“Three estonian kids”, de Samu del Río

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DISCOS

“La atractiva melodía, la gozosa interpretación, lo luminoso de su forma de interpretar y el balanceo acogedor conforman los tres minutos inmejorables de ‘White’”

 

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Samu del Río
“Three estonian kids”
UNIVERSAL

 

Texto: CÉSAR PRIETO.

 

Samu del Río ha encontrado la canción por perfecta. La atractiva melodía, la gozosa interpretación, lo luminoso de su forma de interpretar y el balanceo acogedor conforman los tres minutos inmejorables de ‘White’. Lo malo es que la coloca al principio de su primer elepé y eso condiciona a las demás, por lo menos en primera escucha. Van pasando y pasando los nueve temas restantes, y uno sigue instalado en la magia que se ha creado con la primera. Hacen falta más escuchas para apreciar las otras joyas, también brillantísimas, con que nos deleita.

A la segunda o tercera vez que se escucha, apreciamos un general tono melancólico del que se escapa un bombón bailable como ‘The queen is on drugs’. Es pura disco music del 77 con el bajo a la manera de Bernard Edwards, esa guitarra raspada de funky dulce y toda la parafernalia de Chic y el Studio 54, cálida y adictiva. Pero es una “rara avis”, las texturas tienden como decimos a la languidez y la lentitud. De hecho, es un disco que parece hecho desde una relajación suprema, los acordes, la voz, la visión de las canciones es tan serena que se transmite al escucharlas un aire de placidez que saca ecos de todo lo que puede resultar  un cómodo colchón para los oídos, desde los Beach Boys hasta Elvis Costello.

Así ‘My life’ es pop de toda la vida, de ese fresco y dinámico. Y muchas de las canciones van por medios tiempos de carretera, de esos tan útiles para ver pasar el asfalto, ‘Invisible’ es buena muestra, o la brillante melancolía de ‘Bedtime’, la canción del estribillo más acariciante que he escuchado en tiempo.

Bien es verdad que el grueso de las diez canciones tira por el lado de la lentitud –grabado sin agobios, se nota de largo– y la increíble caricia de ‘Planets’, se traslada a un final en que ‘Summer Dresses’ – sólo a piano y voz–, ‘Love your back’ y la que da título al conjunto compiten para ver cuál de ellas expresa mejor las emociones. Y la expresan mejor todas, con los mínimos elementos. Así que no se queden solo con la primera, con ‘White’. Denle una oportunidad al resto y navegarán entre perfectas muestras de sencillez pop.

Anterior crítica de discos: “Ciencia ficción”, de Caravana.

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