«Todo el mundo adora nuestra ciudad”, de Mark Yam

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LIBROS

 

“El que lo vivió y lo disfrutó tiene ante sí un banquete, que pinche los discos y se deleite con la banda sonora y la lectura”

 

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Mark Yam
“Todo el mundo adora nuestra ciudad. Una historia oral del Grunge”
ES POP EDICIONES

 

 

Texto: FERNANDO BALLESTEROS.

 

 

Pues sí, es cierto, todo el mundo adoraba Seattle cuando en 1992 Mudhoney lo cantaron en “Overblow”. A esas alturas ya habían pasado unas cuantas cosas que situaron a la ciudad en el centro del mapa de la industria musical, algo, por otro lado, difícilmente imaginable en 1986 cuando la modesta compañía C/Z Records publicó “Deep six”, el presunto punto de partida.

Al menos es el minuto uno de la historia que cuenta este libro, una historia oral, otra más, en este caso del grunge, dichosa palabra de la que se pueden decir muchas cosas y una de ellas casi indiscutible: pocas veces una etiqueta musical ha dado cobijo a grupos con tan poquitas cosas en común más allá de su procedencia.

Mark Yarm coge el toro por los cuernos, no renuncia a la palabra de marras y traza un recorrido que se inicia antes del nacimiento de la escena, pasa y se detiene en estaciones renombradas entre las que «Nevermind» ocupa el mismísimo centro de la imagen y concluye mucho más tarde de su peliaguda resaca. En el camino, el éxito, la fama, el triunfo inesperado y desmesurado, las facturas a pagar por él y el drama y la tragedia con nombres propios como el de Kurt Cobain, Andy Wood, Layne Staley o Mia Zapata.

Los sellos –la historia de Sub Pop es protagonista, faltaría más– los músicos, los locales, las publicaciones…todos los actores de aquella película tienen su espacio en “Todo el mundo adora nuestra ciudad”. Se agradece conocer de primera mano cómo se coció todo aquello en el seno de bandas como Alice in Chains, Melvins, Soundgarden, Tad, Screaming Trees o 7 Years Bitch, algunos de cuyos miembros, entre los de otros muchísimos grupos, desfilan por estas páginas. Resulta conmovedor revivir el auge y la caída retransmitida a todo el mundo de Cobain y destacable que no haya atisbo de sensacionalismo en este capítulo de la historia, tan dado a ello en anteriores entregas.

Este es un trabajo bien documentado, las más de doscientas cincuenta entrevistas hablan por sí solas, pero además es divertido, muy divertido. Porque antes de que todo se empezara a torcer, antes de que la heroína comenzara también a causar estragos, allí lo que había era un grupo de jóvenes que hacían y deshacían bandas y que soñaban con su insólita y autóctona aleación de hard, punk, heavy y una especial habilidad para las melodías entre los más listos de la clase.

Antes de que el circo abandonara la ciudad y comenzara el inventario de penalidades, que existieron, también hubo felicidad y mucho humor, algo que se suele olvidar y de cuya existencia no debemos dudar cuando en el ajo anda gente como Mark Arm y sus Mudhoney. ¡Que no todo fueron malas noticias y luchas quijotescas de Pearl Jam contra gigantes como Ticketmaster!

El que lo vivió y lo disfrutó tiene ante sí un banquete, que pinche los discos y se deleite con la banda sonora y la lectura. A los no iniciados se les presenta una oportunidad de conocer a fondo lo que ocurrió en Seattle para que, de manera inesperada, la palabra “alternativa” fuera la más utilizada cada vez que se hablaba de música.

 

 

Anterior crítica de libros: “Political world. Rebeldía desde las guitarras”.

 

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