PO2054AZ Vol.III. El retorno, de Sen Senra

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DISCOS

«Canciones nocturnas, en el sentido de que llegan a lugares de reflexión personal, con temas que giran en torno a experiencias vitales tras un viaje extenso y dificultoso»

 

Sen Senra
PO2054AZ Vol.III. El retorno
SONIDO MUCHACHO, 2025

 

Texto: CÉSAR PRIETO.

 

Allí a finales de 1995, un coche nuevo con matrícula PO2054AZ recorría las calles de la comarca de Tabeirós-Tierra de Montes, en la provincia de Pontevedra, y un niño nacía en la aldea de San Miguel de Presqueiras, en el municipio de Forcarei. Pocos años después, el coche ya circulaba por las calles de Vigo y, desde la ventanilla, ese niño —que se llamaba Christian Serra— miraba la ciudad donde se crio. Con el tiempo, fundó la banda Demonhigh, con amigos del instituto. Pero nuestro niño —habían pasado tres años más— quería ir más allá y se mudó a Madrid. Tuvo suerte y su primer disco, Permanent vacation, llegó a los veinte años. Fue asentando su estilo, a razón de disco cada dos años hasta que en 2022 llenó con 8000 personas el Wizink de Madrid. Por entonces, y para el público, Christian ya no existía, era Sen Senra.

Sí que existía para su familia. De hecho, en este su reciente disco coloca estratégicamente mensajes de audio —son estructurales, no un añadido sin sentido— de su familia en el que lo llaman. Ahí es Christian, y le reclaman que les visite, que les diga cuando va a ir a verlos o si le apetecería una tapa de pulpo… Si en el disco Christian pone su corazón, ahí está también, y no está mal recordarlo cada cierto número de cortes.

De hecho, el disco no es tal, es el tercer volumen de un ciclo que viene publicando desde 2023 y que trata sobre el viaje, la identidad y su pérdida y sobre el eterno retorno. El primer volumen —El origen—, ya exploraba nuevos caminos desde un mundo propio lleno de costumbrismo y locura, afín a la música urbana con rapeados, fondos épicos y fantasía, pero sin hacer ascos a dejes más acústicos y melancólicos. El segundo —El emigrante—, apostaba por el pop, el desamor y alguna textura latina o soul.

El nuevo volumen —El retorno— se compone de catorce canciones, tratadas cuidadosamente en su sonido, aparentemente menos recargadas, pero de atmósferas profundas, artesanales. “De volta” es la apertura, con la voz de su abuela invitándole a tomar un pulpo, para reflexionar tras ello en “Eternamente joven”, con una acústica que demuestra que nos vamos a encontrar a un Sen Senra más íntimo. Todo resulta cercano y básico, desde el piano que sirve de base a “Se ve muy claro desde aquí” o a “Un cielo azul”, absolutamente lírica, hasta los dejes country que aparecen en “Idea loca” o “Llorandox1” con sus dejes brasileños.

Su búsqueda de lo natural se demuestra en esas guitarras lentas, como la que subraya el desamor en la letra de “Por si vuelve”, que recuerda a Eric Clapton, o la de “ROMEO”, similar a la de “Wicked Game”, de Chris Isaak, aunque no le hace asco a algunos arabescos como las que decoran el final de “No sé hacerlo ya de otra manera”.

El disco incluye su primera canción en gallego, “Padiante”. Se pone enxebre con solo una guitarra, y con la lengua cambian los referentes, que aquí, de ser anglosajones, pasan a integrarse en el mundo de Andrés do Barro. Impresionante con sus violines de fondo, en un camino que debería seguir, un camino nuevo que se abre en “Permiso”, que no llega a ser experimental, pero sí que toma senderos insospechados y arreglos que salen por donde no esperas.

Son canciones nocturnas, en el sentido de que llegan a lugares de reflexión personal, con temas que giran en torno a experiencias vitales tras un viaje extenso y dificultoso. Un viaje a sus raíces y su verdadera esencia para el cual ha tenido que batallar hasta quedar exhausto.

Anterior crítica de disco: Precipice, de Indigo de Souza.

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