The Smiths, un apellido común para hacer historia universal

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«La intención era conectar con el público de forma directa y personal, alejándose todo lo posible de la imagen distante y glamurosa que se asociaba entonces a la música popular»

 


Sobre los motivos que llevaron a Morrissey a bautizar como lo hizo a la legendaria banda de Manchester, concebida junto a Johnny Marr en 1982, ahonda Sara Morales en este artículo.

 

Texto: SARA MORALES.


 

El cuento comienza un poco antes de 1982. En aquel oscuro e industrial Manchester que ahogaba sueños y oportunidades, frustraba escapatorias y se sumía en la asfixia de una sociedad autómata, bajo el gélido dominio de hierro de Margaret Thatcher.

El joven Johnny Marr andaba buscando músicos para formar una banda, cuando unos amigos le hablaron de un tal Morrissey que vivía cerca, que escribía muy bien y con el que podía resultar interesante intentar poner en marcha un proyecto. Un tipo un tanto excéntrico, de trato susceptible y complicado, absorto el día entero en la obra de Oscar Wilde y con una sensibilidad delicada y sagaz para el arte y la literatura. Venía ya de transitar los círculos alternativos de la ciudad, al haber pertenecido a la banda punk The Nosebleeds con los que no terminaba de encajar por su cadencia vocal y su actitud en el escenario. Pero con Marr todo fluyó.

Tras una audición, Mike Joyce fue reclutado como batería; y el bajista Andy Rourke llegó enseguida a la banda tras la marcha de un efímero Dale Hibbert. La formación que pasaría a la historia acababa de nacer, solo hacía falta un nombre que los identificara para firmar —todavía sin saberlo— uno de los renglones de oro de la música del siglo veinte.

Ha contado Morrissey en varias ocasiones que, para tan legendario bautismo, eligió The Smiths por ser este el apellido más común y extendido de la sociedad inglesa, en una rotunda declaración de intenciones en pro de la gente corriente y sencilla, de las personas de a pie con un papel fundamental en el sistema, pero a menudo soterrado por la élite. Las intenciones pop de la banda casaban así con el concepto y el sonido que habían venido a representar, y presentarse ante el mundo a imagen y semejanza del resto de los mortales fue parte esencial de su código deontológico como grupo desde sus inicios.

Una postura contracultural con la que mostraron sus intenciones de conectar con el público de forma directa y personal, alejándose todo lo posible de la imagen distante y glamurosa que se asociaba entonces a la música popular. Poco a poco, además, sus canciones, a medio camino entre la reflexión, el ritmo poético y el retrato de la realidad, se irían convirtiendo en un símbolo, efectivamente, de la experiencia común y de la resistencia ante la convencionalidad.

Pero también hay quienes sitúan el origen del nombre The Smiths en aquel suceso de la crónica negra británica conocido como “los asesinatos de los páramos”, en los que murieron cinco niños a manos de Ian Brady y Myra Hindley, entre 1963 y 1965. Una historia que impactó a Morrissey en su juventud, que puso en jaque a toda la sociedad británica de los años sesenta y sobre la que se consiguió imponer justicia cuando David Smith, cuñado de Myra, delató y denunció los hechos ante la policía. En honor a su moralidad ante lo ocurrido, pudo también elegirse su apellido para el nombre de la banda de Manchester, aunque Morrissey ha descartado esta versión en varias ocasiones.
Y, a partir de aquí, comenzarían a llegar las primeras joyas de una banda irrepetible —“Hand in glove”, “This charming man”, “What difference does it make?”… —, acuñada como una más, pero capaz de marcar la diferencia durante décadas.

* Todos los detalles de la génesis y posterior carrera de The Smiths podéis encontrarlos en el libro de Carlos Pérez de Ziriza, Morrissey y los Smiths. Tanto por lo que responder (Efe Eme, 2024).

 

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