Subidón, de Joaquín Reyes

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LIBROS

«No es la novela del siglo, ni va a afectar a sus convicciones morales, pero durante el tiempo de la lectura se lo va a pasar realmente bien»

 

Joaquín Reyes
Subidón
Blackie Books, 2021

 

Texto: CÉSAR PRIETO.

 

Joaquín Reyes nos ha proporcionado decenas de momentos felices. Con La hora chanante arrancamos, Camera Café lo llevó al summun, Muchachada Nui perfiló lo que se anunciaba en las series anteriores y Museo Coconut lo dirigió al extremo. Todo esto –aunque hay mucho más– en el apartado de sus intervenciones televisivas. Después están las cinematográficas, su faceta como ilustrador… Reyes parece ser el hombre de España que lo hace todo ahora que debuta como escritor con Subidón.

Subidón es una novela que relata una semana en la vida de un humorista joven, pero de prestigio. ¿Es Joaquín Reyes? Sí y no. Puede ser él o puede ser cualquier otro, lo que le sucede no parece desmesurado y los actos en los que participa son los habituales entre los que están dentro del mundo de la farándula.

Comienza para Emilio Escribano la semana. Su andadura parte de una entrevista y una sesión de fotos junto a Ramón Gómez –un humorista de la vieja escuela, su referente– y un enfado de su novia Yoli, cuya madre ha enfermado de gravedad. Carol, la redactora de GQ, es el otro personaje que baila en estas primeras páginas, junto al primo Fede que además es mánager de Emilio.

Se juntan entonces la entrevista con Carol en un bar de Malasaña, con la entrega de un premio y la grabación de un spot para la Junta de Andalucía, aunque Emilio es manchego. De Tarancón, Cuenca, en concreto. Y eso, en nuestros días, son palabras mayores. El humor manchego, seco y cínico, ha dado tardes muy gratas a este país en los últimos tiempos. De él vienen todas las anécdotas que sazonan el texto, que no es más que un repertorio de hechos chispeantes y graciosos.

Hay fiestas, hay viajes, hay bares, hay Instagram con mensajes que aplauden las entradas que hace Emilio. Vamos, lo que cualquier persona normal vive, pero que en boca de Emilio resulta lleno de chascos y retranca, dos de sus palabras preferidas.

Ambivalente entre la alegría y la nostalgia, devoto del pueblo donde creció siendo un marginado, Emilio vive una semana donde todo en su vida cambia. Desde luego, este cambio no va a producirse en el lector, no es la novela del siglo ni va a afectar a sus convicciones morales, pero durante el tiempo de la lectura se lo va a pasar realmente bien.

Anterior crítica de libros: Bajaré de la luna en tirolina, de Santi Balmes.

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