Todas las suertes de lo imprevisible, de Ocata

Autor:

DISCOS

«Un álbum sencillo, transparente, honesto. Asentado en la fórmula esencial del pop rock»

 

Ocata
Todas las suertes de lo imprevisible
DISCMEDI, 2022

 

Texto: SARA MORALES.

 

¿Quién lo iba a pensar? Cuando la banda barcelonesa compuso “Moscú”, tema que abre este segundo álbum de estudio y single con el que lo adelantaron, la premisa era huir, elegir una ciudad inmensa y remota en la que perderse para encontrarse a uno mismo. Hoy, todos diríamos que la capital rusa no es el mejor de los destinos, pero esta canción continúa abrigando y dando calor desde el hielo de la desesperanza.

El tono melancólico, esa nostalgia reñida con el impulso de reconstrucción al que nos obligamos constantemente, cose las costuras de Todas las suertes de lo imprevisible. Un álbum sencillo, transparente, honesto. Asentado en la fórmula esencial del pop rock que dejan sonar en la intro instrumental de cada tema y en los elegantes, y nada exagerados, crescendo de los estribillos. Siempre dando en la diana a la hora de remover recuerdos, fotogramas del pasado, películas vitales; tejiendo cada historia relatada, a veces con reposo (“No rompas mi paz” o “Saltar entre pensamientos”), y otras con desdén (“Bailando como padres”), de un modo llano, directo y, por eso mismo, también veraz y acertado.

Muy lejanos de artificios, de producción desmesurada y fachada impostada, Ocata siguen presentándose tal cual son. ¿Con cierto regusto a Coldplay? Sí, puede ser. ¿Con dejes de La Habitación Roja? También. Pero en cualquier caso, con esta segunda referencia en largo, suman no solo otro buen puñado de canciones, sino unos cuantas razones para tenerlos en cuenta si es que aún no era así.

Por frases que se clavan, como «conozco bien los atascos de mi corazón», de la estupenda “Los desnudos” o «hace un tiempo que las canciones no hablan de mí», que suena en “Canciones para adultos”; por destellos que se elevan y envuelven, como los de “Apartamento de mar”; y, sobre todo, por composiciones que ya se quedan para siempre con uno, como “Desde el asiento de atrás”, este Todas las suertes de lo imprevisible es toda una suerte en sí mismo. Tan cósmico y a la vez tan terrenal.

Anterior crítica de discos: Main offender, de Keith Richards.

Artículos relacionados