos ayudarnos, eso sí, de algunas pistas que nos sirvan para desbrozar el terreno. La más importante es que Ethel Cain, en realidad la creación de Hayden Silas Anhedönia, sorprendió al mundo de la música con su debut de 2022, Preacher’s daughter (La hija del predicador), donde relataba la historia de un joven y sus experiencias al crecer en una comunidad estrictamente religiosa en los Estados Unidos.

Willoughby Tucker, I’ll always love you (Willoughby Tucker, siempre te amaré) sería realmente la secuela o, más bien, la precuela, conduciéndonos tiempo atrás a su adolescencia y juventud, marcada por su amor a un joven de nombre Willoughby Tucker. La descripción de esos años y esos sentimientos, de esos traumas y miedos llega servida en diez composiciones principalmente lentas, reflexivas, a menudo sombrías, en parte instrumentales —más de un tercio del disco—, largas —en algún caso, hasta los 15 minutos— y cargadas de monólogos interiores meditativos, pero, sobre todo, hermosas y emotivas

Despojado de todo antecedente, el álbum se puede disfrutar igualmente: tiene un claro annzuelo pop en “Fuck me eyes” (que recuerda por momentos a “Bette Davis eyes” de Kim Carnes), country virtuoso en “Nettles”, pop ensoñador y oscuro en “Dust bowl” o “Willoughby’s theme”, temas más épicos, complejos y prolongados (“Waco, Texas”, la gran “Tempest”), momentos ambientales como “Radio towers” o un espléndido trabajo a la guitarra en piezas como “A knock at the door”.

Tras el mencionado debut y el mucho más experimental Perverts de principios de este año, parece ser que la era Ethel Cain llega a su fin. Podemos interpretar la trilogía como una novela desgarradora sobre una joven ensimismada en todos sus demonios y frustraciones, que vive en un mundo restringido y distorsionado por la religión. Anhedönia ha dejado caer en más de una ocasión su intención de escribir libros y dirigir películas sobre Ethel Cain. Lo que ha mostrado hasta ahora en sus canciones es un material único, perfecto para ese propósito. Eso sí: no debería, por ello, dejar la parte más conocida —y la única— hasta ahora de su faceta artística.

Anterior crítica de disco: Songs for Nina and Johanna, de James Yorkston.

 

Artículos relacionados