Vega: Reivindicar lo auténtico

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“Ya he tenido la experiencia de hacer algo que no me gusta. La mejor forma de buscar tu sitio es hacer lo que quieres hacer. ”

El pasado marzo, la cantante cordobesa Vega sorprendía con “Non ho l’età», su primer disco de canciones italianas, en las que aborda desde Franco Battiato a Mina, incluyendo un dueto con Elvis Costello. Un viaje musical apasionante del que ha hablado con Chema Domínguez.

 

Texto: CHEMA DOMÍNGUEZ.

 

Una de las sorpresas de este 2017 es «Non ho l’età», donde Vega da nueva vida y brillo a éxitos patentes y latentes de la siempre interesante música italiana. Centrándose en la década de los sesenta, las excepciones son tan acertadas como la norma general. Carosone y Battiato comparten espacio sonoro con Domenico Modugno, Paolo Conte, Mina o Jimmy Fontana. No dejen de leer la reseña de César Prieto, pero sobre todo no dejen de escuchar «Non ho l’età», donde hay guindas tan sabrosas como el dueto (aquí sí viene a cuento usar el italianismo) con Elvis Costello en ‘Dio come ti amo’. Vega está orgullosa del trabajo realizado, reivindicando la libertad como motor creativo, y no puedo hacer otra cosa que sumarme a esa idea. El arte no tiene edad.

 

¿En qué momento decides lanzarte a preparar «Non ho l’età»?
Me encantaría decirte que es un ejercicio de estilo superpensado, pero en mi carrera casi siempre he respondido a la necesidad de hacer algo que me apetezca como artista. Ya he tenido la experiencia de hacer algo que no me gusta. La mejor forma de buscar tu sitio es hacer lo que quieres hacer. Este disco se plantea de una forma tan inocente, tan natural para mi… Visto desde fuera es un poco rocambolesco, estamos hablando de un disco de canción italiana de los sesenta, y en italiano. Pero a nivel personal no es tan raro, son canciones que han formado parte de mi niñez, las escuchaba con mi padre, las tengo perfectamente interiorizadas. Responde a lo bonita que es la música que se hacía antes. Salvo gente muy concreta, autores o bandas, parece que ahora todo es música con prisa, para que sea un exitazo en el momento, y antiguamente la pretensión no eran solo los bombazos, ni las listas de ventas, ni el marketing, ni los números uno, había una preocupación también por hacer canciones bonitas. Mi público más joven probablemente no conozca las canciones originales, pero eran maravillosas, frescas, aportaban cosas distintas, con una riqueza de melodías brutales. Eso, de una manera pausada, no se da ahora. Es un bonito ejercicio retomar algo que era tan natural para mi. Hay algunas que se han quedado fuera, porque en mi revisión no aportaba nada. En el disco habrá mejores y peores, pero me parece un ejercicio bonito unir generaciones, a algunos refrescárselas, a otra generación contarle de dónde nacen. Siempre pongo el ejemplo de ‘Volare’: mi generación la conoce por los Gipsy Kings, pero es de Domenico Modugno, me sirve para explicar un poco todo esto. Pero hay una generación de gente con veinte años que escucha mi música, y para ellos casi es un disco nuevo.

 

Tampoco es un disco de versiones exactas.
No es un disco de versiones al uso, es más bien rendir un homenaje a un concepto musical, a una época. Si fuera un disco de versiones, con toda esa proliferación de canciones que hubo en los sesenta, hubiera sido probablemente un repertorio distinto, y hay canciones que son hasta cierto punto extrañas en un disco.

 

En esa línea y según avanzo en la escucha de «Non ho l’età» aparece ‘Dio come ti amo’, donde estás muy bien acompañada por Elvis Costello. ¿Es Costello otro apasionado de la música italiana?
Parece ser que sí, no lo conozco tanto como para poder hablar por su boca, sería un poco osado. Lo único que sé es que este disco, además de suceder de una forma natural, también tiene algo de esos benditos accidentes que suceden en mitad de una grabación. Soy una artista que vive de sus derechos de autor, también escribo para otros artistas, mi filosofía al encarar nuevos proyectos es coger mi dinero e invertirlo en mi carrera. Cuando sucede esto digo: «Quiero hacer un disco como si fuera el último», entonces me pego el capricho de quedarme tiesa y palmar toda la pasta en irme a los sitios donde casi ya ni una multinacional te manda, porque no gastan eso en un disco, y menos de una artista como yo. Me fui a Capitol Records y quise a Pete Thomas para grabar la batería, y a Sebastian Krys para producir el disco. Entre Pete y Sebastian me propusieron ir a la presentación del libro «Unfaithful music & Disappearing Ink» de Costello, en octubre de 2015 en Los Ángeles, tuvimos acceso al backstage para conocerle y ahí ya me dio un shock.

 

El shock de la admiradora.
Yo soy bastante vergonzosa, lo suelo pasar mal en estas situaciones porque no sé qué decir, me quedo en blanco y me puede el momento de admiración, y se me olvida qué hago y quién soy. Costello es un hombre muy agradable, y nos preguntó: «¿Qué estáis haciendo con Pete?». Sebastian le contestó: «Ella es Vega, es una artista española y estamos grabando este álbum, centrados en esta década y tal, y en italiano». Me miró y me dijo: «¿Cuántos años tienes y por qué esto?¿Por qué un disco así en alguien con treinta y ocho años?”. No me corresponde, no es la música de mi adolescencia, es una música que he escuchado con mi padre, y le expliqué un poco por qué me motivaban estas canciones y ese gusto por esas melodías que se hacían antes, los arreglos, las orquestas que tocaban… Que la música estaba vestida por un glamour que hoy solo existe a nivel escaparate, pretencioso.

 

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“En toda mi carrera reivindico que ser auténtico es ser lo que uno es, independientemente de que les gustes más o menos a los demás”

 

Paradójicamente, el estilo que conforma «Non ho l’età» recibía la denominación de «música ligera», cuando llevaba un gran trabajo de arreglos para las orquestas que apuntabas.
Exacto. Está superelaborado, de ligero no tiene nada. Soy muy enemiga de las etiquetas, pero lo de ligero era porque es una música que entra muy bien, muy fácil, fresca, no densa. Era algo que se dejaba escuchar con mucha querencia, con mucha facilidad, y sobre todo hay una riqueza de melodías, había una preocupación musical que de repente daba un amplio espectro de color a lo que había hasta ese momento en la música. Ten en cuenta que los Beatles aparecen discográficamente en el 62, vale que los Beatles fueron el boom, quienes levantaron a la juventud y demás, pero antes de ellos, esta música es la que apuntaba dónde iba a ir todo eso.

 

Esos arreglos orquestales, clásicos que introduce George Martin.
Yo escucho el «Sgt. Peppers» y para mí hay muchas cosas de esa música de los 60, incluso de los 50. El caso es que a Costello le gustó el proyecto, y Sebastian le dijo: «Si te apetece colaborar»… Frase manida a la que él contestó: «Sí, mandándome las demos». Yo ahí estaba muerta de la vergüenza, diciéndole a Sebastian: «A ver qué le mandas, déjame cantarlo otra vez porque me muero de la vergüenza». Y recuerdo que le mandamos las demos tal y como estaban, con sus fallos de pronunciación, porque di clases de italiano después para perfeccionar todo esto, y Costello eligió ‘Dio come ti amo’. Obviamente, a alguien así no le dices «Quiero que cantes esto» (risas), le dices: «Canta lo que te de la gana». Me sorprendió, podría haber escogido uno de esos «hitazos», ‘Volare’ fue número uno en Estados Unidos, la única canción de habla no inglesa que ha estado tanto tiempo en el número uno de las listas americanas. Sin embargo eligió ‘Dio come ti amo’ porque ya en la maqueta la había cantado un poco pop medio lírica operística o dramática, no sabría cómo definirla exactamente, pero sí que hay ese punto de vista que yo tenía en ‘Dio come ti amo’, porque la original es mucho más dulce, más inocente, más rota, y para mi era a lo Romeo y Julieta, con todo el drama detrás. A Costello le gustó esta, y me dijo: «La quiero cantar en italiano». Me dijo que le parecía súperinteresante que alguien quisiese respetar el idioma original y le explique el por qué.

 

¿Por qué?
El por qué parece supertécnico, pero la sonoridad de las palabras son parte de la melodía. Es como un instrumento, si modificas en una palabra la sonoridad de la vocal probablemente estés rompiendo esas armonías que hay también y que entrelazan con el resto de la música. Cuando adaptas una canción, por las distinciones de los idiomas, cambia la sonoridad de las vocales y pierde, para mi pierde. Incluso las mías, si intento cantarlas en inglés que es todo supercool, pierden algo. Para mi era importante respetar los clásicos, rejuvenecerlos pero permitiendo que estuviera la esencia de la música de antes. Es un ejercicio un poco difícil. Por ejemplo, en ‘Centro di gravitá permanente’ el proceso es inverso. Todas las canciones las teníamos que rejuvenecer, y esa había que envejecerla. Es una canción que me fascina y le tengo tanto respeto…

 

 

Esta es la siguente sorpresa de «Non ho l’età», una versión de Franco Battiato, en parte heredero de esa línea melódica pero sobre todo renovador y vanguardista de varios géneros, con un tema situado ya en 1981. ¿Por qué esta canción?
Me flipa toda su discografía, podría haberme cantado cualquiera. Bueno, cualquiera no, cualquiera que pudiera cantar, vamos a ser francos.

 

Lo de ser francos, nunca mejor dicho.
Eso (risas). La cosa es que ‘Centro di gravitá permanente’ es la primera canción que fui capaz de cantar con dieciocho años en italiano entendiéndola. Tiene su historia detrás, yo intenté hacer una versión de ‘Centro di gravitá permanente’ en mi segundo álbum, «Circular», y la multinacional en la que estaba me dijo que no, intenté hacerla en italiano y me dijo que no, no. En aquella época todavía me imponían, yo era compositora de mis canciones, pero me dirigían mucho el repertorio y me propusieron hacer una versión del ‘Eres’ de Café Tacuba, o sea, lentejas, esto es así. Hice la versión, que me parece muy digna, pero no era la que quería hacer. Cuando me enfrento a la elección del repertorio para «Non ho l’età», me dije: «Esta es mi oportunidad». Pero se me escapaba mucho del concepto del disco, porque es la única de los ochenta. Las demás, salvo Renato Carosone, que es de finales de los cincuenta, son de los sesenta. Si pensamos cómo hubiera sonado en los sesenta, tiene un cambio de ida y vuelta un poco más complicado, porque creo que parte de la magia de ‘Centro di gravitá permanente’ son los sintetizadores, pese a que haya mucha gente que no les gusta, a mi me fascinan y son parte de la magia. Pero ver cómo hacer un back to the future (risas) con esta canción me divertía, hacerla más tipo guateque sesentas. Se la hice llegar a Battiato y a él le gustó, esta es una de las cosas que no he contado pero sí, le gustó.

 

A ver, a ver, puedes entretenerte un poco en esto.
Si, le gustó, también el concepto del disco, estuvimos hablando con su mánager y ya me quedé más tranquila. No sé si a Mina le ha gustado mi versión, pero con Franco Battiato si que lo sé, porque estuvimos mirando la posibilidad también de hacer una colaboración, lo que pasa es que al final se complicó un poco, cosa que con Costello no y eso que a priori es más difícil, pero bueno, no lo hemos descartado, estamos mirando. Para mi era importante porque es de esos que siguen teniendo carreras en activo. Quería mostrarle al público más joven que yo crecí con esto, y hasta qué punto me siguió interesando la música italiana que llegué a conocer a un señor que se llama Franco Battiato y que él a su vez ha influenciado a gente como Carmen Consoli, es decir, hay un seguimiento en la música italiana, no me quedo en lo que he escuchado con mis padres.

 

¿Has pensado en otras décadas y géneros?
Es difícil hacer un disco de italianas y tener que elegir. Cuando abrí la baraja al principio salieron grandes himnos que hubo en los ochenta, Ricchi e Poveri y todo este tipo de cosas, pero ni me siento cómoda cantandolo, ni con el concepto, y sobre todo ha habido muchos discos de estos hechos en español. Tenía muy claro que cuando la gente escuchara la primera canción de «Non ho l’età» no quería que pensaran en los grandes clásicos de los ochenta, los setenta, porque no es esto, es un disco muy acotado, con un sonido muy claro, y no quería llevar al error, por eso hemos lanzado también singles un poco peculiares cuando hay canciones más conocidas. Por eso presentamos ‘Città vuota’ en un mini fragmento que hubo de la grabación, o un trocito de ‘Ma che freddo fa’.

 

 

Claro, teniendo a Dalma tan cerca.
Sí, sí, claro. Hay mucho disco hecho de canción italiana, sobre todo en español, una de las grandes guerras fue mi empeño en el idioma. Hay alguna canción, como ‘Il mondo’, que me daba muchísimo respeto, no quería hacer una versión porque no me gusta casi ninguna de las versiones que se han hecho de ‘Il mondo’, sobre todo en español. Para mi perdía, y en italiano tenía que aportar algo. Casi fue un empeño de mi hermana pequeña, me dijo: «Por favor, es mi canción favorita del mundo mundial, cántamela». De todas las canciones es la que más suena a un disco de Vega, si tú coges cualquier canción de «Wolverines», su concepto no está muy lejos de la conceptualización de ‘Il mondo’. Quizá era porque es la que más respeto me daba, casi estaba desnuda, podría haber sido un track escondido dentro de este disco, pero tiene mucho de mí, cantando a pelo prácticamente con unas guitarras muy bonitas de Kike Fuentes detrás.

 

Más sorpresas: escoges ‘Tu vuò fà l’americano’ del impagable Renato Carosone, con una letra de enorme ironía que además sigue de plena actualidad. ¿Por qué?
La conozco hace muchísimos años, y cada vez que oía esos remixes que se han hecho, decía: “Pero qué pena, por Dios», porque es un temón, la letra tiene una ironía brutal, es una canción canalla, tiene picaresca, tiene tantas cosas que los remixes se quedaban simplemente en un «pa, pa, pa, panamericano». Me preguntaba si la gente sabría de dónde viene esto, porque la original es una maravilla. Dentro de Carosone hay cosas que me gustan mucho, ya apuntaba cosas, por ejemplo en «Wolverines» tengo una colaboración con Arturo Sandoval, a mi este tipo me tira un poco al jazz. Quería enseñarle a la gente que este «pa, pa, pa, panamericano» que habían escuchado viene de esto, y tiene un swing y una cosa que en una voz femenina de repente me parecía especial, me parecía simpático, porque casi todas las versiones que hay son voces masculinas o son un remix. La canción tiene algo que es muy mío, la sorna, es algo que tienen incluso las canciones en español antiguas. Yo colaboré con Raphael porque me parecía que su forma de interpretar, esas letras que había en las canciones de antes no lo hay ahora, el intérprete que te quiere contar algo no solo requiere una gran voz, la intención a la hora de cantar tiene mucha importancia. Cuando hago canciones para otro, más que fijarme si me ha gustado la producción o no, me fijo en qué intención ha puesto el artista. Con Renato Carosone quería darle mi intención a la canción, fue una con las que más me he divertido porque no tiene un gran recurso vocal, es interpretativo total, y a mi ese mensaje de: “Vas de esto, pero no lo eres”, me parece que está a la orden del día, es un mensaje que sigue vigente.

 

Es muy castizo, por buscar una palabra análoga que defina la ironía napolitana de Carosone.
Sí. Me la tomé como el rollo de las multietiquetas: están los gafapastas, los indies, los no sé qué… Cuando vas de eso, perfectamente maqueado para ser este estereotipo, pero en el fondo eres otro. En toda mi carrera reivindico que ser auténtico es ser lo que uno es, independientemente de que les gustes más o menos a los demás, y yo intento tener una carrera que sea lo más consecuente y coherente posible con todo lo que he hecho. He hecho lo que he hecho, e intentado mejorar lo que he intentado mejorar, pero no pretendo ser lo que no soy. Hay veces que me han dicho «¿Quieres ser indie?», no, no es que quiera, es que lo soy, es que me pago yo mis discos. ¿Qué me estás hablando, de una pose, me estás hablando de un sonido o me estás hablando de lo que es ser independiente? Yo soy una persona independiente, totalmente, al cien por cien. Otra cosa es que estemos hablando de las etiquetas musicales, estemos hablando de las estéticas. Entonces, esta canción tiene total vigencia y actualidad en el mensaje a todos los ámbitos: social, político, lo que quieras.

 

Y además es el ideal de canción protesta con humor. Otro emblema al que te enfrentas es ‘Azzurro’, Paolo Conte y Celentano de una tacada. ¿Cómo la construyes?
Sí, Paolo como compositor y Celentano intérprete. Con ‘Azzurro’ pasa una cosa, en el repertorio también había cosas de Nicola Di Bari, canciones de Rita Pavone, había muchas, una en concreto no la he cantado porque quiero llevarla al directo, pero necesitaba tiempo para digerirla más. Es ‘La partita di pallone’ de Rita Pavone, que me encanta porque me flipa el fútbol. Una de las canciones que más me han gustado de la música italiana es ‘Azzurro’, no me extraña que sea un himno para Italia, tiene una letra brutal, una orquestación brutal también, grande, y es una canción recargada, tiene diez mil cosas que funcionan a la perfección con ese tipo de interpretación del Celentano canalla, era como el típico artista italiano canalla. La canción en mi voz suena mucho más dulce, la imaginaba como un camino de baldosas amarillas aunque fuera aquello «azzurro», en el que la descripción que va haciendo del cielo me parece como algo más «Little Miss Sunshine», no sé cómo explicarlo, como un viaje. Lo iba haciendo más dulce, y me veía caminando con una banda tipo circense detrás, muy «Sargent Peppers». Es una canción producida pensando en llevarla al directo. Siempre pienso cómo voy a llevar las canciones al directo, es importante porque luego no quiero que haya fiascos, me sigue importando más un directo que un disco. Empecé a pensar en interpretarla sola y que se fuese añadiendo gente, como esas imágenes en las pelis italianas, veía el concepto así, y musicalmente también: empiezo yo y se va sumando gente, sumando hasta el punto de poder hacer un recorrido por un teatro, por una sala, con la gente detrás cantando y los músicos detras como las bandas de los pueblos antiguos. Esta canción es más acústica, más folk, había que deshacerla entera porque superar un arreglo de ‘Azzurro’ tal y como se ha hecho es imposible.

 

Lo que explicas me lleva a esa peli de Marcello Mastroianni, “Ocho y medio”, a la escena en que se van uniendo intérprete, público y esa banda circense, con banda sonora de Nino Rota, por supuesto.
‘Azzurro’ tiene una característica fundamental: es una canción que es un bucle, hasta cuatro veces se repite lo mismo, la producción que tiene es fantástica porque repite y tiene una dinámica puesta en el arreglo que hace que no te canses. Cuando le sacas ese arreglo tienes que plantearlo como una forma completamente desnuda y distinta para ir creando la expectación de qué pasa. De todas las canciones que hago me imagino una película. Entiendo que las canciones en la vida de la gente son bandas sonoras, intento visualizarlo así. Mi ‘Azzurro’ sería la banda sonora de un momento muy relajado, de un domingo por la mañana, de un paseo entre amigos. De ahí vine un poco la cosa.

 

En la interpretación de Celentano también hay algo de descaro.
Completamente desenfadado, y sin embargo canto un poco más dulce, más suite, es un ejercicio de hacer cosas distintas. Como intérprete soy bastante tosca y me tira mucho el rock and roll en la garganta, y muchas veces tengo que frenar los caballos para intentar hablar, matizar, ser más dulce, porque yo empiezo con rock tranquilo y luego soy de las que me gusta ir con todos los caballos.

 

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“Como intérprete soy bastante tosca y me tira mucho el rock and roll en la garganta, y muchas veces tengo que frenar los caballos para intentar hablar, matizar”

 

Antes, con lo de Costello, citabas a Sebastian Krys como productor, pero tú también has llevado las riendas.
Sí, los dos. Los tres últimos discos los hemos coproducido. Sigo con el mismo equipo. Kike Fuentes es mi guitarrista y con él compongo muchas de las cosas, con él trabajo las estructuras, cómo vamos a hacer crecer las canciones, cómo enfocarlas. En esta ocasión le dije: «Kike, vamos a hacer un disco de canciones en italiano, no vamos a componer, tenemos que ver cómo plantear esto», porque las guitarras tienen una importancia fundamental en este disco. Es un tándem, un equipo que funciona bien. Hay gente que me pregunta por qué voy a grabar fuera, y respondo que mi primer disco lo grabé en España, el segundo también, y sin desmerecer para nada el trabajo que hice con esos productores, por ejemplo con Nigel (Walker) que somos muy amigos, yo venía de un mundo tan loco como el de la televisión en el que casi me dijeron: «Tú eres una cara bonita, un pelo largo, una guitarra. Toma, abre la boca cuando tengas que abrir la boca». En mi primer disco llegué al estudio, y les parecía raro que quisiera ver la grabación de las baterías de Vicente Climent, por ejemplo. “¿Por qué se traga la grabación de bajo y batería?», se preguntaban, y es que estaba aprendiendo, yo era una esponja. En mi primera experiencia en Estados Unidos me encontré un batería como Lee Levin, que grabó «Metamorfosis», o incluso Abe Laboriel Jr., que grabó «La cuenta atrás» o Aaron Sterling en «Wolverines» o Pete Thomas ahora en «Non ho l’età», y ellos me preguntan: «¿Esto te parece bien?¿Lo quieres así?», no existe el prejuicio, no hay etiquetas, soy una artista que contrata a sus músicos, saben que soy la compositora de las canciones y obviamente me miran para decirme qué tienen que hacer, y eso es lo que debería ser y probablemente ahora se haga así en España, pero cuando empecé en el 2001-2002 esto no era así, por lo menos siendo mujer.

 

Quizá tenga que ver también con el entorno televisivo.
También, tendrá todo que ver. Yo me presenté a un programa de intérpretes y a lo mejor no fue el lugar más acertado, en cualquier caso estoy aquí. Han pasado quince años, y eso fue tres meses de mi vida, quiero pensar que no es tan importante, lo que hice allí no tiene que ver con lo que hago ahora, quiero pensar que es un primer peldaño y todos tenemos uno. Para mi es dignísmo, aprendí mogollón de televisión, de muchas cosas que no son musicales, sobre todo aprendí a decir qué quiero y qué no quiero.

 

Que no es poca cosa.
No es poca cosa. Sin desmerecer, pues sí, he tocado en un Estadio Olímpico de Barcelona, tres canciones porque había que repartir entre tropecientos mil, pero yo salí allí y no sentí nada, es decir, sí estaba abrumada, pero musicalmente no sentí nada. Sin embargo, la primera vez que toqué en un teatro, que toqué mi música y vi que el público estaba allí para verme fue la primera vez que realmente disfruté, entonces aprendes de todo esto.

 

«Me cansé de cantar sin decir nada» que escribió Ricardo Arjona cuando tuvo que describir sus inicios y una sensación parecida.
Y eso que yo tuve la «suerte», qué narices, tuve el empeño después de pelearme con media España y parte del extranjero de que el primer single que saqué fuera escrito por mi, y mi primer disco también. Fueron concesiones que me hicieron por no escucharme, era lo más parecido a un dolor de cabeza para ellos. Pero había cosas que no acababa de controlar, los videoclips, la imagen, las portadas, no tenía control de eso, ni qué medios hacer ni qué no, y durante ese recorrido he llegado a decir: “Esto no lo hago porque no me da la gana, porque no me aporta nada, no pienso cantar un minuto coma dieciocho segundos de mi canción. ¿Qué queréis qué haga,que lo corte?». Me decían: «No, es que vas antes de la publicidad». ¿Pero quién ve esto?¿es mi público esto?, no, es un público gigantesco, es para otros.

 

Sí, a granel, como esos frascos de colonia de varios litros, con poco perfume y muy volátil.
Exacto.

 

De los destacados que se han quedado fuera de «Non ho l’età», quiero preguntarte por Gino Paoli, ¿habrá ocasión de recuperarlo en una segunda parte?
No, no está. No lo sé, no lo tengo pensado, si se da una segunda parte será de una forma natural, pero para mi la segunda parte es el directo. No sé cómo explicarlo, no tengo tanta necesidad. Hay gente que dice que graba discos para seguir girando, para mi los discos son un fin en sí mismos, me gusta hacerlos, disfruto el proceso, pero el día que salen al mercado dejan de existir para mi. Para mi «Non ho l’età» ya ha pasado, ahora toca una siguiente fase que es el directo, que para mi es un disco nuevo, porque no quiero que suene a una réplica. Para eso, con perdón, que se pongan el disco en casa. Necesito dar un espectáculo donde incluso las canciones van a ir evolucionando con mi forma de interpretar, de sentirlas. Tiene que ser distinto porque lo que quiero en la gira es ofrecerle a cada persona que entre por la puerta un momento único, irrepetible para él, algo que con un disco no puedo hacer, un disco son copias. Yo agradezco mucho que la gente compre los discos porque eso me permite poder seguir en el mundo de la música, pero lo que puedo ofrecer de verdad, como algo irrepetible, es cada noche que me subo a un escenario, y ahí si que soy irremplazable.

 

Y el repertorio se plantea de otra manera también.
Es más amplio, si solo cantara un disco haría conciertos de 45 minutos, ahí es donde entran las segundas partes. Si hay segundo disco será porque me de un macro punto, pero nunca responderá ni a demandas de público, ni a ventas, ni a no ventas. Ahora estoy con «Non ho l’età» y lo que me apetece es girar en teatros un espectáculo donde a la gente le haga soñar con Italia durante dos horas de su vida, y grabando «La reina pez», mi disco de inéditas. Empecé con «Non ho l’età» en 2015 y estamos en 2017, llevo dos años componiendo, tienen dos vidas distintas.

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