DISCOS
«Sigue nutriéndose de canciones autobiográficas interpretadas a un ritmo lento, dotándolas siempre de un poder magnético que se desprende de su profunda voz»
Sun Kil Moon & Amoeba
Sun Kil Moon & Amoeba
CALDO VERDE, 2024
Texto: XAVIER VALIÑO.
Nada como un revulsivo para interesar a nuevos oyentes o recuperar a algunos de los que se fueron quedando por el camino. En este caso esa inesperada revolución llegó cuando Sun Kil Moon —o sea, Mark Kozelek— dio un concierto en la sala House of Blues de Budapest, Hungría, hace dos años. En el escenario se hizo acompañar del teclista de aquel país Bencze Molnár. Tan bien se entendieron, que Kozelek le propuso trabajar con la banda de Molnár, Amoeba.
El grupo, desconocido fuera de sus fronteras, es todo un referente de la escena soul-funk-hip-hop-disco húngara, con una carrera que llega ya a los catorce años. Aparentemente muy distanciados entre ellos, lo primero que sorprende en este disco registrado en tres sesiones en común es lo que bien que encajan unos y otros.
Bien es cierto que Kozelek acaba por imponerse. Este álbum sigue nutriéndose de canciones autobiográficas interpretadas a un ritmo lento, dotándolas siempre de un poder magnético que se desprende de su profunda voz. A lo largo de los años, Kozelek ha ido derivando hacia una estructura que parte de composiciones acústicas para acercarse a algo parecido al jazz o, al menos, con la libertad que emana del jazz, escapando a los límites del rock convencional también con sus recitados.
Así que en la música negra se halla el punto de encuentro entre ambos mundos y las dos formaciones. Por eso no extraña que por momentos se acerque incluso a The Last Poets (“Today”) o a Isaac Hayes (“Flying into Stockholm”). Su improbable encuentro se traduce en una renovada inspiración y en un disco marcado por el ritmo, aunque este sea más bien sosegado, al que el respaldo de Amoeba le sienta particularmente bien.
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Anterior crítica de discos: Live in Liverpool, de P.P. Arnold.