Sr. Chinarro: Electoralismo pop

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«Da miedo salirse de la norma, porque como dice un amigo, los indies son muy talibanes. Y quizá lo son porque los tenemos muy mal acostumbrados, se les da siempre lo mismo. La buena música le gusta a todo el mundo. Es como una buena jugada de fútbol: Aunque seas del equipo contrario, puedes admirarla igualmente»

El siempre sinuoso Antonio Luque regresa en un año en el que también lo hacen pesos pesados de la escena musical nacional como Nacho Vegas, Christina Rosenvinge o Fernando Alfaro. Lo hace con un LP que lleva por título “Presidente”, y que contiene algunas de las mejores canciones que ha grabado nunca.


Texto: EDUARDO GUILLOT.
Foto: LUIS DÍAZ DÍAZ.


El 4 de abril se pone a la venta “Presidente”, un álbum en el que Luque deja a un lado los aires sureños que impregnaban “El mundo según” (2006) y “Ronroneando” (2008), sus dos anteriores trabajos editados por Mushroom Pillow, que le situaron entre los artistas favoritos de la crítica especializada y ampliaron su público de manera notoria. Una circunstancia que podría repetirse ahora, ya que temas como “Una llamada a la acción” parecen destinados a convertirse en hit. Mientras corrige su primera novela, que llegará tras “Socorrismo”, un debut literario en formato breve editado en 2009, Antonio Luque se dispone a defender la nueva criatura de Sr. Chinarro.

¿Puedes explicar el título del disco? ¿Tiene algo que ver con “President”, el tercer LP de Yo La Tengo? ¿O te estás postulando para gobernar el país?
No me había dado cuenta. El de Yo La Tengo era un disco bastante chulo. El título surgió como una broma. Lo puse en Facebook y a todo el mundo le gustó. Es una de las muchas pamplinas que pongo en mi muro, pero al sello también le pareció bien y la cosa fue tomando cuerpo. Creo que es bastante adecuado, porque parece que todo el mundo se está dando cuenta de qué clase de personas tenemos mandando.

Hace años, en TVE había un programa presentado por Fernando G. Tola que se llamaba “Si yo fuera presidente”.
Lo recuerdo. Yo era pequeño, tenía cinco o seis años, pero mi padre lo ponía a veces y se reía de los que salían, que era gente que pensaba que otro mundo era posible. Estaban un poco chalados, y se trataba de ver, creo recordar, qué había de razonable en lo que decían. A mi padre le gustaba burlarse, pero a mí no me gustaba nada su actitud, que es la actitud general de la sociedad: Pensar que no es posible, que quien quiere cambiar algo está loco, como mínimo. Yo me ponía claramente del lado de los invitados. O de Bartual y Alberto Pérez, que eran los personajes que salían cantando en el programa.

¿Qué harías tú si fueras presidente?
De entrada, le diría a la gente que tuviera mucha paciencia conmigo, porque iba a tomar decisiones muy impopulares. Estos momentos políticos son muy interesantes, porque como parece que el PSOE da por hecho que no va a salir otra vez, empieza a tomar decisiones impopulares que cualquiera de los dos partidos mayoritarios, que al fin y al cabo son lo mismo, habría querido tomar, pero ninguno se atrevía. Yo haría eso constantemente.

¿Me puedes poner algún ejemplo?
Pues una decisión muy impopular sería plantearle a la gente qué hacen los perros en los pisos. Creo que empieza a ser un problema de salud pública. Yo voy caminando siempre por un estercolero, da igual la calle que escoja. Cuando era pequeño, en los años setenta, cuando, al parecer, el español todavía tenía muchas cosas que aprender, había una calle cerca del colegio que bautizamos como “la calle de los cien mil mojones”. Han pasado treinta años y ahora vivimos en “la ciudad de los cien mil mojones”. ¡Es que incluso llega a oler! Yo entiendo que la gente sea egoista, falsa, vaya a lo suyo, no tenga ningún cariño por sus semejantes y prefiera querer a un ser cuadrúpedo y cagón, pero los demás no tenemos que estar rodeados de ladridos, aullidos y mojones. Para eso, prefiero irme a vivir al zoo de Fuengirola, donde al menos hay mayor variedad de animales y me puedo entretener comparando los tamaños y formas de los excrementos. Sin duda, con esto me estoy ganando que las ventas del disco decrezcan, pero tú me preguntas y yo respondo.

La hoja promocional define “Presidente” como directo y luminoso. A mí también me lo parece. ¿Y a ti?
Bueno, yo no creo que sea una alegría, o que la sensación que tengas cuando termina sea: ¡¡Bieeen, qué subidón!! No creo que los jóvenes de 19 años se lo pongan para salir de fiesta. Es un disco de unos tipos que tienen entre treinta y cuarenta años. Pero suena bien, hay canciones variadas y están ordenadas para que funcionen. No es “La primera ópera envasada al vacío”, claro. Afortunadamente. Ahora ha pasado el tiempo y parece que le gustaba a todo el mundo, pero yo no recuerdo que gustara tanto. Ni la ópera, ni “El porqué de mis peinados”, ni nada.

Sorprende que hayas abandonado los aires sureños que caracterizaban tus dos discos anteriores.
Parece que ahora tocaba hacer eso, así que decidí no hacerlo. Es totalmente deliberado. Acaso queda alguna reminiscencia en ‘San Borondón’. Pero quería que sonara más canaria que flamenca. No hay otro motivo que el de hacer una pequeña finta.

Lo que sí pervive es el uso de la cultura popular en las letras, con el recurso habitual a refranes y frases hechas.

Sí, hay algunas. Suelen aparecer al final de las letras, como si me faltara algo y lo solucionara con un refrán. Había pensado que no los iba a usar más, pero son muy socorridos. Son lugares comunes donde se puede encontrar todo el mundo, es fácil hallarles el sentido. Pero todo está hecho en el lenguaje, las frases y la palabras, todo tiene un sentido consensuado previamente.

Hay slide en ‘San Borondón’, ‘La lección’ tiene un aire jazz entre manouche y latino (la trompeta), en ‘Fotos no’ hay Farfisa… ¿Has manejado más referencias que otras veces?
El Farfisa puede recordar ‘Light my fire’ [The Doors], una canción que me encanta. Y el piano de ‘La lección’ está cerca de Gainsbourg o de ‘Love cats’ [The Cure], no se trata de que me haya puesto a escuchar jazz. Jordi Gil, que toma las riendas de las canciones, aportó los acordes jazzísticos. Yo hago el esqueleto armónico de las canciones, la melodía de voz, el acompañamiento y la letras, y después Jordi introduce partes nuevas, complica un poco más el discurso musical. Y, a veces, también los textos. Luego, se trata de disponer de músicos capaces de llevar esas ideas a la práctica, porque yo no sé tocar así. Los músicos que han participado son muy buenos. A veces, da miedo salirse de la norma, porque como dice un amigo que sabe mucho de esto, los indies son muy talibanes. Y quizá lo son porque los tenemos muy mal acostumbrados, se les da siempre lo mismo. La buena música le gusta a todo el mundo. Es como una buena jugada de fútbol: Aunque seas del equipo contrario, puedes admirarla igualmente.

La estupenda ‘Una llamada a la acción’ es quizá la canción más pegadiza de tu carrera. ¿Crees que es factible el salto a mayores audiencias, o la crisis ha agudizado la creación de guetos y será imposible salir del indie?
Tengo esperanzas, no creo que la gente sea tonta. Sabemos de qué tipo de indie hablamos. También en la época punk había quien sólo escuchaba GBH, Sex Pistols y Exploited. No vamos a decirle a la gente lo que tiene que hacer. Para mí, el disco es una incógnita, nunca sé si va a gustar o no. Grabando me entraban dudas, y como no ha salido todavía, aún no sé cómo va a reaccionar la gente. A veces, en Facebook me ponen: “He escuchado tu canción”. Pero no añaden comentarios. El otro día lo escribió uno y le contesté: “¿Y qué? ¿Suena demasiado bien, quizá?” Como no dicen nada, a veces pienso que prefieren que suene a maquetilla. Al rato entró y dijo que le había encantado. Para eso está el Facebook, para que haya interacción. Y gracias a Dios que existe Radio 3, porque si tengo que esperar a que la pongan en Los 40 principales…

El ritmo de ‘Una frase socorrida’ me recuerda al de ‘The Eton rifles’, de The Jam. ¿Era la idea?
Es curioso que cites esa canción, porque hablé con el grupo y les propuse ese ritmo inicial aludiendo al de ‘Devil’s haircut’, de Beck. Los ritmos de canción pop no son infinitos.

Háblame de ‘Babieca’. ¿Cómo se te ocurrió usar al caballo del Cid como metáfora?
Estoy saliendo con una chica de Valencia que se apellida Jiménez. De ahí salió Jimena y el resto de la historia… Valencia está lejos, y en la canción expreso mi deseo de que, para lo que hay en Granada, Almería y Murcia, más valdría que Valencia estuviera aquí, pegada a Málaga. Es una broma, obviamente, y me refiero a esa parte terrible de carretera que hay cuando pasas Granada. Hasta que llegas a Lorca no hay nada. Y además es territorio sísmico, así que cabe pensar que algún día eso pueda tragárselo la tierra. De Granada a Puerto Lumbreras no hay absolutamente nada.

En general, los arreglos se salen de lo habitual en tus grabaciones. ¿Ha sido todo cosa de Jordi Gil? ¿Es el último responsable del disco?
Como productor, lo es. Lo que pasa es que hay muchas maneras de producir. Hay productores que optan por no intervenir, dejando al artista que haga lo que le dé la gana. Eso a mí no me viene bien, porque soy muy productivo, puedo hacer una canción al día y grabarla en una hora, pero quizá no sea buena, así que me conviene que alguien elija, pula, monte y desmonte.

En ese sentido, ¿eres permeable a las opiniones externas? Lo pregunto porque Remate dijo hace poco que se marchó de Muhsroom Pillow, el sello con el que grabas, porque intervenían demasiado en la confección de los discos. De hecho, el dueño de la compañía aparece como coproductor en el último álbum de La Habitación Roja.
Bueno, la gente del sello nunca se ha metido en mis discos. No sé si será porque me tienen miedo. O porque estamos en Sevilla y les pilla un poco lejos. En este disco vinieron antes de las mezclas porque yo se lo pedí, porque no tenían ni idea de lo que estábamos haciendo. Y aún así, habían dicho que lo editaban, así que eso indica que no son tan malos [risas], porque, conociéndome, igual estaba grabando “La tapia de perejil” extended [risas]. Bueno, en ese caso supongo que Jordi todavía estaría esperando la transferencia [risas]. Vinieron antes de las mezcla y les gustó mucho lo que oyeron. Hombre, me suelen decir que a ver si hago algo de baile algún día. Tengo un sintetizador en casa y me gustan muchos tipos de música. A ver si un día…

Y así se aprovecha el camino abierto por Delorean y We Are Standard, no?
Cuando terminábamos los conciertos del primer disco, desastrosos o no, según tocara el día, nos cambiábamos los instrumentos y con los Casiotones hacíamos una parte que era de música de baile. En fin, que yo ya hacía eso en el 95. Pero creo que me lo dicen de broma, estoy trivializando esa idea de que el sello es intervencionista. Ellos lo dicen porque a Delorean o Polock les va muy bien haciendo cosas para bailar y porque saben que yo sabría hacerlo si quisiera. Y puede que incluso me saliera mejor [risas]. O por lo menos igual, para qué nos vamos a poner a competir con compañeros de sello.

Jordi Gil, Pablo Cabra y Javi Vega habían dejado Sr. Chinarro tras “Ronroneando” para dedicarse a Maga, y fueron sustituidos por Damián Fernández, José Tejada y José María Cantos. Ahora han regresado. ¿Solo para grabar, o también en directo?
Después de “Ronroneando” intentamos hacer otro disco en un periodo de tiempo razonable, pero las canciones no eran suficientemente buenas. Pasé por una crisis creativa, relacionada con lo personal, y me costaba cada vez más ir a Sevilla. Fue una época difícil, así que me planteé trabajar con músicos de Málaga, donde vivo, con los que preparé las canciones de mis primeros discos. Para eso funcionaban, pero no podían continuar el camino emprendido con Jordi Gil y los músicos sevillanos, no eran profesionales, tenían otros trabajos y resultaba complicado. Entonces se enfadaron conmigo y me dijeron que tampoco iban a tocar las canciones antiguas, así que se acabó. De todas formas, por mucho que haya algún talibán por ahí diciendo que las antiguas canciones son las buenas, tratamos de vender una gira con esos temas exclusivamente y solo hicimos el Primavera Club (Madrid y Barcelona), Sevilla y Mallorca, porque no salió ningún concierto más. Así de claro. Tampoco parece que había muchas ganas. Tanto que dicen que no toco nada de “El porqué de mis peinados”… Pues tocábamos cinco, más que cuando salió el disco. Y con bastante fidelidad, porque hicimos un gran trabajo, no es nada fácil escuchar aquellas grabaciones. Es toda una proeza, porque no suenan.

¿Qué puedes avanzar de la novela que has escrito?
Yo pensaba que el proceso era muy rápido: Escribirla en el ordenador, mandarla, que la lean y que la impriman, pero parece ser que esto va lento. Me incitaron a escribir por las majaderías que publico a veces en el blog de la FNAC, parece que vieron la semilla de una nueva literatura, porque andan todo el rato buscando cosas diferentes, pero yo tuve un arranque lector con autores como Balzac, vamos, que me gustan los libros normales, no el rollo experimental. Como en la música. Me pongo un disco de Can y a los diez minutos lo he quitado, por mucho que me parezca interesante como idea. He escrito una novela muy lineal, estándar, y ahora hay que corregir cosas. No sé si era lo que se esperaba de mí, pero la he hecho así porque me ha dado la gana, y a lo mejor no era lo que querían en la editorial. Pero la sacaré igualmente. Si no es con ellos, con otros, porque creo que hay un público interesado en ella.

Desde aquí puedes acceder a la web de Sr. Chinarro.

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