Electric déjà vu, de The Godfathers

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DISCOS

«Una colección inmejorable de temas marcados por las guitarras eléctricas, con melodías afortunadas y el poderío habitual del grupo»

 

The Godfathers
Electric déjà vu
GODFATHERS RECORDINGS, 2025

 

Texto: XAVIER VALIÑO.

 

Hace ahora cuarenta años que se formaban The Godfathers, con los hermanos Peter Coyne y Chris Coyne al frente, después de la separación del grupo previo The Sid Presley Experience, un nombre en el que se juntaban referencias a tres artistas que definían ya buena parte de lo que harían desde ese momento: Syd Barrett —también podría ser Sid Vicious—, Elvis Presley y The Jimi Hendrix Experience. El —relativo; hablamos de una banda de rock— éxito les llegó con su segundo álbum, Birth, school, work, death y, sobre todo, su single homónimo.

Desde entonces, y salvo unos años en los que el grupo estuvo desaparecido (2000-2008), no han dejado de dar conciertos y grabar discos. A pesar de los cambios en la formación, han mantenido el nivel de sus inicios y han conservado su estilo anclado en el rock con influencias del rhythm & blues y el punk. De hecho, sus tres últimos álbumes desde su reaparición en 2008 así lo atestiguan: Jukebox fury (2013), A big bad beautiful noise (2017) y Alpha beta gamma delta (2022).

Seguramente, el grupo entiende que pasaron un tanto desapercibidos y, por ello, ha querido darles una nueva oportunidad. De hecho, ha sido el propio líder de la banda, Peter Coyne, quien se ha encargado de seleccionar las dieciocho canciones que le parecen más interesantes de esos tres trabajos para confeccionar este recopilatorio atípico, por cuanto más de uno podría tomarlo por una colección de nuevas canciones de la banda.

En cualquier caso, da igual. Lo relevante es que aquí hay una colección inmejorable de temas marcados por las guitarras eléctricas, con melodías afortunadas y el poderío habitual del grupo que, aunque se constate mejor que ningún otro sitio en directo, los discos, en su caso, no desmerecen en nada. No hay más que escuchar “Till my heart stops beating”, “Primitive man” o casi cualquier otra de las dieciséis restantes para atestiguarlo.

Anterior crítica de disco: I quit, de Haim.

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