Santos de Goma: Pop, divino tesoro

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«Uno elige lo que le gusta, pero los clásicos son fundamentales en el aprendizaje de un músico de rock and roll. Más tarde o más temprano, tienes que recurrir a ellos. Es de cajón. No puedes dedicarte a esto y no conocer a Elvis, a Cash, a Dylan, a los Beatles, a los Byrds, a los Kinks, a los Who…»

 

Santos de Goma es el proyecto de Eduardo Conde, músico malagueño fogueado en Mosquitos, Basmatic, Harry Octopus. Con el segundo disco de Santos de Goma, sigue incidiendo en el poder de las melodías inmortales, lo suyo es artesanía al servicio del pop.

 

 

Texto: EDUARDO TÉBAR.

 

 

Hay vida en el pop ácido pasados los 40. Que se lo digan a Conde, respetada autoridad del panorama musical malagueño. Un dandy resabiado de la flor de pasión de aquellos viejos vinilos franceses e italianos. Como el Johnny Hallyday que estudiaba a Spencer Davis Group. Como la escena de Gainsbourg pasmado ante el arrojo beodo de Boris Vian. Tras una carrera zigzagueante (Mosquitos, Basmatic, Harry Octopus), Eduardo Conde ha encontrado la serena plenitud en Santos de Goma. “El amante del invierno” (BMG/ Emotional Music) es el segundo disco de la banda. Diez canciones que no entienden de hits prefabricados ni de relleno estratégico, pero sí mucho del poder de una melodía inmortal. Artesanía pop. Pop sagrado. Solo pop. Eso que escribió Kiko Amat sobre la mecánica de la emoción verdadera.

Escucho los primeros diez segundos de ‘Cuando sea mayor’ y pienso en los Kinks y en los Beatles. ¿Vamos bien?
Sí, vamos bien. Una banda de pop o de rock que se precie no puede saltarse esas asignaturas. Son de primer curso. Cierto es que tenemos diferentes influencias en el grupo, y yo personalmente soy bastante ecléctico en mis gustos, pero uno no puede obviar lo evidente. Desde que era muy pequeño, Beatles y Kinks han sido dos de mis bandas favoritas. En ciertos momentos de mi vida he sido un fan desesperado de ellas, y aunque uno crece y se calma, siguen siendo de mis favoritos. Hay unas jerarquías en el rock que no te puedes saltar. Uno elige lo que le gusta, pero los clásicos son fundamentales en el aprendizaje de un músico de rock and roll. Más tarde o más temprano, tienes que recurrir a ellos. Es de cajón. No puedes dedicarte a esto y no conocer a Elvis, a Cash, a Dylan, a los Beatles, a los Byrds, a los Kinks, a los Who… Primero los clásicos, y luego ya habrá tiempo para descubrir cosas. Aunque acabes renegando de los clásicos, uno les debe un respeto.

Han pasado más de dos años desde el estreno de Santos de Goma. ¿Te has comido mucho el coco?
Bueno, yo soy un gran defensor de la evolución de los grupos. No soporto repetir esquemas y aunque desafortunadamente hoy en día los músicos se aferran a su sonido como si le fuera la vida en ello, soy de los que prefiere avanzar hacia tierra incógnita, aunque a veces uno pueda equivocar el camino. Creo que es lícito que un creador la cague en su viaje a alguna parte y pienso que el público es lo bastante inteligente para comprenderlo. De alguna manera, hemos intentado avanzar y retroceder a la vez. Hemos querido profundizar en nuestro sonido, buscar un sonido nuevo, más rugoso y más crudo quizás. Hemos mirado hacia sonidos más añejos. No sé si hemos encontrado nuestro sonido. Seguramente no, así que seguimos en la búsqueda de algo que no sabemos muy bien lo que es. Supongo que cuando lo encontremos lo reconoceremos.

La producción se la encargas a Alis, con la nominación al Goya aún reciente.
En realidad, Pachi es un gran amigo. Suelo salir de gira tocando teclados con él. Es un productor estupendo, pero principalmente es un camarada y, además, muy fan nuestro desde los inicios de la banda. También es una persona que nos entiende bien y sabe cómo sacar cosas de nosotros que estaban escondidas. Resulta bastante relajante trabajar con un buen productor. Te puedes dedicar a tu ejecución como intérprete sin tener que pensar en todos los detalles que rodean a un disco. Con él hemos estado como en casa.

Este álbum brilla más que el primero: sonido, arreglos, melodías…
Yo también creo que brilla más que el primero, y decir eso de un segundo disco, que históricamente tienen esa maldición, está muy bien. La verdad es que había mucho material. Compuse alrededor de sesenta canciones, aunque solo consideré oportuno terminar la mitad. De esos treinta temas ha salido “El amante del invierno”. Soy un poco obsesivo con mi trabajo. No tengo una rutina establecida para trabajar, pero cuando sé que tengo que hacerlo, me encierro y puedo componer mucho material en poco tiempo. En el primer álbum estuvimos trabajando durante muchos meses. Este hemos querido hacerlo justo al revés; nos metimos en el estudio casi sin arreglos y dejamos que fluyera todo allí. La mayoría de los arreglos son primeras tomas. Grabar sin pensar tiene sus recompensas y sus castigos. En este caso creo que todo salió bien.

Disparas alguna sentencia de impacto: “Hay que tener talento para el pop / y aquí no quedan más que migas de pan”.
Hombre, de alguna manera el cerco se está cerrando para todos y en el mundo del pop cada vez hay menos que repartir. Las tartas cada vez salen antes del horno y su tamaño ha menguado. Hay mucha competencia y a no ser que seas uno de los grandes, es muy difícil que puedas malvivir de la música, y ya no digamos ganar dinero de verdad. La mayoría de los que estamos en esto –incluyo a prensa, promotores, agencias, salas– estamos porque amamos nuestra profesión. Algunos tiramos hacia delante por corazón y cabezonería, pero más difícil es trabajar en una mina. Tampoco es plan de quejarse tanto. La cosa es difícil, pero este trabajo te da muchas satisfacciones. La vida es muy corta para desperdiciarla aburriéndote, y a mí me gusta divertirme. De una manera u otra, la música sobrevivirá a todo tipo de catástrofes. No sé si seguirá siendo negocio. No sé si seguirá existiendo el rock como lo entendemos, pero el último hombre de la tierra seguirá tarareando una melodía.

Ese tema, ‘Mi capitán’, me recuerda las maneras de otro afrancesado, Andy Chango.
La verdad es que no tengo muy claro si un chaval podría componer estas canciones. Sospecho que no. Los jóvenes pueden tener talento, rabia y arrogancia, pero la edad te da una sabiduría que solo te aporta el tiempo. Además, llevo muchos más años oyendo música. Hacerte mayor, musicalmente hablando, te quita unas cosas importantes, pero te da otras fundamentales. Los músicos mayores hacen canciones increíbles. La juventud en el pop está sobrevalorada. Y es cierto que soy un afrancesado como Andy. Hemos compartido unas cuantas cenas y copas, y muchos artistas franceses de cabecera como Gainsbourg, Dutronc o Vian. Uno debe saber lo que hace cuando está componiendo una canción. Los músicos y, en mayor medida, los compositores, deben conocer la historia de la música que tocan. Y la música es muy grande, demasiado para una sola vida.

¿Pero hay síndrome de Peter Pan?
Por supuesto que lo hay. Nadie en su sano juicio se dedicaría a esto después de los treinta sin algo de síndrome de Peter Pan, sobre todo cuando el noventa por ciento de los que lo hacemos estamos casi en la ruina. Yo no soy consciente de mi edad para nada. De alguna manera, soy inmortal hasta el día que me muera. El día que empiece a pensar en la edad que tengo, me haré viejo de una tacada, como cuando a Drácula le clavan la estaca.

A ti también se te ha colgado la etiqueta de maldito. ¿Por qué no llegaron más lejos tus anteriores proyectos?
No soy una persona que mire demasiado al pasado. Es una pérdida de tiempo, aunque seguramente hay una serie de factores que influyeron. A lo mejor la suerte, a lo mejor no vivir más inmerso en el circo del pop, o quizás el público no acababa de entender lo que hacía… Pero seguramente lo que pasó es que las canciones no eran lo bastante buenas. No está bien echarle la culpa a todo el mundo menos a nosotros mismos, cuando lo que tenemos que hacer es aprender de nuestros propios errores. Nos pasamos un tiempo vital buscando culpables.

¿Te planteas una gira?
En realidad, estamos de gira desde hace varios meses, lo que pasa es que es difícil programar una ruta de conciertos bien estructurada cuando no tienes una gran infraestructura rodeándote. Ahora parece que estamos un poco mejor organizados y no vamos tan a salto de mata. No paramos de tocar. En los próximos meses recorreremos la geografía nacional. Somos carne de escenario.

Tienes el ejemplo de Sidonie, que cantan en castellano y se mueven en similares coordenadas de psicodelia y Swinging London. Ellos ya tocan hasta en Berlín.
La única diferencia real entre Sidonie y nosotros es que ellos tienen un poco más de dinero detrás y un equipo humano más grande que el nuestro. Es cierto que nos movemos en coordenadas parecidas. Cada vez que leo alguna entrevista con ellos, hablan de cosas que a mí me apasionan: Scott Walker, el acid folk, la psicodelia, el baroque pop, toda la música que se hacía en la segunda mitad de los sesenta. Tenemos vidas paralelas, pero ellos son el hermano rico y nosotros el pobre.

Accede desde aquí a la web de Santos de Goma.

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