Valve bone woe, de Chrissie Hynde

Autor:

DISCOS

«Un disco tan oxigenante y bonito como escasamente relevante»

 

Chrissie Hynde
Valve bone woe
BMG, 2019

 

Texto: CARLOS PÉREZ DE ZIRIZA.

 

Quizá haya alguna lectura generacional en clave de ocaso del rock tras este álbum: la sombra de las últimas maniobras de Iggy Pop, Bob Dylan e incluso David Bowie (con su soberbio epitafio) son demasiado alargadas como para no pensar que en esta inmersión de Crissie Hynde en los estándares del jazz no hay también cierto hartazgo de unos modos de hacer cuestionados por sus propios tótems — no así por nuevas generaciones de músicos, por suerte— , como si se hubieran cansado de proyectar una cierta imagen previsible de sí mismos. El caso es que la voz de la lideresa de Pretenders exhibe ductilidad y empasta estupendamente en esta colección de material ajeno, el primer álbum íntegramente de versiones que edita en su carrera, una lid —la de las versiones, así en general— en la que ya cuenta con mucho bagaje, y que puede localizar una remota semilla en aquel dueto con Frank Sinatra en 1993, “Luck be a lady” (en Duets II).

Cuidadas relecturas, sin incurrir en ninguna temeridad, del “I get along without you very well (Except sometimes)” de Hoagy Carmichael, “Meditation on a pair of wire cutters” de Charles Mingus o el “River Man” de Nick Drake, que podrían coquetear con el temible easy listening si no fuera porque la producción de Marius de Vries y Eldad Guetta procuran un traqueteo electrónico que le sienta muy bien al final de “Caroline, no” (The Beach Boys), inyectan dub al remate de “Absent minded me” (popularizada por Barbra Streisand), y sumergen el estertor de “No return” de Ray Davies (de nadie ha hecho más versiones en su vida que de su expareja y padre de una de sus dos hijas) en un precioso bucle de cuerdas y loops vocales. También le da con solvencia al francés en “Que reste-t-il de nos amours” (Charles Trenet), rematando un disco tan oxigenante y bonito como escasamente relevante.

 

Anterior crítica de discos: Let’s rock, de The Black Keys.

 

 

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