La mitología en las canciones de Serrat

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«Con “Penélope”, que en La Odisea de Homero es la esposa del rey de Ítaca, y aguarda durante veinte años tras la Guerra de Troya, Serrat actualiza el mito»

 

El cancionero de Serrat está plagado de referencias a diosas y dioses romanos y griegos, a leyendas de la mitología clásica… Desde “Penélope” a “Mediterráneo”, pasando por “Caminant per l’herba” o “Detrás está la gente”. Luis García Gil lo analiza.

 

Texto: LUIS GARCÍA GIL.

 

El filólogo y helenista Carlos García Gual define el mito como «un relato tradicional que refiere la actuación memorable y ejemplar de unos personajes extraordinarios en un tiempo prestigioso y lejano». En los poemas homéricos ya encontramos referencias al mito con todo lo que entraña de leyenda y de fabulación.

Los mitos y la mitología, es decir el conjunto de mitos de un pueblo o de una cultura, especialmente la griega y romana, trascienden a su tiempo e influyen en el tiempo presente hasta el punto de incorporarse a nuestra cotidianeidad como referencias concretas. El caso de Cupido, símbolo del enamoramiento, es bastante obvio. Hijo de Venus, dios del amor en la mitología romana, se le representa en el mundo del arte como un niño desnudo y alado con los ojos vendados y portando flechas, arco y carcaj.

En el cancionero de Joan Manuel Serrat hay varias referencias a la mitología. Cupido aparece citado en varias ocasiones, de la mano de Antonio Machado en el poema “Retrato”, que Serrat graba con música de Alberto Cortez en el disco que dedicó al poeta sevillano en 1969. En la segunda estrofa el poeta escribió y Serrat cantó con arreglo de Ricard Miralles: «Ni un seductor Mañara ni un Bradomín he sido/ ya conocéis mi torpe aliño indumentario/ mas recibí la flecha que me asignó Cupido/ y amé cuanto ellas puedan tener de hospitalario…».

Seis años más tarde Serrat vuelve a la referencia del dios Cupido en la canción “Piel de manzana”, del álbum Para piel de manzana: «A esa muchacha/que dio a morder/ su piel de manzana/ cuando Cupido/ plantaba un nido/ en cualquier ventana…». Cupido rima en consonante con nido y Serrat retrataba con mucha melancolía a una antigua novia de su barrio a la que se vinieron los años encima demasiado pronto. Muchachas tristes sobre las que Serrat posa una mirada sensible.

Entre los discos más sobresalientes de Serrat en los años setenta, cabe citar Per al meu amic, grabado en 1973. En él encontraremos más mitología envolviendo la inconfundible poesía serratiana. En “Caminant per l’herba” la naturaleza se canta y la hierba se pisa en un atardecer mágico de septiembre en el que comparecen criaturas como las hadas y también Venus, diosa romana, como ya se ha apuntado, del amor. El sujeto lírico de la canción de Serrat vuelve al paraje donde la brisa se endulza y la figura mitológica y seductora de Venus se siente cerca.

El mito transcurre entre la vida y la muerte, la vigilia y el sueño. En la hímnica y legendaria “Mediterráneo”, grabada en un estudio de Milán en 1971, Serrat cita a la parca y la hace rimar con barca en feliz pareado: «Ay, si un día para mi mal/ viene a buscarme la parca/ empujad al mar mi barca/ con un levante otoñal/ y que dejad que el temporal/ desguace sus alas blancas…».

La parca es la muerte acechante y amenazadora. En la mitología romana, dice el DRAE, cada una de las tres deidades hermanas: Cloto, Láquesis y Átropos, con figura de viejas, de las cuales la primera hilaba, la segunda devanaba y la tercera cortaba el hilo de la vida.

Si hay una canción popular de Serrat vinculada a lo mitológico y a lo homérico esa es “Penélope”, que tiene también algo de copla melodramática sustentada en lo narrativo. Con música de Augusto Algueró, “Penélope” vio la luz en un single editado en 1969, en cuya cara B figuraba “Tiempo de lluvia” que grabó en catalán como “Temps de pluja”. Serrat la llevó hasta el Festival de Río de Janeiro en su incipiente etapa en castellano que pronto daría frutos absolutamente extraordinarios, verbigracia disco machadiano y disco blanco.

“Penélope” forma parte de las muchas canciones que inspira La Odisea, como supo analizar María Dolores Castro Jiménez en un libro titulado Ulises y la Odisea en la canción de autor, en el que erráticamente se apuntaba que Serrat ganó durante su exilio el Festival de la Canción de Río en 1969, cuando el exilio del cantautor —en sí mismo otra odisea— no se produjo hasta 1975. Error muy común en el que suele incurrirse al ponerlo en paralelo con todas las consecuencias del intrincado affaire eurovisivo de 1968 del “La, La, La” y la renuncia del cantautor a interpretarla en el Royal Albert Hall de Londres.

Penélope, personaje amorosamente extraviado con su bolso de piel marrón y sus zapatos de tacón, espera al amante que nunca llega en el andén de una estación. Los trenes de la espera en una tarde plomiza de abril. Penélope, que en La Odisea de Homero es la esposa del rey de Itaca, Odiseo, al que aguarda durante veinte años tras la Guerra de Troya. Serrat la ubica finalmente con la razón perdida por la espera interminable, definitivamente confundida​: «Le sonrió con los ojos llenitos de ayer / no era sí su cara ni su piel / tú no eres quien yo espero». Serrat actualiza el mito, lo reinterpreta, lo torna contemporáneo a los ojos de aquella España de finales de los años sesenta.

La canción conjugaba una buena letra, lírica y expresiva, una vibrante interpretación de Serrat acorde a lo cantado y una melodía de Algueró que haría fortuna; de ahí la cantidad de versiones instrumentales que se grabarían de la misma, desde Paul Mauriat con su orquesta a los Indios Tabajaras.

Otra canción de Serrat, esta de los años ochenta, la brechtiana “Detrás está la gente”, comenzaba con este verso: «Detrás de los héroes y de los titanes». Héroes y titanes son parte de la mitología griega, en el caso de los segundos constituyen una raza de deidades que gobernaron durante la Edad de Oro, descendientes de Gea (la tierra) y Urano (el cielo), precedentes de los dioses olímpicos.

La referencia politeísta se hace presente en la canción “Las malas compañías”, grabada en 1981, cuando Serrat canta que sus amigos son sueños imprevistos que buscan sus piedras filosofales, rondando por sórdidos arrabales «donde bajan los dioses sin ser vistos».

En otra canción “Mô”, de su último disco en catalán, grabado en 2006, Serrat cita las mitológicas sirenas como parte de la poética mirada que posa sobre su querido y entrañable refugio menorquín. En ese mismo disco se encomienda en “Perdut en la ciutat” a Neptuno, dios romano del mar y el agua.

El helenismo en Serrat se culmina en la manera en la que tiene de cantar las gestas balompédicas del magiar Ladislao Kubala, integrante del Barça de las cinco copas de los años cincuenta. Así, por último, en “Kubala”, grabada en 1989, canta «Permeteu-me glossar / la glòria d’ aquests fet s/ com ho feien els grecs / uns anys enrera» («Permitidme glosar / la gloria de estos hechos / como lo hicieran los griegos / unos años atrás»).

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