“Tu casa es mi casa”, de Hibernales

Autor:

DISCOS

“Resulta extravagante, fuera de la ortodoxia y de los registros habituales, pero sumamente adictivo”

hibernales-23-03-17

Hibernales
“Tu casa es mi casa”
EL GENIO EQUIVOCADO

 

Texto: CÉSAR PRIETO.

 

El pop de habitación que componen los dos hermanos Bernal, Elisa y Eloy, éste último también en Neleonard o Gúdar, resulta extravagante, fuera de la ortodoxia y de los registros habituales, pero sumamente adictivo. Su escucha fluctúa, dentro de una amplia gama de espectros entre el delirio más onírico y la ternura callada, entre la locura y las sensaciones puras y a flor de piel. Y todo lo envuelven de franca experimentación sonora, sin complejos, tensando al máximo las posibilidades de cada hechura.

Cierto es que hay fragmentos de tintura clásica, verdaderos brindis para seguir adelante con esa sencillez que retrata por sí misma el espíritu amateur e íntimo del disco. La desnuda guitarra acústica de ‘Por amar’ introduce una delicada oda a la música, a la vida. Porque vivamos al menos una al día, dice la letra, en este caso tan serena y esperanzada como la ilusionada es ‘Tu casa es mi casa’, cercana en su base fundamental al donosti sound.

Pero también es verdad que esta delicadeza en ocasiones se convierte en el discurrir de la canción en un torbellino, creciendo la intensidad y la demencia sonora, como en ‘Quédate’, en la que asistimos a un ejercicio de vals alucinado, o ‘Los pies’, que podría haber firmado perfectamente Sergio Algora, aquí sin festivales sonoros y sí con instrumentación delirante.

En ocasiones, echan mano de un minimalismo oriental, bien claro en ‘La fuerza centrípeta’ letra de amor con enunciados breves, casi un haiku, o en ‘Draper’ o ‘Mi tiempo’. También de una esencia folk que se encargan de desvirtuar, la melodía popular de ‘Gente normal rara de encontrar’, encajada en redes electrónicas y panderetas, parece ser el canto tradicional e un exoplaneta, y el bonus que regalan, ‘Delay’, es un pequeño guiñó al tratamiento onírico del folklore. Y aún se permiten, en un surtido variadísimo, jugar con la pizpireta ‘Que parezca una broma’, un verdadero popema cartoon.

Concluyamos con la canción, con aquellos tres minutos que dan la esencia de lo que es el grupo y que han sido tocados por la mano de la belleza: ‘Aproximadamente un minuto’, el fondo obsesivo que introduce un pop sinfónico, entre el “Pet Sounds”, Vainica Doble y los cuentos infantiles, una pequeña y preciosa sinfonía con una letra en la que conviven gatos, piscinas, otoños… Solo por esta maravilla de imaginación sonora, ya valdría la pena el disco; pero lo que se intuye en el resto pueden tener mucho más recorrido si dejan de lado los fondos a veces crípticos y se dedican a aquello que parecen saber hacer bastante bien: crear emociones.

Anterior crítica de discos: “Polvo de estrellas”, de Los Auténticos.

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