Years of refusal (2009), de Morrisey

Autor:

OPERACIÓN RESCATE

«Estamos ante uno de sus discos esenciales, por debajo de su debut o del espectacular Vauxhall & I, seguramente sus dos cimas»

 

Justo cuando se cumplen diez años de su publicación, Fernando Ballesteros recupera el noveno disco solista de Morrisey tras su etapa al frente de los Smiths. Uno de sus últimos trabajos más inspirados.

 

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Morrissey
Years of refusal
DECCA/POLYDOR, 2009 

 

Texto: FERNANDO BALLESTEROS.

 

En 2009, Morrissey vivía un momento óptimo. Sus anteriores entregas habían sido todo un éxito de críticas —con buenas ventas y altas posiciones en las listas— y él, que tampoco es que vaya falto de autoestima, se sentía seguro. Quizá por eso, no se cansaba de repetir aquellos días que lo que tenía entre las manos era su disco más poderoso. 

Este era el contexto en el que llegaba a las tiendas Years of refusal, su noveno disco. Una obra para la que volvió a contar con Jerry Finn en los controles. Con él había trabajado en el aclamado You are the quarry y a él regreso tras el paréntesis que supuso reclutar al mítico Tony Visconti para Ringleader of the tormentors. 

Lo cierto es que la alineación no presentaba muchas novedades, ya que volvía a contar en las labores de composición con nombres como Boz Boorer y Alain Whyte, con quienes dio forma a canciones que, en el plano lírico, descansaban en varios de sus argumentos recurrentes cuando, sobre todo, habla de sí mismo. Y al final, ¿había para tanto? Pues yo diría que sí, y aún más, creo que estamos ante uno de sus discos esenciales, por debajo de su debut o del espectacular Vauxhall & I, seguramente sus dos cimas. 

El Mozz del final de la primera década del nuevo siglo se movía en los esquemas habituales, pero salpicaba aquí y allá nuevos reclamos de la mano de la producción de Finn, quien no pudo ver la obra publicada. Se trata de un disco rockero que luce orgulloso sus guitarrazos y baterías un punto más contundentes de lo habitual.

Hay un hecho que no beneficia al disco a la hora de compararlo con otros de Morrissey. Uno se pregunta por qué motivo se decidió incluir las correctas «All you need is me» y «That´s how people grow up», que ya habían visto la luz en el disco de grandes éxitos publicado un año antes. Y aunque esas dos canciones no anunciaran grandes revoluciones, la verdad es que la apertura del álbum con «Something is squeezing my skull» es un chutazo de adrenalina rockera, una canción con guitarras enérgicas y una base rítmica que mira aunque sea de reojo al punk en su versión más pop —de nuevo Finn— para servir de colchón al lamento por los estragos de la vida moderna. 

 

 

En «Mama lay softly on the riverbed» avanzamos a ritmo marcial y empieza a rondar por la cabeza del oyente la sensación de que, sin grandes cambios estilísticos, flota cierta sensación de estar ante un artista rejuvenecido. Su voz brilla por todo lo alto y los temas se suceden sin dar respiro, rockeando bien a gusto, conquistando por la vía directa o con «Black cloud», que oscila entre el apunte electrónico y lo acústico y terminan venciendo y convenciendo. 

 

 

Con «I’m throwing my arms around Paris», «When last I spoke to Carol» y ese sabor spaghetti western, de repente te das cuenta de que has superado el ecuador del disco y casi ni te has dado cuenta. La secuencia fluye y el Morrissey rockero cede paso al maestro del melodrama en «It’s not your birthday anymore», cumbre de una obra que promete una, casi perfección, que solo se tuerce por un ligero bajón en la recta final del minutaje, con tres canciones que rebasan el listón de lo correcto con algún que otro apuro. 

 

 

En 2017 rescatamos Maladjusted, su disco de 1997. Quedó claro que aquel había sido un trabajo no muy bien recibido enmarcado en una época convulsa. Para valorar lo que estaba ocurriendo en 2009, y los buenos cinco años que vivía Mozz, baste decir que hasta 2004 no rompió su silencio discográfico. You are the quarry en 2004 y Ringleader of the tormentors en 2006 le habían vuelto a poner en órbita. Pues bien, con todo y con eso, este lote de canciones, le miraba de igual a igual a sus dos predecesores. Hoy, justo diez años después, lo miramos con cierta envidia. Sus dos últimos discos no han alcanzado esa excelencia. 

Anterior entrega de Operación rescate: Never mind the bollocks, here’s the Sex Pistols (1977), de Sex Pistols.

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