Un gusano en la Gran Manzana: Pioneros y un náufrago

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“El gran Peter no tiene libro malo. Sus tomos sobre Sam Cooke o Elvis, sus viajes por el blues, su texto canónico sobre el soul (hasta que vino Luis Lapuente y logró la proeza de actualizarlo y superarlo), son lectura obligatoria”

 

 

La biografía de Sam Philips a manos de Peter Guralnick, el adiós de P. F. Sloan y el último premio a Willie Nelson se cuelan en el gusano neoyorkino de Julio Valdeón.

 

 

Una sección de JULIO VALDEÓN.

 

 

–17 de noviembre
Habría que dedicarle pieza mayor a Sam Phillips, padre de Sun Records y descubridor de Howlin’ Wolf, Ike Turner, Elvis Presley, Jerry Lee Lewis, Johnny Cash, etc. Pero sobre todo habría que escribir y loar a Peter Guralnick, que acaba de publicar la biografía del productor totémico. El gran Peter no tiene libro malo. Sus tomos sobre Sam Cooke o Elvis, sus viajes por el blues, su texto canónico sobre el soul (hasta que vino Luis Lapuente y logró la proeza de actualizarlo y superarlo), son lectura obligatoria para cualquiera con un mínimo interés por la historia no ya de la música sino del siglo XX.

 

–18 de noviembre
Murió de cáncer de páncreas Philip Gary Schlein, P. F. Sloan. Escribió canciones para Jean & Dean y los Turtles. Sobre todo escribió ‘Eve of destruction’, un himno entre apocalíptico y antibelicista que lo presentaba como candidato a suceder en el concurso la voz de una generación al bardo que ustedes imaginan y al que hoy no cito por ver si una semana, siquiera una, no aparece su nombre en el “gusano”. La de Sloan fue una carrera enigmática y guadianesca, pespunteada por los pasotes con las drogas y las enfermedades mentales. Podría decirse que en términos profesionales nunca sobrevivió a su gran canción, y que como sucede a menudo ella seguirá sonando y rulando mientras que del bueno de Sloan no se acordará nadie. Nosotros sí, y saludamos al espíritu atormentado en su tránsito a las enciclopedias, sección notas (merecidas) a pie de página.

 

–19 de noviembre
Le conceden a Willie Nelson el premio Gershwin. Comenzó a darse en 2007 y por vez primera honra a un autor de country. Bien está comprobar que el género ya no arrastra el estigma de los cardados y la biblia, la plaga de reaccionarismo que le achacaba el público rockero hasta que Cohen y otros muchos lo reivindicaron como una de las fuentes esenciales de la música estadounidense.

Anterior entrega de Un gusano en la Gran Manzana: Desde el planeta de los simios.

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