Teresa Salgueiro: Cruce de culturas en Lisboa

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«Realmente, el ser humano es difícil de entender, pero creo que estamos aquí para construir un mundo mejor, y luchar contra las injusticias»

 

Fue la voz de Madredeus, pero eso queda atrás. Ahora, Teresa Salgueiro encabeza su propio proyecto personal, con su mágica voz como arma principal. De su nuevo disco, «O mistério», habla con César Campoy días antes de actuar en España.

 

 

Texto: CÉSAR CAMPOY.
 

 

Corría el año 2008 cuando, tras unos meses de meditación en torno al futuro de la formación, Teresa Salgueiro anunció que, después de dos décadas, dejaba Madredeus. Veinte años en los que la incierta aventura iniciada por los otrora rockeros Pedro Ayres Magalhães y Rodrigo Leão pronto se convirtió en una maravillosa andanza asimilada, primero, por los fanáticos de las «músicas del mundo» y, pronto, por el resto de los mortales. A mediados de los noventa, Madredeus ya era la mejor tarjeta de presentación de Portugal, y su vocalista, la dulce Teresa, una de las voces más elegantes y cautivadoras que poblaban el sistema sonoro. Ahora, mientras Ayres Magalhães y Carlos Maria Trindade se encuentran inmersos, tras su peculiar aventura con la Banda Cósmica, en una nueva etapa de Madredeus, cobijando, esta vez, la joven voz de Beatriz Nunes, Salgueiro defiende, con motivo, su nuevo y más personalísimo proyecto en solitario (junto a cuatro jóvenes y depurados instrumentistas), «O mistério» (Resistencia, 2012), un disco cincelado con mimo e insultante sensibilidad, durante varios meses, y en el que, una vez más, se demuestra que la vocalista lisboeta fue dotada con un preciado don que le permite embadurnar de magia todo aquello que fabrican sus cuerdas vocales. Tras visitar, a principios de noviembre, Madrid, Salgueiro actuará, el día 28, en el Teatre Principal de Valencia (dentro del ciclo «Panoramas»), mientras que el 11 de diciembre, lo hará en el Lope de Vega sevillano. Recién retornada de una visita a Macao se lanza a una larga charla con nosotros. En ella confirmamos que, tras esa imagen etérea, se esconde una mujer valiente.

Tres países que quieres mucho, Portugal, Italia y España, comparten una situación económica y social muy difícil. ¿Tienes alguna teoría o esperanza sobre si será posible, algún día, que podamos salir de este túnel?
La esperanza es algo que siempre hemos de tener, pero también es cierto que esa esperanza tenemos que construirla. Esta situación es complicada. Lo es en los países que comentas, pero no es solo un problema de estos países; también del resto de Europa, de los Estados Unidos… Todo esto tiene que ver con la decadencia del sistema financiero, que ha sido construido a partir de una óptica incorrecta, sin duda. Y hay estudios, documentales, opiniones, hace tiempo que venían anunciando que esto era previsible. Son las consecuencias de haber vivido en una realidad financiera virtual, que ha alimentado a un sistema que ha ganado mucho con todo esto, y que sigue sobreviviendo. Creo que todavía no se ha dicho toda la verdad, y que todavía perdura mucha corrupción y mucha mentira. Tenemos que vivir con menos; es la dura realidad. Vivíamos con demasiado; aislados del resto del mundo. Occidente tenía las herramientas para que hubiéramos podido cambiar las cosas; que hubiéramos sido más solidarios. Y no fue así. Por ejemplo, África sigue teniendo los mismos problemas de siempre. Vivimos una crisis económica, pero también moral, pero hemos de tener calma, porque somos conscientes de que no nos están contando toda la verdad, y se está reaccionando con revueltas al comprobar que estamos pagando todos por un sistema cuya verdad todavía nos ocultan. Debemos mantener la calma porque es muy peligroso. Tenemos que crear una conciencia que nos lleve a investigar y conocer esa verdad, y tratar de cambiar las cosas desde una perspectiva siempre pacífica.

Te he oído decir que la mejor forma de luchar contra las cosas es con la palabra. ¿Cómo se utiliza la palabra contra elementos tan poderosos como los Mercados, la corrupción, los gobiernos incompetentes, la injusticia…?
La palabra es la mejor manera para conocer la verdad. Creo que es la manera más inteligente de reaccionar: intercambiar conocimientos para llegar a esa verdad que nos han ocultado. Creo en el diálogo como fuente de solución de conflictos, y de convencer a todo el mundo de conceptos como el que en el planeta hay recursos suficientes para ser repartidos, o que existe una traición constante a derechos fundamentales. Sé que es difícil, pero podemos tratar de cambiar las cosas, aunque sea, simplemente, con pequeños gestos, en nuestra rutina diaria. Eso sí, no bajemos los brazos.

¿En algún momento, este estado generalizado de pesimismo ha influido en el proceso de creación de «O mistério»?
Las letras de mis canciones reflejan mis pensamientos sobre la vida, el mundo, las cosas que he podido observar… He intentado que el resultado sea bastante lúcido sobre esa observación de la realidad. Siempre hay una esperanza. Este pensamiento es una constante para mí. Y sé que es difícil mantener la esperanza, en ciertos momentos; sobre todo, cuando ves que el ser humano vuelve a repetir errores antiguos. Realmente, el ser humano es difícil de entender, pero creo que estamos aquí para construir un mundo mejor, y luchar contra las injusticias. Como te comentaba, vivimos tiempos en los que predomina la falta de amor entre los hombres, y el injusto reparto de los recursos. Con mis letras he querido mostrar esa esperanza lúcida, en el bien, en la verdad, en la lucha, en esa manera diferente de hacer las cosas.

No es ésta tu primera aventura en solitario, pero sí la más definida y consistente; la más auténtica. Hablemos de tu banda. ¿Cómo fue el proceso de reunión y selección del equipo, y qué has aprendido de ellos?
Esto era algo nuevo para mí. Tenía la voluntad de hacer algo así desde 2007. Algunos temas, incluso, comenzaron a gestarse entonces. Quería encontrar a las personas adecuadas, y he tenido mucha suerte, la verdad. El proceso comenzó conmigo y con Rui Lobato [batería, percusión, guitarra], al que conocía de antes. Había trabajado como productor ejecutivo en discos que yo grabé, como «La Serena» [junto a Lusitânia Ensemble, en 2007]. Fue él quien me desafió a jugar, una vez acabé con Madredeus, y fue cuando nos metimos con «Matriz» [en 2009, un recorrido por la música portuguesa, desde el siglo XIII hasta la actualidad], una muestra de la riqueza y la variedad de la cultura portuguesa. Allí coincidimos con Óscar [Torres, contrabajo]. «Matriz» era un proyecto interesante, pero muy difícil de gestionar, porque no era fácil coordinar a tal cantidad de músicos. En el último concierto del proyecto, en Milán, Carisa [Marcelino, acordeón] sustituyó al acordeonista original, y nos dejó alucinados. ¡Con tan solo un ensayo! Por supuesto, tiempo después la invité a unirse al grupo. Juntos realizamos la gira del proyecto «Voltarei à minha Terra», y finalizando esta aventura dimos con André [Filipe Santos, guitarra].

¿Hasta qué punto podemos hablar, sin miedo a equivocarnos, del nuevo proyecto de Teresa Salgueiro, como de un quinteto, de una banda compacta?
Se puede hablar de un proyecto, compacto; por supuesto. La idea es crecer como grupo, y caminar juntos muchos años. Me encantaría que pudiéramos construir una música que se convirtiera en nuestra casa.

Háblame, por favor, del proceso de composición, algo prácticamente nuevo para ti. ¿Cómo trabajas con tu equipo para desarrollar las canciones?
Solemos partir de una base creada por mí, casi siempre, al piano. Nos reunimos en la sala de ensayos, y todos los músicos comienzan a participar del proceso creativo; todo el mundo aporta sus ideas. Es un proceso largo y lento. Desde el inicio, surge la melodía, y, entonces, todo lo demás se articula alrededor de ella. También desde el principio tengo claro el tema sobre el que voy a escribir la letra, el que me inspira.

Te comentaba que lo de componer no era totalmente nuevo para ti porque me consta que, en la letra de ‘O ladrão’, de «Existir», el segundo disco de Madredeus, ya colaboraste. ¿No es así?
Bueno. Hay algunos temas de ese disco que se firmaron de esa manera, porque, cuando se prepararon, contaron con la colaboración de todos nosotros, no solo de los compositores. Así se decidió. Realmente, ésta ha sido la primera vez que puedo considerarme compositora plena.

El primer disco de Madredeus, «Os dias da Madredeus», fue grabado en el Convento de San Francisco, en Xabregas. 25 años después, te encierras en el Convento de Arrábida, en Setúbal, para crear tu primer disco en solitario. ¿Casualidades de la vida, o superstición?
Una coincidencia, de verdad. No lo había planeado. Son lugares muy distintos. El Convento de San Francisco sí funcionó como teatro, y espacio cultural. Recuerdo que grabamos de manera muy rápida y económica, acorde con lo que nos pedía la discográfica en aquellos momentos. Se trataba de un proyecto extraño y nuevo, y nadie sabía muy bien cómo resultaría aquello. Aquel disco me encanta, pero, profesional y técnicamente, no se puede comparar a otras grabaciones de Madredeus. En este caso es diferente.

¿Cómo ha influido, de manera espiritual y técnica, en el resultado final de «O mistério», trabajar en un lugar tan peculiar?
El paraje es increíble. Una montaña verde inmensa, y el océano delante de ti. No trabajamos en el mismo convento, es imposible, sino en una construcción anexa que suele recibir grupos de trabajo de todo tipo. Desde el principio tuve claro que no quería grabar el disco en un estudio convencional. Quería huir de ese ambiente frío. Quería que nos aisláramos del bullicio cotidiano. Estudiamos la opción de este edificio, y pronto descubrimos que reunía las condiciones idóneas para construir un estudio a nuestra medida.

«Podría estar, toda mi vida, cantando sobre una cierta idea de Portugal, y cuando hablo de un tipo de música relacionado con mi país, quiero decir que puede estarlo de forma evocativa»

 

¿Cuál es el sonido que buscabas conseguir exactamente? Porque este es un disco coherente, pero que combina piezas de sonido y estructura más clásicas, con otras más vanguardistas.
Quería conseguir un sonido que, por un lado, estuviera conectado con la memoria, y, por otro, aportara algo nuevo. Pronto me di cuenta de que, con mis músicos, no sería difícil. Por ejemplo, con el sonido del acordeón de Carisa. Su técnica es increíble. Nuestro objetivo era el de plasmar nuestras vivencias y estilos propios. Cada uno venimos de una escuela diferente, de una tradición diversa. Pretendimos hallar un lugar donde toda nuestra sensibilidad se encontrara, y hacer una música que fuera conectada con la memoria. Todo ello, exprimiendo al máximo unos pocos instrumentos.

Y, para ello, has querido contar con la colaboración, en la producción, de António Pinheiro da Silva, que también participó en las primeras grabaciones de Madredeus. ¿Por qué volviste a contar con él? ¿Te ofrecía más seguridad?
Ha sido esencial. Es un maestro. Como dices, hacía mucho tiempo que no trabajaba con él. Cuando lo hice, yo era muy joven, pero me marcó mucho, fue muy importante en mi formación, porque es una persona profundamente conocedora de sonidos y técnicas, muy creativo, y, además, muy humano. En cuanto tuve las músicas listas me puse en contacto con él. Llegó, y rápidamente comenzó a darnos ideas, a hablar de «nosotros». Eso me pareció increíble. Verle tan entusiasmado. Su presencia ha sido clave para conseguir que, partiendo de la esencia acústica de los instrumentos, consiguiéramos una proyección tan fuerte, sólida y ambiciosa.

¿Qué música te ha inspirado para crear este disco?
Soy abierta. He de confesar que no escucho mucha música actual. Una de las cosas que más claras tenía antes de crear este proyecto es que quería seguir cantando en portugués, seguir siendo yo, haciendo música portuguesa, pero también mostrando las diferentes influencias de los músicos que integran la banda.

Y Lisboa («A ti, Lisboa, de entre todas la más hermosa; bella, mágica, radiante, voy a cantarte siempre», reza el tema homónimo) vuelve a estar presente en uno de tus trabajos. El amor por la tierra en que uno vive, o que uno ama, ¿puede llegar a convertirse en obsesión?
Más que obsesión, amor profundo. Podría estar, toda mi vida, cantando sobre una cierta idea de Portugal, y cuando hablo de un tipo de música relacionado con mi país, quiero decir que puede estarlo de forma evocativa. No hablo de música tradicional. Puede incorporar algunos elementos tradicionales, pero es más una música que se inspira en una idea que puede evocar nuestra cultura, pero también otras. A partir de aquí, te confieso que es muy profundo el amor que siento por Portugal, y, por supuesto, por Lisboa. El tema al que haces referencia, desde el principio, lo imaginé a partir de los sentimientos de alguien que pasea por la capital. Al final acabó convirtiéndose, además, en una declaración de amor a mi ciudad, y a sus características tan únicas, surgidas de su contacto con tantas culturas y civilizaciones. Todas esas culturas están presentes aquí, en Lisboa.

En «O inicio» te decides por tocar el piano. ¿Una parte de ti te pide que desarrolles tu faceta de instrumentista?
Me gustaría muchísimo, pero siento demasiado respeto por los músicos que son grandes instrumentistas. Yo no lo soy. Me encanta tocar el piano, pero se necesita mucha dedicación, y yo, en todos estos años, no le he dedicado al piano el tiempo mínimo que ha de brindarle un buen intérprete. Yo me dedico al canto. La voz es mi instrumento.

Eras una adolescente cuando el proyecto Madredeus se pone en marcha, y en pocos años, gracias a la calidad artística del conjunto, tu impacto mundial es absoluto: Conciertos en todos los rincones del planeta (incluido, Corea del Norte), cine («Lisbon story», de Wim Wenders), millones de discos vendidos… pero da la sensación de que a ti nunca te ha afectado la fama, que has sabido superar los peligros que la popularidad supone. ¿Cuál ha sido tu secreto?
El secreto, que no es tal secreto, es tener claro que a lo que yo me dedico es al canto y a la música. Y es una profesión que requiere una gran disciplina. Es algo que debías tener claro al participar en un proyecto como Madredeus, único en la historia de la música portuguesa, increíblemente exigente en cuanto a disponibilidad. Formar parte de Madredeus hizo que desarrollara un grado de disciplina muy grande. ¿La fama? Por supuesto que me gusta que la gente me reciba bien. Y yo he tenido la fortuna de sentirme bien tratada por públicos diferentes, tanto con Madredeus, como con otros proyectos en los que he trabajado. Yo no sirvo para la fama. Sirvo para trabajar, tanto sobre un escenario, como cuando grabo. Los músicos no tenemos que pensar en si somos más o menos famosos para tratar de hacerlo lo mejor posible. La música es una realidad mucho mayor que la fama.

Explicabas, en una entrevista a la RTP, que, tras un descanso, el regreso de Madredeus se planteaba como una especie de contrato exclusivo de siete años, y que eso te hizo decidirte por no seguir con aquella aventura. Aunque gratificante, ¿era muy dura y sacrificada la vida con Madredeus?
Suponía entera dedicación. Y eso está muy bien si quieres dedicarte profesionalmente a un proyecto. Yo tenía apenas 17 años cuando entré en el grupo, y he estado con ellos veinte. Vimos que no se reunían las condiciones para grabar el mejor disco del que éramos capaces, y decidimos parar un año para reflexionar. En esos veinte años, Madredeus había cambiado mucho. La mayoría de sus fundadores ya no estaban, y todos íbamos cambiando. Como comentabas, el regreso se planteó con una exclusividad de siete años, sin ningún tipo de flexibilidad. Eso o nada. Yo pensé que había pasado toda mi vida profesional en Madredeus, por supuesto, con mucha alegría; había tenido la oportunidad de presentarme en los mejores escenarios del mundo, y llegué a la conclusión de que tenía que parar, porque también tenía la necesidad de disponer de un poco de libertad creativa, una independencia que no podría lograr. No podía comprometerme, porque no podría darlo todo.

¿Cómo es, entonces, tu rutina profesional actual en la que, imagino, tendrás un control mayor de la situación? ¿Qué filosofía marca tu aventura profesional actual?
Tras dejar Madredeus decidí crear mi propia compañía que gestionara mi carrera [Clepsidra Música, más tarde, Cidadela das Artes]. Con ella produje, ya, «Matriz». Su labor es la de gestionar todo el proceso: desde la creación, hasta cómo se comunica esa música. He podido reunir un equipo espléndido, que sigue creciendo, y que trabaja por y para la música con mucho cariño.

Beatriz Nunes es la nueva vocalista de Madredeus. ¿Cómo se siente alguien cuando escucha los temas que ha cantado, durante muchos años, en la voz de otra persona?
No deja de ser extraño, aunque te confieso que no he podido escuchar mucho. Esas canciones tienen un componente sentimental muy fuerte, porque surgieron, en sus inicios, de un grupo de amigos. Ha sido una historia muy larga, muy intensa, a la que yo he dado toda mi energía, pero no tengo mucha curiosidad, aunque entiendo que el proyecto siga adelante.

¿Y este proyecto, el tuyo, con estos músicos, tiene continuidad? ¿Piensas en un nuevo disco?
Sí. Ya tenemos nuevas músicas. Seguimos fusionando nuestras influencias y escuelas para conseguir algo nuevo. Queremos desarrollar al máximo todo nuestro potencial, y cada músico quiere encontrar una particularidad sonora a su instrumento.

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