DISCOS
«Quizá, su mejor disco y, por lo menos, el más variado y de sonido más punzante»
Los Hermanos Dalton
Viajar en el tiempo y otras historias
ROXK INDIANA / HURRAH! MÚSICA, 2024
Texto: CÉSAR PRIETO.
Ni podía ser menos, ni se esperaba menos de ellos. Los Hermanos Dalton nos regalan once perlas brillantes, bien compuestas y llenas de matices irisados, once canciones con las que defienden su pop de guitarras en el músculo y melodías en el corazón. Formados a principios de los noventa, en estas tres décadas nos han regalado nueve trabajos —contando el minielepé de inicio y el disco en directo—llenos de vibrantes canciones, que culminan en este Viajar en el tiempo y otras historias, quizá, su mejor disco y, por lo menos, el más variado y de sonido más punzante, seguramente por la entrada de una segunda guitarra, con la que pasan a formato de cuarteto. No hay en el disco ninguna canción emblemática, pero todas pasan con creces la calificación de notable.
Lo demuestra con creces “Dije cara y eso salió”, con estrofas chispeantes y estribillo esplendoroso. Es una historia de amistad, de relaciones tóxicas, pero que potencia la sana distancia y no el dramatismo. Relacionada con esta, y con el tema del paso del tiempo, está “Paren esto”, el cruel momento en el que no te reconoces en el espejo y estás a años luz de la juventud. Así que, amigos, carpe diem.
Un pequeño eje de fijación se da con la canción del verano. En “La cápsula de hibernación” cita el género y crea una historia de fantasía en la que el estío se lleva al límite —con bonitos juegos de sonido sesentero— tras haber pasado el invierno agazapado, pero es que hay otra que se titula directamente “La canción del verano”, y que es la anticanción del verano, hablando de la decepción de septiembre y mucho más dura, la única que no podría ser plantilla para crear una.
Hay un par de ambientación más reposada. Acústica y volátil, de ritmo algo tropical, es “El paciente cero”, aunque su final es inmenso, con esos coros acogedores. También con un estribillo acústico se despliega “No te preocupes por mí”, que pese a su final distorsionado se acerca a esas canciones tan claras de La Buena Vida. Resulta curioso también ese final con pandereta de la que da título al conjunto, una narración de viejos bares y chicas deseadas.
Guitarras fuertes aparecen en “Si sabes que me duele”, una extraña fusión entre La Guardia y Fórmula V —otra vez la canción del verano— a la que da personalidad una voz medio rugosa. En “Ven a por mí” se acercan a las guitarras punk pop, muy afines a Airbag que incluye incluso unos coros surferos. Ambos grupos tienen polvos mágicos en las manos para construir estribillos y melodías magníficos.
Cierran con “Ya viene el sol”, una versión de George Harrison, a la que añaden mucha electricidad. Guitarras rabiosas dándolo todo para un disco que es una verdadera delicia, lleno de canciones vitaminadas, a veces algo melancólicas, hermosas y enormemente adictivas. A ver si no tardan otros diez años en llegar al siguiente.
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