DISCOS
«Exquisito en lo musical e imaginativo en las letras. Un disco que si fuera anglosajón sería venerado»

Lucio Corsi
Volevo essere un duro
UNIVERSAL MUSIC ITALIA, 2025
Texto: CÉSAR PRIETO.
Para que conste en acta, declararé mis dos placeres culpables: el Mundial de Fútbol y el Festival de Eurovisión. A este último no le hago mucho caso, aunque mantengo la televisión encendida. Sé perfectamente que no me va a asaltar la emoción que sentí en el lejano 1974, un chaval de EGB que había estrenado televisión poco antes, cuando vi a dos mozas suecas —en los dos tipos ni me fijé—ganarlo sin problemas. Pero lo tengo puesto, por fidelidad a ese chaval. La tele puesta y van pasando canciones, sin pena ni gloria, hasta que en este 2025 levanté la vista y me fijé en una de ellas. Estaba actuando Italia.
Era una canción que comenzaba con fraseos que iban de Lou Reed a la canción italiana de los setenta, puro I Pooh o Collage, y a la que se añadía un punteo de guitarra que sabía a gloria y una armónica dylaniana casi al final que completaba la canción hasta llevarla a la gloria. Las cortinillas indicaban que el cantante, vestido a la moda galáctica de Ziggy Stardust, se llamaba Lucio Corsi, y la canción “Volevo essere un duro”. Fue después cuando me enteré de que lleva diez años en el negocio, cinco elepés y de que participó en el Festival porque el ganador de San Remo, Olly, declinó hacerlo.
Así que, fascinado por esta figura, acudí al elepé que me sorprendió todavía más. Nueve canciones como nueve soles, a cuál más luminosa. Abre con “Tu sei il mattino”, un recorrido vital sobre un paisaje de piano con todo el sabor de las baladas de Richard Cocciante. Aparecen ahí la infancia, las determinaciones juveniles, los primeros amores verdaderos… en versos concisos y sugerentes y, de nuevo, con punteos increíbles. En “Sigarette”, por el contrario, son los violines —que se apuntan al fondo— los que sostienen la canción y los que permiten trasladarse de la adicción del título a casos amorosos y a una reflexión personal. Los arreglos están a un paso de ser edulcorados, pero se entienden necesarios.https://www.youtube.com/watch?v=C6UMfVGrvxY&list=RDC6UMfVGrvxY&start_radio=1
Un aspecto que destaca en la obra de Corsi es lo bien trabajado de las letras. Nunca son explícitas, se rodean de vahos metafóricos hasta llegar al mundo del absurdo, al surrealismo. Así ocurre en Francis Delacroix, en que el pintor francés se convierte en un personaje inscrito en la locura, casi con tintes de situacionismo. La canción se despliega entre el rockabilly primigenio y los fraseos de Bob Dylan. También cercano a este se encuentra “Nell cuore della notte”, con un piano que acompaña él solo a una voz que encara, a la manera de Lucio Battisti, un estribillo que es una letanía bellísima. Con mucho espacio para la letra, la canción se desarrolla en torno al amor y la amistad, en un repaso a lo que ve en un paseo nocturno con recuerdos de momentos, de historias vividas.
Volvemos al rockabilly con “Let there be rock”, una historia de acoso escolar. Matones y accidentes de moto, hurtos, espionaje a las chicas en los vestuarios, que acaba coherentemente con unos compases del rock de la cárcel de Elvis.
Dos canciones son puro pop. La primera, “Il re del rave”, que con guitarras más potentes sería puro T. Rex. No se aleja del glam, pero en este caso del más circense, el de Steve Harley, por ejemplo, y cuenta de nuevo con una letra surrealista. “Questa vita”, por el contrario, es muy años cincuenta. Llena de swing, con vientos que emiten ráfagas de felicidad y melodías radiantes, de esas que hacen a las canciones grandes con muy poquita cosa.
No hemos hablado aún de otro de los rasgos de Corsi, la ironía. “Situazione complicata” bebe de ella más directamente que otras canciones. Se trata de una balada, manejada magistralmente en tono y tempo, en la que el amor se proyecta sobre la mujer de un amigo. El amante imposible confía sus ilusiones a un tal Francis Delacroix, figura recurrente y simbólica en su universo narrativo, como hemos visto. Un universo de belleza basada en otros tiempos pero rabiosamente actual, exquisito en lo musical e imaginativo en las letras, y un disco que si fuera anglosajón sería venerado. A pesar de toda la bazofia que lo envuelve, gracias, Festival de Eurovisión, por seguir emocionándonos alguna vez con las canciones.
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Anterior crítica de disco: Just passing through, de Flying Mojito Bros.



















