Cuando Joy Division bailaron “Transmission” para la posteridad

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EL RITMO DE LA SEMANA

«Esa canción que nació de la asfixia, la angustia y la soledad del individuo frente al “todo” y al “todos” de la gran ciudad, pero que a la vez se refugia en ella como paraíso artificial de evasión»

 

Se cumplen años de la actuación de Joy Division en el programa Something else, de la BBC, interpretando “Transmission”. Un tesoro que ha pasado a la historia por ser uno de los pocos documentos audiovisuales de la banda y sobre el que profundiza Sara Morales en su columna de los lunes.

 

Una sección de SARA MORALES.
Foto: Captura de pantalla del vídeo oficial.

 

Uno de los documentos audiovisuales más importantes que se conservan de Joy Division, hoy en día, cumple cuarenta y seis años. Valioso y trascendental tesoro porque, como ya sabemos, no dio tiempo a mucho, aunque eso a lo que dio tiempo naciera con mueca de eternidad.

Fue un 15 de septiembre, pero de 1979, cuando la banda de Ian Curtis se plantó en el programa de la BBC, Something else, para interpretar “Transmission”, su single de debut. Esa canción que desborda los órdenes mentales y corporales a través de danzas imposibles, caos y sinsentido, pero que, al mismo tiempo, recoloca y sitúa en su melancolía y oscuridad. Que persiste en nuestra memoria por aquellos ojos infinitos que miran al vacío cuando aciertan a abrirse, mientras el cuerpo al que pertenecen se descompone en partículas de sonido. Que se clava hipnótica en nuestra psique, con el inquebrantable bajo color rojo de Peter Hook, la tímida pero certera guitarra de Bernard Sumner y la huida hacia delante de la batería de Steve Morris.

Esa canción que nació de la asfixia, la angustia y la soledad del individuo frente al “todo” y al “todos” de la gran ciudad, pero que a la vez se refugia en ella como paraíso artificial de evasión, como válvula de escape de uno mismo para convertirse, sencillamente, en uno más. Un trampolín de supervivencia y, al mismo tiempo, de autodestrucción. Una canción que, desde el primer instante, se hizo dueña de una obra que aún estaba por desvelarse y que ha pasado a la historia como una de las más icónicas e influyentes de la banda de Manchester. Por no decir, también, en una de las más bailadas. Cómo no hacerlo.

Cuenta Bernard Sumner en su autobiografía, New Order, Joy Division y yo (Editorial Sexto Piso, 2015): «La música que hacíamos estaba determinada por nuestra experiencia vital, que modulaba la interacción con los instrumentos. Lo que cada uno de nosotros tocaba era el sonido de esa combinación. Uniendo todas esas conversaciones interiores se obtiene una canción de Joy Division. De vez en cuando, uno de nosotros proponía algo a algún otro, pero no sucedía con mucha frecuencia. La última vez que lo intenté fue con “Transmission”».

Anterior entrega de “El ritmo de la semana”: Radiohead a manos de Marx, Nietzsche y Hugh Grant.

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