Willie Nelson nos invita a redescubrir en directo su Red headed stranger

Autor:

COWBOY DE CIUDAD

«Kilómetro a kilómetro, fue tomando cuerpo en su cabeza el drama de un predicador en los días del salvaje Oeste»

En su segunda entrega de Cowboy de ciudad, sección dedicada a la música country y de raíces norteamericana, Javier Márquez Sánchez relata cómo Willie Nelson preparó uno de sus discos cruciales: Red headed stranger.

 

Una sección de JAVIER MÁRQUEZ SÁNCHEZ.

 

El pasado fin de semana, comienzos de mayo, Willie Nelson sorprendió a sus fans publicando en YouTube una verdadera joya: un concierto del 75 en el que interpreta, de principio a fin, su disco publicado a mediados de ese mismo año, Red headed stranger, un álbum capital en la historia de la música country. El vídeo se lanzó inicialmente en una sola pieza en la citada plataforma con objeto de recoger fondos para Farm Aid, la institución promovida por Nelson, Neil Young o John Mellencamp, entre otros, de ayuda a los granjeros estadounidenses. Pocos días después ese archivo desapareció y ahora está disponible el mismo concierto, por pistas, en el canal oficial del artista de Texas. Sea cual sea el formato, es una delicia, imprescindible, que no hay que perderse. Avisados quedan.

 

 

 

Willie Nelson (Abbot, Texas, 1933) llevaba desde comienzos de los años sesenta intentando ganarse la vida en Nashville como compositor de música country. Canciones suyas como “Crazy”, “Hello walls” o “Night lights” habían cosechado notables éxitos en voces de grandes artistas, mientras que el pelirrojo no terminaba de despegar como intérprete. En 1962 publicó su primer álbum, And then I wrote, y trece discos y una década después después seguía sin despuntar. Pero a comienzos de los setenta, compañeros de armas como Waylon Jennings o Kris Kristofferson empezaban a cambiar poco a poco las reglas del juego. Musicalmente, desdeñaban los ampulosos arreglos orquestales de Nashville, apostando por un regreso a las raíces básicas del género, mientras que en lo que se refería a los textos de sus canciones, ofrecían historias y lenguajes nada conservadores.

Hasta que un día de 1970 la casa de Willie Nelson en Nashville salió ardiendo. Al parecer, el cantante se jugó el pellejo metiéndose entre las llamas para salvar a Trigger, su carismática Martin N-20, y se tomó aquello como una señal, o más bien una metáfora de su propia vida y trayectoria musical: debía empezar una nueva «casa» desde cero. Así que Nelson decidió dejar Nashville y poner rumbo a Texas, donde el ambiente era más abierto y donde su aspecto, con sus aires de cowboy hippie y ese creciente pelo largo, no ofendía a nadie.

Firmó un contrato histórico con Atlantic y grabó con este sello un par de álbumes destacados que ya apuntaban un importante cambio de estilo: Shotgun Willie (1973) y Phases and stages (1974), el primer disco conceptual de la música country. Además, cada pocas semanas llenaba el Armadillo World Headquarters, un salón de actuaciones (que habías sido armería de la Guardia Nacional) situado a pocas calles de su nuevo hogar, en el que igual sonaba country que blues que rock psicodélico. Aquella heterodoxia fascinó a Nelson y le dio alas para su siguiente trabajo, para el que esta vez iba a tener un respaldo a lo grande: un directivo de Columbia Records que vivía en la zona había sido testigo del fervor popular que despertaba Willie entre el público joven más variopinto, no solo country, y convenció a sus jefes para ofrecerle un contrato. Pero el cantante puso una condición: al igual que había conseguido Waylon Jennings un par de años atrás, también él quería libertad creativa total. Columbia aceptó. La cagó. Ahora hacía falta un buen disco.

 

El extraño pelirrojo

Apenas era un adolescente cuando la gente ya empezó a llamar a Willie Nelson «el extraño pelirrojo». Con esa idea en la cabeza, y durante un largo viaje en coche junto a su mujer, Connie, con destino a Streamboat Springs, Colorado, el autor comenzó a pensar en cuál podría ser la historia de ese red headed stranger. Kilómetro a kilómetro, fue tomando cuerpo en su cabeza el drama de un predicador en los días del salvaje Oeste, que en un arrebato de celos mata a su mujer y su amante. Tras este arranque, el resto del disco sigue al personaje arrepentido en un tormentoso descenso a los infiernos en busca de una redención imposible. Con la historia definida, comenzaron a surgir las canciones, tanto composiciones propias como piezas ajenas —incluyendo un minueto de Bach—, que encajaban como un guante en la narración. Cuando el matrimonio Nelson volvió a Texas un par de semanas más tarde, Willie ya tenía todo el material necesario para entrar a grabar.

También había algo que Nelson tenía claro: su historia era dura, amarga, incluso algo sórdida, aunque con un punto esperanzadora, lo que exigía un sonido puro, sencillo, natural; es decir, que no sonara a Nashville. El ingeniero de sonido Phil York le invitó a visitar los Autumn Sound Studios en Garland, Texas, y Nelson decidió que era el sitio perfecto. Además, no habría músicos de sesión, emplearía a su banda habitual de carretera —conocida aún a día de hoy como The Family—, y que incluía a Paul English (batería), Jody Payne y Bucky Meadows (guitarras y mandolina), Bee Spears (bajo), Bobbie Nelson (su hermana, al piano) y el imprescindible Mickey Raphael (harmónica). Las sesiones de grabación, en las que los músicos iban improvisando arreglos a medida que el autor les presentaba los nuevos temas, duraron cinco días, más uno adicional para las mezclas; en total, 4.000 dólares de gastos de estudio que se elevarían hasta los 20.000 con los gastos adicionales hasta poner el disco en la calle.

 

«“¿Lo ha grabado en el puto salón de su casa?”, “¡Esta mierda no está producida!”, fueron algunas de las lindezas que le dedicaron»

 

Y esto último no fue tarea fácil, porque a los directivos de Columbia se les descolgó la mandíbula cuando escucharon el álbum de su nuevo fichaje estrella. De hecho, llamaron a Nelson para preguntarle por qué les había enviado una demo. «No, ese es el disco ya terminado», les explicó el pelirrojo. Ante la duda, enviaron el trabajo a la sede de Columbia en Nashville, y allí la reacción fue mucho peor: «¿Lo ha grabado en el puto salón de su casa?», «¡Esta mierda no está producida!», fueron algunas de las lindezas que le dedicaron.

Para empezar, el sonido les resultaba «pobre» —perdón por el eufemismo—, asentado en la guitarra de Willie y el piano de su hermana, y solo acompañado de manera muy sutil del resto de instrumentos. La temática tampoco es que fuera especialmente agradable para un lanzamiento country, habitualmente más tradicional. Y para rematar, el disco estaba concebido como una pieza operística, con las canciones ligadas entre sí y piezas que se repetían musicalmente, pero con distinto texto. En definitiva, aquello era de todo menos un disco al uso. Sin embargo, los directivos de Columbia tuvieron que tragar, porque estaban obligados por contrato a respetar la libertad creativa del autor.

 

Cálida e inesperada acogida

Red headed stranger, con sus 33 minutos de nueva narrativa country, se puso a la venta en mayo de 1975, y contra todo pronóstico, explotó en la escena musical estadounidense. Todas las revistas de referencia, con Rolling Stone a la cabeza, se deshicieron en elogios con el trabajo de Nelson como compositor y como músico (se había encargado personalmente de la producción), y en pocos días se alzaba al primer puesto de los discos de country más vendidos; aguantaría en el top 25 casi un año. Ya unas semanas antes del lanzamiento del elepé, el sencillo “Blue eyes crying in the rain” se había convertido en el primer número uno de Willie Nelson (y le reportaría su primer Grammy, a la mejor interpretación country masculina). En marzo de 1976 Red headed stranger fue certificado disco de oro, y una década más tarde, doble platino, tras alcanzar los dos millones de copias vendidas.

Definido como el Sgt. Pepper’s de la música country, Red headed stranger concedió por fin a Willie Nelson el ansiado reconocimiento artístico más allá de Texas, convirtiéndolo en uno de los músicos más populares del país, condición que mantiene 45 años después. Además, generó todo tipo de referencias en otras obras, por ejemplo, el primer corte del disco, “Time of the preacher”, se usó en 1978 en la película de Bob Dylan Renaldo and Clara. Incluso acabaría contando con su propia película: hacia 1979 el guionista William D. Wittliff le presentó a Willie Nelson un guion inspirado en el álbum, y arrancarían juntos entonces un largo camino de siete años hasta poner en marcha la cinta: desde Robert Redford a la HBO estuvieron implicados y desestimaron finalmente el proyecto. La anodina y poco recomendable Red headed stranger llegó finalmente a las pantallas en octubre de 1986, dirigida por Wittliff, protagonizada por Nelson y financiada por ambos. Perdónenselo, todo genio tiene sus desbarres.

 

 

Austin City Limits

Y es así como llegamos a entender por qué Willie Nelson fue elegido para protagonizar el programa piloto del que hoy es el programa musical de televisión más longevo de Estados Unidos: Austin City Limits. Rodeado de su banda, Willie interpretó a lo largo de 40 minutos algunos de sus temas preferidos. El programa se grabó el 17 octubre de 1974, cuando Willie ya ofrecía el show más popular del Armadillo World Headquarters, y se emitió a comienzos de 1975. Un año después, con el programa ya aprobado y en antena, Willie tenía mucho más que ofrecer, así que los directivos de la cadena le propusieron interpretar todo el Red headed stranger en directo, con la banda al completo y con la misma estructura de canciones ligadas entre sí. El concierto, celebrado en el propio Armadillo World Headquarters, se celebró a finales de 1975, aunque no sería emitido hasta el año siguiente.

 

 

Ahora, Willie Nelson nos invita a revivir aquella noche mágica. Y es una maravilla escuchar en directo, con esa banda tan bien engrasada y que transmite tanto entusiasmo y familiaridad, un disco que sigue resultando original e innovador casi medio siglo más tarde; tan emocionante y optimista, tan doloroso y nostálgico. Tan country, tan Willie Nelson. Larga vida al extraño pelirrojo.

Anterior entrega de Cowboy de ciudad: Good soul better angels, de Lucinda Williams.

 

Artículos relacionados