Vetusta Morla: No tan a la deriva

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«A nivel de sonido queríamos que éste fuera mucho más contundente, bastante áspero. Esto ha influido en las letras, muchas han venido después de la melodía»

 

No se puede entender el pop español sin hablar de Vetusta Morla, un grupo cuyo éxito ha crecido exponencialmente, pero manteniendo sus máximos de calidad. «La deriva», el tercer álbum, es el de la consolidación.

 

 

 

Texto: WILMA LORENZO.
Fotos: JERÓNIMO ÁLVAREZ.

 

 

Encontrar el punto en común dentro de lo diferente de sus vidas y situaciones personales fue lo que llevó a Vetusta Morla a convertir la amplitud del concepto de «La Deriva» en el punto de partida de su tercer trabajo. Y lo hicieron abordando las nuevas canciones sin complejos ni límites, respondiendo a sus inquietudes artísticas y persiguiendo el objetivo de conseguir un sonido contundente y directo. «La Deriva» es un conjunto de canciones con identidad por sí mismas, resultado de mirar siempre hacia delante; sin tiempo para pararse y ver la expectación que mes a mes crecía en torno a ellos. Lo cierto es que la gente tiene sed de Vetusta Morla y ahora es el momento de reencontrarse en directo con aquellos que verdaderamente nunca se han ido.

El lanzamiento de «La deriva» es posiblemente uno de los más esperados de este 2014, ¿hasta qué punto influye generar tal expectación?
David: Tampoco nos damos mucha cuenta de esas expectativas porque hay tanto curro que hacer constantemente que no nos enteramos demasiado. Igual en algún momento alguien sí hace un comentario, ponemos en común sensaciones y pensamos: “qué guay, qué ilusión”. Pero hay tanto trabajo que es difícil darse cuenta de lo que pasa fuera.
Jorge: El primer día en el que pudimos ser más conscientes de ello fue el pasado martes, con toda la mañana de promo con televisiones y periódicos; y por la noche el primer concierto de «La deriva» con Radio 3, y no había mucha gente, unas 120 personas. Pero ese fue el primer momento en el que pensé: “pues sí que hay gente interesada en esto”.

Hombre, alguna idea podíais tener sobre lo que estabais generando. Se trata además de una especie de “expectación tranquila”. Vuestro público no espera que vayáis a dar un paso en falso, esperan con la tranquilidad de que lo que venga será bueno.
J: Al final yo con quien hablo es con mi madre, mis hermanos… que me dicen: “qué bonito tu disco”. Pero eso no me vale de referencia [risas].
D: Nosotros somos conscientes de lo que nosotros nos exigimos, que básicamente es tratar de hacer las cosas bien. Eso supone cuidar tanto los conceptos desde los que se parten como todos los procesos o detalles, como por ejemplo el arte del disco. Queremos que todo sea especial.

Partís del concepto de “Deriva” a la hora de arrancar el álbum. Es curioso que un concepto tan amplio sirva como punto de partida. ¿En qué sentido lo tomáis como comienzo?
J: Partimos desde ese concepto desde un punto de vista personal. Al final de la gira de «Mapas» estábamos un poco disgregados. Cada uno estaba en su propia película, con su familia, hijos que aparecieron, gente cambiando de domicilio, comprándose casa… Cada uno estaba en su propia deriva. Justo hace un año nos juntamos en Colombia para definir cómo iba a ser la salida de este disco y la gira; y nos dimos cuenta de que estando todos separados, sin saber casi los unos de los otros y con vidas totalmente diferentes, estábamos unidos en un mismo camino que era centrar la cabeza en este disco. Ese fue el motivo por el que partimos de la deriva, aunque es un concepto muy amplio. Positivo y negativo.

¿Así que precisamente estar tan separados fue el punto en común?
D: Sí. Partimos de esas situaciones personales para después abarcar nuestra situación como grupo y también la realidad a nuestro alrededor; y llega un momento en el que todo eso hace click y te das cuenta de que la deriva es un concepto muy interesante con el que trabajar artísticamente.

Es la primera vez que partís de un concepto a la hora de trabajar todo un disco. Sin embargo en «La deriva» se incluyen canciones compuestas antes de llegar a ese concepto desde el que decidís abrir camino.
D: Sí, es la primera vez que tenemos un lugar desde el que comenzar. Anteriormente teníamos una colección de canciones que grabábamos y según avanzaba el proceso íbamos dando forma y encajando las piezas para dotarle de un sentido completo al disco. En 2012 grabamos cuatro canciones –‘Fuego’, ‘La Grieta’, ‘Fiesta mayor’ y ‘Una Sonata Fantasma’– que se habían quedado sin grabar en «Mapas» pero que eran canciones muy válidas y que además, en lo letrístico y en lo musical, ya tenían elementos que enfocaban hacia dónde íbamos a ir. Ese mismo año fue cuando apareció el concepto de la deriva, que se afianzó el año pasado y que continuó con la composición de las canciones ahondando en esa idea.

¿Qué supone profundizar en un concepto para después elaborar un álbum? Porque no estamos hablando de un álbum conceptual.
J: Supone trabajar con unos códigos que nos han ayudado a acotar ideas y a enfocar cosas del sonido. Eso nos ha ayudado a su vez en la composición. Por ejemplo, a nivel de sonido queríamos que fuera mucho más contundente, bastante áspero. Esto ha influido en las letras, muchas han venido después de la melodía. Digamos que ha sido un conjunto de cosas lo que ha hecho que el disco salga así y ha ocurrido de forma progresiva. Veníamos de tocar mucho en directo, la banda sonaba cada vez más a rock, con conciertos cada vez más contundentes… y todo eso va forjando una personalidad, reflexionas sobre ella y lo concretas en las letras, el sonido y el arte del disco. Lo bueno del concepto de «La deriva» es que es tan amplio que cabe casi todo [risas].
D: Yo creo que un disco conceptual suele tener muchos elementos musicales comunes que se repiten en las canciones. Nosotros no hemos hecho eso. «La deriva» es un concepto muy amplio que nos ha permitido la suficiente libertad para tratar las canciones de diferente manera. Además nosotros damos importancia a las canciones y las consideramos un ente propio, con su desarrollo y significado propio. Eso hace del disco algo más variado de lo que sería un disco conceptual al uso. Por eso aunque se parte de un concepto previo hay libertad dentro del propio disco.

Entre los cambios que encontramos en «La deriva» hay dos que llaman mi atención especialmente: os desprendéis de capas y de la creación de atmósferas, y en paralelo encontramos letras más directas y menos recursos metafóricos. Creo que hablamos de dos de vuestras señas de identidad. ¿No es arriesgado?
D: La inquietud artística es algo muy importante que hay que mantener siempre, al igual que hay que mantener aquello que te define. Ahora necesitábamos hacer un disco de estas características, nos ha salido así. En el futuro no sé qué sucederá. Podemos hacer un disco en el que se vuelva a hablar más directamente, en el que haya menos elementos y no tanta belleza musical buscada, ni tantos matices, ni tanta metáfora. Y hacerlo sin perder la personalidad del grupo.

Una de las cosas que más ha dado qué hablar ha sido la “denuncia social”, sin embargo eso ya estaba en Vetusta Morla.
J: Sí, siempre ha estado. Por ejemplo, ahí esta ‘La cuadratura del círculo’, que además no tiene mucha capa. Para nosotros no es algo diferente, yo creo que es más lo que la gente se imagina desde fuera.
D: ‘El hombre del saco’ es otra canción que encaja en esa idea, aunque quizás está más aislada en el concepto de ese disco.
J: También influye mucho que el adelanto del disco haya sido ‘Golpe maestro’, que ha sido como un puñetazo, de letra más directa y contundencia en el sonido. Eso ha influido a la hora de escuchar el resto del disco. Porque yo creo que hay de todo, como ocurría en los demás.

En todo caso estos cambios suponen salir de vuestra «zona de confort», y ha sido algo buscado, ¿por qué?
D: Hay que ponerse retos, querer aprender, ir más allá y hacer música diferente. Y sobre todo expresar cómo te sientes dependiendo de la época que estés viviendo.

¿Os pusisteis algún límite?
J: Claro, por eso hay canciones que se han quedado fuera, bien porque podían pertenecer a otra época o porque sonaban demasiado «outsider» o «freaks», que podían despistar y se apartaban de lo que queríamos contar con este disco. Pero la verdad es que nosotros no nos ponemos límites.
D: Descartamos cosas una vez hechas pero nos gusta ver hasta dónde puede llegar una idea. Una vez tenemos las canciones terminadas vemos cuáles encajan y cuáles no. Yo creo que esa forma de trabajar es buena.

Supongo que además es una necesidad artística.
D: Claro. Podríamos haber tomado la decisión tipo AC/DC de hacer siempre rock de una manera bastante parecida; y a mí me gusta AC/DC. Pero nosotros vamos por otro lado.
J: Yo creo que hacer un estilo musical muy concreto, siempre, puede poner en riesgo hasta a tu propia identidad. Me parece algo muy peligroso.

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«Los festivales se han hecho tan importantes y atraen a tanto público que son imprescindibles para estar dentro del mundillo musical

 

Pero sí hay cosas no cambian nunca en Vetusta Morla. Los productores: Manuel Colmenero y Javibu Carretero.
J: De momento no. Hasta ahora nos ha ido muy bien con ellos y estamos muy contentos. Nosotros nos movemos por necesidades artísticas y lo que nos podían aportar ellos en este disco era muy importante. Además ya habíamos grabado con Manuel las cuatro canciones previas. Ha sido todo muy natural.

¿Y no os planteasteis grabar con otro productor o en algún estudio fuera de España?
D: Ya veremos qué pasa en el futuro.
J: También se corren muchos riesgos saliendo fuera a grabar. Hay que tenerlo muy claro cuando te vas a grabar a Los Ángeles, por ejemplo, tienes que tenerlo todo controlado.
D: Y a la vez tienes que ser consciente de que el productor no te conoce de nada y cuando esté ante tu proyecto encargándose de la producción puede haber encuentro y confrontación. Y ahí a ver qué sucede, porque la banda tiene un estilo y forma de trabajar. Y el productor tiene la suya. Y que cambie cosas puede romper el equilibro interno de la banda y generar muchas inseguridades.

Y vosotros habéis crecido con ellos y compartís esa forma de trabajar.
D: Claro. Nosotros trabajamos en equipo con ellos pero siempre es importante y necesario tener a un productor que tenga un punto de vista objetivo y externo que pueda orientar al grupo.

Decidís volver a grabar por pistas, ¿por qué?
D: «Mapas» lo grabamos en directo. Queríamos conseguir esa humanidad y eso requiere otro tipo de preproducción y renunciar a cuestiones técnicas en cuanto al sonido que sí consigues de la otra manera. En este caso decidimos grabar de esta segunda manera lo que ha implicado trabajar de forma diferente. En el período de composición trabajamos en pequeños grupos de dos o tres personas, grabando cosas en nuestro propio local de ensayo… y el resultado en este caso pedía ser grabado por separado.

A pesar de que, cómo decíais antes, la esencia de «La deriva» tiene su origen en parte en la contundencia de los directos durante la gira de «Mapas».
J: Sí, es curioso. Hay una parte muy condicionada por la batería y el bajo. Creo que no hay ningún bajo limpio, todos tienen algo de distorsión. Es mucho más contundente. Y cuando ya tienes eso, lo que viene alrededor –guitarras, sintes e incluso la forma de cantar– está muy condicionado. Si quieres que eso respire y mantenga su contundencia tienes que buscar los espacios. Si metes un montón de capas no sale ese pulso que buscábamos sino que se queda al fondo, pequeñito.

Videoclip del single ‘La deriva’ realizado por el cineasta Juan Cavestany. ¿Por qué os decidís a trabajar con él y cómo surge la unión?
J: Le escribimos un mail: “hola, somos Vetusta…” [risas]. Creo que fue así. No había ninguna relación previa. Pucho y Guille conocían su película «Gente en sitios» y pensaron en él para el videoclip.

¿Tuvo libertad plena?
J: Sí. Es una propuesta suya que luego hemos trabajado y acotado con él. Pero toda la idea es suya. Queríamos dejarle esa libertad, muy de acorde con el concepto de la deriva, claro.

Ahora tenéis gira por delante, ¿con un tercer disco no da pena despedirse de algunas canciones en directo?
J: ¡Eso no puede pasar! Ahora vamos a hacer una gira que va a estar sobre todo basada en «La deriva». Dos horas concentrados en desarrollar el disco, cada uno en su espacio, tranquilamente, cuidando matices y mezclando con canciones de los discos anteriores pero aunando y acercando el sonido del nuevo disco a lo anterior. A partir de julio, en festivales, haremos otro concepto diferente. Un repertorio para festivales.

¿Querríais y podríais estar al margen de la fiebre de festivales o todo lo contrario?
D: Nosotros no dependemos tanto de festivales.
J: Es muy complicado lo de los festivales. Depende del punto de mira que tengas.
D: Yo creo que los festivales se han hecho tan importantes y atraen a tanto público que son imprescindibles para estar dentro del mundillo musical. Lo interesante de todo es hacer tu presentación del disco en la que desarrollas tu historia como quieres y luego hacer una cosa especial para festivales donde el público y el entorno es muy diferente. Así es como lo estamos haciendo nosotros, y las dos fórmulas se pueden disfrutar igual. Además son igual de importantes. No creo que nosotros renunciemos a ello. Hay gente que lo hace pero solo son los artistas muy muy grandes. Los demás tenemos que estar ahí.

Con cinco fechas en Madrid, cinco Rivieras. ¿No rondó por vuestra cabeza el Palacio de los Deportes?, ¿no os gustaría abrir la veda?
J: La propuesta vino del mánager y nos gustó la idea de intentar mantener las cinco Rivieras. No le hemos dado más vueltas, yo creo que se piensa más fuera que dentro.
D: Son decisiones en las que entran en juego costes de producción, características del espacio, cómo se disfruta más la música… todos estos motivos nos llevaron a escoger La Riviera el número de veces que fuera necesario para que nuestro público pueda ver y disfrutar con el concierto.

¿Y como artistas no os gustaría salir al escenario delante de más de 10.000 personas?
D: Se disfruta igual tocando para diez, para cien o para miles. Hemos tocado delante de mucha gente en festivales.
J: Yo el otro día delante de cien personas estaba acojonado tocando las canciones nuevas y sonando en directo en la radio, que también influye [risas]. El número no es lo más importante.

¿Y lo simbólico de tocar, por ejemplo, en Las Ventas?
D: Sí. Eso si lo hiciéramos o lo hacemos en algún momento, sí que hará ilusión. Porque es un lugar emblemático al que hemos ido muchas veces a ver conciertos. Más que por tocar delante de 15.000 personas. Ilusiona porque ahí mismo has visto a Björk, Lenny Kravtiz…

¿Qué tiene que ocurrir con «La deriva» para que consideréis que habéis dado un paso más en vuestra carrera?
J: Antes de sacar el disco se han vendido cinco Rivieras, se han agotado las entradas de otras ciudades, número uno en la preventa de iTunes… El objetivo está más que cumplido. No hay objetivo, pero si hubiese…
D: De cara a dentro sería la satisfacción personal que tenemos con el disco. En mayor o menor medida estamos todos muy contentos con cómo ha quedado el disco, creemos que es un gran disco. Somos seis personas y cada uno tiene más dudas sobre unas cosas que sobre otras, cada uno tenemos nuestros gustos, pero estamos muy satisfechos. Y ahora queda la segunda parte, que es la gira y ver cómo se desarrolla. Es el momento de montar nuestro concierto y hacer llegar una obra completa al público con la que disfrute. Si eso funciona habremos cumplido otro objetivo. Y claro, relacionado con las inquietudes musicales: queríamos hacer un disco en el que la música fuera más frontal y ver que lo hemos conseguido es también una satisfacción.

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