Olvidadas, de Bernard Minier

Autor:

LIBROS

«Un thriller medido al milímetro con técnica impecable»

 

Bernard Minier
Olvidadas
SALAMANDRA, 2025

 

Texto: CÉSAR PRIETO.

 

Cuando uno cierra la última página de Olvidadas, tiene que acudir a la que expone los créditos del libro, porque no puede creerse que un escritor francés tenga tanto conocimiento de nuestro país, tan en detalle, lo haya interiorizado tanto, como para escribir una novela que sucede entre Madrid y Galicia, con pueblos perdidos abiertos entre sus páginas y que resulta tan creíble. Como en todo, hay una explicación: Bernard Minier es hijo de madre española, pasó su juventud en Montréjeau, a media hora del Valle de Arán, y residió un año en nuestro país. No es extraño, pues, que sus novelas policiacas, aquellas protagonizadas por el comandante Martin Servaz, estén ambientadas en los Pirineos franceses y que la serie protagonizada por la teniente de la UCO Lucía Guerrero tenga lugar en España.

Olvidadas se despliega en una doble trama. La teniente está resolviendo el caso de un asesino en serie en los pueblos de la Costa da Morte, pero es reclamada con urgencia porque en Madrid han asesinado —asesinado es poco— a Marta Millán, una de las mayores fortunas del país y amiga de la familia real y de toda la jet set. Viene a cuento esta doble investigación —la de Galicia la seguirá mayormente a distancia— para desarrollar un subtema: el diferente trato de la Administración dependiendo de los millones y los contactos.

Son dos novelas en una, pero la trama está bien engarzada y la teniente Guerrero actúa profesionalmente en Madrid y humanamente en Galicia. En el primer caso, hay chalets de lujo, galerías de arte, cirujanos plásticos de primera categoría. En el segundo, caminos de tierra que llevan a trabajos deshumanizados, pueblos que se han abandonado y supersticiones antiguas, pero la antítesis funciona, y el lector pasa sin problemas de la ingeniería financiera a la ingeniería para llegar a final de mes.

Para arreglar las cosas, en el lugar de los asesinatos de élite aparece una pintada —“Muerte a los ricos”—, que se convierte en un leitmotiv, se hace viral y deriva en algaradas y conflictos callejeros que sacuden al propio Ministro del Interior, y que dificultarán que la teniente pueda entrar al hospital a ver a su madre, en una de las tormentas interiores que todo policía debe tener en la novela moderna.

El resto es un thriller medido al milímetro con técnica impecable. Cada sorpresa está graduada, no se aceleran, no se detienen. Imágenes captadas en cámaras de vigilancia, o lugares donde no hay cámaras y se necesitaban, análisis de ADN, dark web, la prensa que desfigura y busca el sensacionalismo, chantajes… Las piezas que modulan cualquier novela policiaca y que aquí están encajadas de manera equilibrada y armoniosa hasta llegar a la necesaria sorpresa final.

Binier conoce perfectamente el paisaje y el paisanaje español, su carácter, y ensambla los pedazos de las investigaciones —no es fácil, porque hay dos— de manera fluida. Todo conduce a lo único que debe empujar al lector de este género: no dejarle ni un momento de respiro.

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