Rubén Pozo: firmando rock de autor

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“Acepto mis cielos, infiernos y contradicciones. No porque sea premeditado, de alguna manera creo que hay un mensaje general de reconciliación con la vida a pesar de sus hostias injustas o de sus flores, justas o injustas”

 

El pasado martes se puso a la venta “En marcha”, el segundo disco solista de Rubén Pozo, en el que ha contado con la producción de Nigel Walker. Juanjo Ordás ha charlado con él.

 

Texto: JUANJO ORDÁS.
Fotos: JUAN PÉREZ FAJARDO.

 

Es un día maravilloso de marzo, hace un tiempo fantástico y llego a las oficinas de Sony Music para verme con Rubén Pozo y hablar de “En marcha” (Sony/Octubre), su segundo disco solista para el que la palabra flamante se queda corta. Sin embargo, es también uno de esos días en los que uno está descolocado. Hace mucho tiempo que dejé de utilizar cuestionarios en las entrevistas, pero en días como este son un apoyo necesario. Por supuesto, tampoco me he preparado uno. Pero, ¡ah!, la aventura. Cuando llego Rubén lleva solo un par de horas de promoción, lo que hace todo más fácil. Está exultante, radiante y feliz. Es normal, está dando continuidad a una carrera solista que empezó de forma inmejorable con “Lo que más” y que ahora es revitalizada con un trabajo aún mejor, el citado “En marcha”.

 

A ver si estoy inspirado porque me he venido sin cuestionario ni nada.

Bueno, pero eso no está mal. Yo tengo mucho batiburrillo, me pongo a hablar de cosas y llego a callejones de los que no sé muy bien cómo salir. Espero no darte luego mucho trabajo con la transcripción.

 

No pasa nada, haremos algo grande según estamos los dos hoy [risas]. A diferencia de tu primer disco, “Lo que más”, en este trabajo encontramos a un Rubén Pozo más estable.

Bueno, de alguna manera acepto mis cielos, infiernos y contradicciones. No porque sea premeditado, de alguna manera creo que hay un mensaje general de reconciliación con la vida, a pesar de sus hostias injustas o de sus flores, justas o injustas. Para mí “En marcha” es un disco luminoso, pero como toda luz deja sus sombras.

 

Sí, pero a lo que me refiero es que en tu primer disco solista se te veía sufriendo y en este no.

Pues sí, lo acepto. Estoy de acuerdo.

 

Me alegro. Supongo que eso de que hay que sufrir para hacer mejores canciones es un poco mito, ¿no?

No sé… Cuando estás muy jodido tienes un nudo dentro y una canción es terapéutica. Hay veces que se cogen la guitarra y un cuaderno y dices, venga, voy a esforzarme, es mi trabajo. Te pones a ello, das vueltas aquí, allá… Hay veces que agradeces saber tocar una guitarra, que agradeces saber hilar una frase con otra porque realmente hay algo que te está jodiendo la vida, pero ese mismo resorte que se utiliza para los malos tragos creo que también se puede utilizar para las alegrías. Hay ciertas alegrías que te arden por dentro, que incluso te hacen daño y te gustaría poder comunicarlo. Creo que los momentos bajos son tan buenos para hacer canciones como los altos.

 

Sí, los momentos bajos te permiten hacer canciones para expresar un malestar, pero también es importante comunicar cuando te encuentras bien, porque hay gente que no sabe comunicar felicidad.

Claro, tío. Hay canciones maravillosas que son pura luz [se pone a cantar ‘Walking on sunshine’]. Cosas así, me gustaría hacer una canción de esas, que son superhits inmediatos que iluminan la vida de la gente, pero me sale lo que me sale, vaya [risas]. Escucho bastante por la radio la versión de George Harrison de ‘Got my mind set on you’, ¡qué alegría de canción! Tanto en el bajón como en la alegría hay material para componer y creo que son más difíciles los tonos intermedios, los grises, que son la vida en general.

 

Cuando compones tus letras juegas mucho con la métrica. La varías, eres muy anárquico componiendo las estructuras de las canciones.

Pero tienen un orden, tío, tienen un orden secreto interno.

 

A ver, el formato de canción es evidente, pero por la manera en la que juegas muchas veces con los versos, las estrofas, etcétera, hay que estar muy atento. Digamos que te enteras de la forma final de la canción cuando ha terminado.

Me lo tomo como piropo.

 

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Sí, sí, hombre.

Bueno, a veces también hay que investigar. Mola la fórmula de siempre, pero, hostia, si se puede sorprender un poco al oyente… Esto suena como muy grandilocuente, supongo que lo hago para sorprenderme a mí o por ver si se puede hacer algo. Tomo un camino y trato de estirarlo a ver si llega a buen puerto. Si no, vuelvo hacia atrás y retomo.

 

“En marcha” está más arreglado que tu debut solista.

Sí, “Lo que más” es muy urgente, tiene mucho grano, se grabó con toda la banda a la vez, con primeras y segundas tomas porque la primera se había borrado sin querer [risas]. El momento me lo pedía así, hacer una cosa urgente. “En marcha” es todo lo contrario. Llamé a Nigel Walker, que es un tipo que tiene un concepto de la sónica que me encanta, pero a él no le gustan las primeras tomas, hay que hacer cincuenta e igual luego coge la primera o la segunda, pero quiere escuchar la cincuenta. Me ha hecho sufrir porque yo soy una persona que no toca dos veces lo mismo, en la rítmicas sí pero no hago dos solos iguales y él me ha hecho pararme a pensar. Y me ha costado, no estoy acostumbrado, pero por eso le llamé. También te digo que la canción ‘Tonto de tanto rock and roll’ es la maqueta menos la batería. Es un rock and roll que escribí y grabé en un momento, puse un “chin pún” de batería programado, grabé el bajo, las guitarras eléctricas, los coros… Me gusta eso de Nigel, que hemos estirado canciones días enteros, ha habido veces que hemos trabajado un arreglo durante tres días y al cuarto decir que es una mierda y tirarlo a la basura, empezar otra vez. Pero me dijo que de ‘Tonto de tanto rock and roll’ iba a coger todas las pistas de la maqueta menos la caja de ritmos, que fue reemplazada por la batería de Simón Cordero, que ha grabado todas las del disco. Y eso me gusta de Nigel, que supo ver eso.

 

O sea, que estás aprendiendo la disciplina del estudio ahora, por decirlo de alguna manera.

Sí, no sé. A mí me parece que el punto es la composición, puedo tirarme meses componiendo una canción. Las tengo de dos tipos, las que me salen letra y música del tirón en una tarde, en dos o tres horas, y las que llevan su tiempo. Tiro por aquí, me equivoco, rectifico, escribo cuatro folios y solo me valen dos estrofas, estoy semanas y semanas. Me gustan las canciones, creo que humildemente tengo la capacidad de escuchar una mala grabación de malos músicos y saber si ahí hay una canción. Lo mismo que con grandes producciones sé reconocer si la canción es una mierda aunque la haya grabado Bob Clearmountain. No sé, o igual me estoy tirando el moco [risas].

 

¿Ves “Sálvame”?

Joder, decir que no significa que nadie te crea, pero… no lo veo, tío. Pero no por principios. Sé quien es Belén Esteban, Jorge Javier Vázquez… Lo vería si me divirtiera. Siempre lo digo: si en “Sálvame” me hablaran de la hija de Ron Wood y de la exmujer de Paul McCartney, probablemente lo vería porque hablarían de sus padres, de sus tíos, de sus novios que son los músicos que me gustan y me haría gracia verlos en esos programas, pero los que salen aquí no me atraen.

 

No pasa nada, porque nos vamos a hacer ahora mismo un “Sálvame”. Cuéntame en qué momento de su vida está Rubén Pozo.

Pues estoy… muy contento de llegar a mi segundo disco solista, de haber pasado por dos bandas maravillosas, una con muy poco éxito y otra con mucho, agradezco seguir vivo y aprendiendo, agradezco poder seguir viviendo de lo que me gusta. Mi hobby es mi trabajo, mi trabajo es mi hobby, soy una persona afortunada. Estoy encantado de estar aquí hablando de mi música y de mi disco.

 

Escuchando “En marcha” encuentro a un tío sentimentalmente centrado.

¿Ah, sí?

 

Sí.

Pues no hay mucha canción de pareja en este disco, la verdad.

 

¡Por eso! Porque cuando las hay es porque no estás centrado. ¡Digo yo!

No sé. Me lo están diciendo, pero es que yo no me veo desde fuera. Estoy a gusto en mi pellejo, vaya.

 

¿Tú vida es un caos o no?

No, la verdad. Yo soy un caos por mí mismo, pero creo que he aprendido a vivir con las cosas que no me gustan de mí. Porque las que te gustan son fáciles de aceptar, pero también hay que aceptar las que no y llevas naturalmente en el ADN.

 

¿Y qué es lo que no te gusta de ti?

No sé, pero si lo supiera no creo que lo contara para que lo leyera toda la peña. Supongo que está en mis canciones. Igual vendo esa mierda [risas].

 

Pero es lo bonito del oficio, porque la gente se puede identificar con la mierda de otro. Y eso está bien [risas].

Bueno, pues me gustaría tener la mierda y la miel [risas]. ¿Sabes? Y la ambrosía [risas].

 

Tú empezaste como, vamos a decir, “guitar heroe” y has acabado metido al cien por cien en la faceta de compositor de rock de autor.

Bueno, “guitar heroe” no sé. Yo hago esto porque me divierte. Al principio la gente de alrededor, en el barrio, empezó a decir que tocaba bien pero nunca he sido héroe de nada, no soy un héroe de barrio, soy más friki de barrio. Soy más el friki de la guitarrita que siempre iba con ella por ahí… pero no soy héroe de barrio, tío [risas]. Y la cosa evoluciona, y empiezo a hacer canciones, y oigo por ahí “joder, me gustan las canciones de este tío”, pero me doy cuenta de las cosas por la opinión que tiene la gente desde fuera. Me encanta que me digas esto de rock de autor, no sé si lo soy, ojalá, me suena muy bien. Si alguien dice rock de autor pienso en la gente grande, en Fito, Calamaro, Neil Young, Bob Dylan… Si yo hago eso, no me lo creo mucho, pero hostia, esto no lo había oído nunca, no me lo creo, pero ojalá [risas].

 

Creo que no cabe la menor duda. El ego lo tienes muy controlado, ¿lo has tenido siempre así?

Supongo que el ego tiene que estar ahí para grabar unas canciones y para pasar todos los procesos, para poner tu careto en la portada de un disco, para hacer un videoclip, para subirte a un escenario…

 

Sí, pero el ego es como un perro de presa que puedes soltarlo cuando crees que debes o lo puedes tener suelto por ahí ladrando todo el día. Tú parece que lo controlas.

Sí, siempre he sido un animal de banda y creo que mi ego dentro de las que he estado nunca ha sido muy molesto para el resto de egos. Y ahora estoy solo y ni pienso en el ego, supongo que es lo que te da el ser solista, igual ya no tienes ni que preocuparte de si ego sí, si ego no, es mi movida y ya está. Imagino que llevará un ego: este es mi disco, voy a tocar aquí, me subo al escenario, este soy yo, esta es la banda que he montado… Hay un ego ahí detrás… o delante. No sé.

 

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Desde que empezaste a firmar canciones con Buenas Noches Rose, y sobre todo desde que empezaste a hacerlo con Pereza, se veía que tenías un estilo muy definido componiendo. A lo mejor por eso al tocar canciones de Pereza en tu gira anterior se integraban muy bien con las nuevas.

Es que se integran que te cagas. Me dicen que si las toco por nostalgia y no sé, porque las toco y están sucediendo en el momento. ‘Grupies’, ‘Matar al cartero’, me dan la emoción. Y me alegro. ‘Grupies’ me salió en una hora pero con ‘Matar al cartero’ tardé meses y agradezco haberme dado cuenta de que en ‘Grupies’ no había que tocar ni una coma, que lo que molaba era esa espontaneidad, y que para ‘Matar al cartero’ había que encontrar la frase final, que era “creo que voy a matar al cartero”. Tardé mucho en encontrar esa puta mierda, ¿sabes?, pero las canto en directo y me sudan por dentro, no las canto ni interpreto con un punto de nostalgia. Me gustan y suceden en el momento.

 

¡Ves! ‘Matar al cartero’ es una de esas canciones de estructura rara.

Sí, pero funciona, tío.

 

Funciona de puta madre.

Sí, hay estrofas, estribillo, puente y una parte no es ni B, ni C, ni nada, pero está bien en la canción. Que me he peleado mucho también, con productores, compañeros de banda… “¡Qué raro es esto!”, pues no sé, igual a veces hay que forzar la máquina para ver qué sucede. También la he cagado mil veces.

 

Creo que tu integridad y espontaneidad van unidas.

Pues no voy a dejar nada para dejarlo así de bonito [risas*.

 

Y en realidad la entrevista sigue, hablando sobre cómo están funcionando los ensayos pero no quiero revelar nada para no reventar sorpresas. Rubén se muestra más que satisfecho con su nueva banda, plenamente ilusionado. “Te va a encantar cómo suena la banda”, comenta, un cuarteto contando con él. “Voy a tocar mucho la eléctrica en esta gira. La acústica la cojo para dos o tres canciones, pero en general estoy muy eléctrico, muy incendiario. Estoy muy contento de cómo está sonando. Es lo que se suele decir pero, de verdad, seas quien seas, si paso por tu ciudad pásate a comprobar si lo que digo es cierto o es un flipe más del friki este” y comienza a reírse con esa mezcla suya de confianza y humildad. Deseando verle en vivo estamos.

 

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