“Vendetta”, de Presumido

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DISCOS


“Al principio parece únicamente un buen disco de pop electrónico, con cada recorrido aumenta la percepción de los detalles”

 

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Presumido
“Vendetta”
Music Bus Records

 

Texto: CÉSAR PRIETO.

 

La comarca orensana de Valdeorras posee perfilados paisajes, una producción industrial de pizarra y gastronomía con enjundia; pero nadie la relacionaba directamente con el ambiente musical independiente. Por ello, sorprende la aparición de Presumido, un dúo que en su primer disco –“Vendetta”– y tras una portada de aire deliberadamente retro –la alusión a un famoso cuadro es más que evidente– esconde diez maravillas bajo el manto del synth pop de escuela y de unas letras de oscura frialdad. Despliegues de sintes, teclados y bajos amalgamados con precisión y letras que, en todo caso, potencian aromas líricos y los resuelven con efectividad y sin cursilerías. Escuchen, como ejemplo, ‘Necrotú y yo’ y junto a una pulsión realmente bailable, se toparán con una imagen por lo menos, la del estribillo, de feroz y plástica recreación de la muerte. No por ello, dejan en cada canción de colarnos punzadas de retranca gallega en ciertos versos que hacen explotar la sorpresa o que son tan serios que no pueden responder sino a la parodia. Efectivamente, a veces no se sabe si en realidad es que se están riendo de todo, como Parálisis Permanente en ‘Autosuficiencia’.

Esta es una dirección del viaje que nos propone el grupo: la épica de la danza, como en la que acabamos de citar, de estribillo grandilocuente. También aparece el fondo rítmico en la que da título al disco y en “Animal Collective”, cercana a los Pet Shop Boys, con sus riffs sintetizados y llenapistas para una letra asimismo lóbrega, de nuevo la ironía presente en todo el concepto. Un buen ramillete de invitaciones al desmelene con espíritu de tinieblas y carne fibrada y con todos los espectros que van desde los Depeche Mode de los principios a M83 o Daft Punk pasando por Air.

Pero hay otra dirección, la de la melancolía, presente en  ‘Autismo y tú’, que revela de forma cruda una relación amorosa agotada o ‘Desde aquí’, un brindis minimalista por el renacer. Los aires fúnebres llegan al extremo en ‘D.E.P’, un verdadero réquiem tecno cercano a las nanas y al Parade más sentimental.

Y en medio de estas dos direcciones emerge, pulida y densa, ‘El naufragio de la Girona’. ¿Qué otro grupo podría hablar de este galeón de la Armada Invencible? De vuelta a la península, la tormenta lo hizo encallar con todo su tesoro y, sobre ella, se construye una canción con fondos borrascosos y duros al tiempo, instrumentación tempestuosa, graznidos de gaviotas y gritos humanos. Los de los 1.300 que se hundieron con ella.

Suena a tópico, pero es un disco que se crece a cada escucha, que se hace adictivo hasta tener que aumentar la dosis y que, si al principio parece únicamente un buen disco de pop electrónico, con cada recorrido aumenta la percepción de los detalles. Son esos detalles los que hacen que ciertas canciones correctas lleguen a ser emocionantes.

Anterior crítica de discos: “Los saxofonistas salvajes”, de Dani Nel·lo.

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