EL RITMO DE LA SEMANA

«Thom Yorke y los suyos sonaban de fondo en la película Heretic, de Scott Beck y Bryan Woods, a manos de un insólito y sorprendente Hugh Grant»
Del revuelo suscitado por el paso de Radiohead por España, a las iteraciones universales desde la mirada de una película que recuerda el origen de la eterna “Creep”, escribe Sara Morales en su columna de los lunes, El ritmo de la semana.
Una sección de SARA MORALES.
El anuncio de los cuatro conciertos de Radiohead en Madrid, previstos para primeros de noviembre, está siendo, sin duda, la noticia musical de estos días. Revuelo, entusiasmo, alboroto, confeti y hasta fuegos artificiales por parte del fandom —no es para menos—, al ser nuestro país el elegido para iniciar la gira europea de los eternos de OK computer, después de siete años de ausencia en los escenarios. Un buen plan, que podría haber resultado mejor, si esas cuatro paradas se hubieran distribuido por el resto del territorio, en un bonito afán de facilitar el movimiento y los traslados de su séquito. Pero bueno, ellos mandan. Y el resto, claro, ahí estaremos. Quién sabe.
En una de las tardes tontas de este verano, en plena ola de calor, Radiohead también estuvieron ahí. Sonaban de fondo, y a la vez muy de frente, en la película Heretic, de Scott Beck y Bryan Woods, a manos de un insólito y sorprendente Hugh Grant que, muy lejos de su lastre de azúcar, se dedicaba a desmontar los principios de la religión (cualquiera de ellas) y de las creencias, ante dos jovencitas predicadoras que se habían plantado en su casa para atraerle hacia la práctica mormona.
Y lo hacía, despiadado, hablando de las múltiples y continuadas iteraciones que se vienen produciendo en la historia desde el principio de los tiempos, tanto en los pequeños como en los grandes acontecimientos. Esa continuada repetición de patrones en la inercia de la humanidad, que, sin remedio, siempre se venden como únicos, propios y originales de un tiempo, de un colectivo o de alguien, sin serlo. Ese «la historia se repite», que estudió a fondo Marx. El «eterno retorno», que diría Nietzsche.
Pues bien, para hacerse entender ante las nuevas generaciones —empezando por las dos intrusas en su sofá (Sophie Tatcher y Chloe East)— Hugh Grant recurría a la banda de Thom Yorke y su incunable “Creep”. Porque, aunque el tiempo siempre juega a favor del olvido, es de justicia recordar que esa canción es una “revisión moderna” del “The air that I breathe”, de The Hollies, compuesta por Albert Hammond y Mike Hazlewood en 1973.
Aquello le supuso un serio litigio a Yorke y a sus compañeros de grupo hace años, cuando los compositores originales se dieron cuenta del supuesto plagio. Hasta el punto de que, a partir de aquel momento, Radiohead debió acreditar a ambos como coautores de su “Creep”, que, precisamente estos días, cumple treinta y tres años.
Y la historia continúa, y el mundo sigue girando, entre iteraciones naturales, otras intencionadas y algunas incluso hasta más acertadas en su versión actual; pero todas deberían llevar implícita la honestidad de reconocerlo.
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