Sharon Van Etten & The Attachment Theory, de Sharon Van Etten

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DISCOS

«Hay un sonido más musculoso, sin estribillos, y que pisa terrenos hasta ahora inexplorados por Van Etten anteriormente»

 

Sharon Van Etten
Sharon Van Etten & The Attachment Theory
JAGJAGUWAR / POPSTOCK!, 2025

 

Texto: XAVIER VALIÑO.

 

Aunque Sharon Van Etten asegura que su nuevo y séptimo álbum surgió tras darle mayor relevancia a dos de los músicos que le habían acompañado en su anterior disco (la bajista Devra Hoff y el baterista Jorge Balbi), lo cierto es que Sharon van Etten & The Attachment Theory parece más una reacción a su anterior trabajo en solitario, el depresivo y oscuro We’ve been going about this all wrong.

Antes de profundizar en aquella senda o retomar lo hecho anteriormente en estos dieciséis años desde que debutara con Because I was in love en 2009, Van Etten vio la posibilidad de un cierto cambio en su proceso creativo improvisando con los dos músicos citados y añadiendo también a la teclista Kristina (“Teeny”) Lieberson, quien había formado parte del grupo Teen con sus dos hermanas. Y, aunque no aparece en las fotos promocionales, no se debe subestimar la contribución del músico de sesión Alex Reeve, quien aporta unas partes de guitarra relevantes y que ciertamente no deberían pasar desapercibidas.

Lo que en principio parecía apuntar a una banda, sumándole The Attachment Theory al nombre de Sharon Van Etten, al final se ha quedado únicamente para el título del disco. Da igual: aquí hay un sonido más musculoso, sin estribillos, y que pisa terrenos hasta ahora inexplorados por Van Etten anteriormente, como, por ejemplo, el glam-funk de “I can’t imagine (Why you feel this way)”. Su responsable fija como referencias en esta ocasión a formaciones como Joy Division o Orchestral Manoeuvres in the Dark y, de hecho, el disco ha sido grabado en la iglesia que Eurythmics reconvirtió en su estudio en los años ochenta. Por algo en el soul gótico de “Somethin’ ain’t right”, que parece producto de las sesiones de improvisación con la banda, puede recordar a Annie Lennox cantando.

“Live forever” está marcada por los teclados fríos de Lieberson. “Indio” se mueve entre el pospunk y el rock de los noventa. Los ritmos germanos del krautrock se apoderan de “Trouble”. Y “I want you here” pone un espeluznante final al disco. En todas las canciones la voz versátil, profunda y exuberante de Van Etten sigue siendo su mayor baza, sonando más sensible y poderosa que nunca, gracias también a la química con sus compañeros de aventura, ascendidos ahora para dejar de ser algo más que músicos relativamente anónimos.

Anterior crítica de discos: Gigante, de Leiva.

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