Rosalía: “Todo está hecho, pero lo que cambia es el contexto”

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“En el flamenco puedes encontrar tragedia, por eso es tan rico y tan bonito, porque cabe todo: la celebración, la espiritualidad, el amor, el desamor, la muerte, lo costumbrista…”

 

Su segundo disco, el recién editado “El mal querer”, ha propulsado a Rosalía como fenómeno de masas. Una revolución musical que va mucho más allá de fundir elementos flamencos con trap. Un discurso muy propio del que ha hablado en esta entrevista con Carlos H. Vázquez.

 

Texto: CARLOS H. VÁZQUEZ.
Foto superior: MARTÍN DEL BUSTO. Fotos inferiores: PENÍNSULA.WORK.

 

A Lorca le sonaban los versos a flamenco. ‘Bodas de sangre’ es la ‘Nana del caballo grande’ de Camarón de la Isla: “Duérmete, clavel, que el caballo no quiere beber”, cantaba el Camarón. “Duérmete, rosal, que el caballo se pone a llorar”, recitaba el poeta. Al drama se le ve venir de lejos, sube la cuesta mientras tú la bajas hacia su encuentro. Y habrá roce, puñaladas y herida. Es ley de vida.

Rosalía le cantaba a la muerte en su elepé de debut, “Los ángeles” (Universal, 2017), mano a mano con Raül Fernández Refree. ‘Si tú supieras, compañero’, ‘Día 14 de abril’, ‘De plata’… formaron un concepto en blanco y negro con tendencia hacia la muerte en las diferentes historias que completaron el repertorio del disco. Entre tanto, Rosalía ha continuado estudiando Interpretación del Flamenco (modalidad Cante Flamenco) en la Escuela Superior de Música de Cataluña y como Trabajo de Fin de Carrera ha entregado “El mal querer” (Sony, 2018), un segundo álbum de estudio de larga duración que ha significado un antes y un después, tanto en la música nacional como en la propia carrera de Rosalía. ‘Malamente’ es un ejemplo de los once capítulos que vertebran una historia de pellizcos en el corazón. “Me da miedo cuando sales, sonriendo pa’ la calle, porque todos pueden ver los hoyuelitos que te salen”, dice la letra de ‘Pienso en tu mirá’. ¿Qué será de Rosalía cuando nadie hable de ella, si es que dejan de hacerlo? Quién sabe, pero de momento es su música la que habla. Si alguien se pierde por el camino, que escuche ‘Reniego’ para volver a las bodas de sangre de García Lorca con la música de Camarón.

 

Cantaba Manolo Caracol que prefería la muerte antes que vivir sin esperanza de que volvieran a quererle. ¿El flamenco es drama?
Sí, entre otras cosas. En el flamenco puedes encontrar tragedia, por eso es tan rica y tan bonita esta música, porque es como la ópera o como esas grandes músicas que tiene todo dentro de sí: la celebración, la espiritualidad, el amor, el desamor, la muerte, lo costumbrista…

 

¿Y qué sería del drama sin la muerte?
Es una buena pregunta. Muchas veces, en las grandes historias, la muerte también está presente, y cuando una está, la otra también.

 

“Los ángeles” es un disco conceptual donde se habla sobre la muerte. Dijo Silvia Pérez Cruz que ella le cantaba a la pena para librarse de ella. ¿Le cantas tú a la muerte para librarte de ella?
Qué bonita frase de Silvia… Y puede ser, sí. Supongo que cuando le cantas a algo es porque aún no lo entiendes, al menos, en mi caso, y te quieres acercar a ello. Yo, cuando canto, siento que estoy encarnando algo, que lo interpreto. Cuando mejor me lo paso es cuando descubro algo que no conocía.

 

En ese sentido, ¿qué importancia tuvo Raül Fernández Refree en ese primer disco, pero sobre todo en tu carrera?
Fue muy buen compañero. Estuvimos un par de años trabajando, tocando juntos, revisando material flamenco en conjunto y haciendo música. Gracias a eso pude desarrollar mi primer disco y compartir con Raül un proceso creativo que me llenó tanto.

 

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“Yo, cuando canto, siento que estoy encarnando algo, que lo interpreto. Cuando mejor me lo paso es cuando descubro algo que no conocía”

 

¿Y qué importancia tuvo C. Tangana en tu manera de encarar la composición?
Quizá, en ese sentido, justo antes de sacar “Los ángeles” salió ‘Antes de morirme’, una canción que estuve componiendo. En cambio, “Los ángeles” era un trabajo más de arreglos y de producción y no tanto de composición, porque era material popular. Fue uno de los primeros pasos con repercusión donde componía, pero llevo muchos años componiendo, desde los dieciséis. Llevaba años y años encerrándome en casa o en el estudio grabando muchas cosas que todavía no han salido. Otras han servido para que a día de hoy me haya sentido cómoda en el estudio y me haya ayudado a componer con otros artistas. Es muy divertido y me lo paso muy bien. Sigo sintiendo que debo seguir creciendo como compositora.

 

Dices que “El mal querer”, tu nuevo disco, llevaba dos años preparándose, pero el año pasado salió “Los ángeles”. Entiendo que “El mal querer” estaba listo de antes.
Empecé a trabajar “El mal querer” desde que terminé de grabar “Los ángeles”. En ese momento yo estaba en mi último año de Universidad en la ESMUC (Escuela Superior de Música de Cataluña), en Barcelona. Cuando estaba terminando de grabar ese disco, ya estaba en el último año de carrera. Al final, “El mal querer” es mi Trabajo de Fin de Carrera. Intentaba pensar un proyecto todo dedicado a un tipo de espectáculo, a una puesta en escena que no tuviera nada que ver con algo tradicional flamenco; en la composición de los temas, en un proyecto conceptual donde el hilo conductor fuera ese tema, el mal querer dado la vuelta, el no saber querer… Me sirvió para investigar las pasiones y, a la vez, para ponerme las pilas y entregar el trabajo muy estructurado, compuesto y con las canciones que forman el disco.

 

Y es un álbum en el que has hecho lo que más te gusta.
Sí, es verdad. Pero en el proyecto, yo no diría en el disco, porque “Los ángeles” lo disfruté igual que “El mal querer”. En este caso es el proyecto en sí porque he podido llevar un directo como éste, tan ambicioso y con tanta fuerza. Y es muy difícil emprender una cosa así. Por eso digo que estoy haciendo lo que me gusta, pero no siento que no lo estuviera haciendo antes. Simplemente esto es algo que hace tiempo quería hacer.

 

Con esto se ha internacionalizado el flamenco (aunque ya lo estaba) y tu música. Lo hemos visto con ‘Malamente’ y ‘Pienso en tu mirá’. ¿Pero está triunfando el flamenco o está triunfando Rosalía?
Yo diría que ‘Malamente’ y ‘Pienso en tu mirá’ son canciones que beben del flamenco, pero no diría que son flamenco, sino que son composiciones. Como compositora te diría que el flamenco es como el marco de inspiración, porque los ritmos son ritmos tradicionales del flamenco. Por ejemplo, ‘Pienso en tu mirá’ es una bulería por soleá. Por cómo está escrita, es métrica de cuarteta octosílaba típica, básica, de bulería por soleá. Los elementos y la simbología también giran en torno a las letras del flamenco, pero no es flamenco, porque las melodías no lo son, y las estructuras y la producción tampoco. El flamenco siempre ha triunfado fuera y creo que ha tenido un lugar de prestigio y de reconocimiento fuera de su lugar de origen. Ahora más que nunca, mi generación, no solo la música, sino los artistas, está muy fuerte, y España está en el mapa también. Muchos artistas están mirando hacia atrás, rebuscando para proponer algo nuevo y con mucho orgullo por nuestras raíces. Siento que ahora mismo muchos estamos haciendo algo que trasciende el lugar de origen, y hay que celebrar que tanta gente esté conectando con propuestas artísticas que beben de nuestra tradición.

 

En ese sentido, ‘Reniego’ me suena a la ‘Nana del caballo grande’ de Camarón con la Royal Philharmonic Orchestra de Londres, sobre todo por las cuerdas.
¡Qué bonito! Claro que sí, es una referencia que tenía en el corazón, porque me encanta esa canción. Jesús Bola es el mismo arreglista. Él ha hecho los arreglos de esta seguiriya (‘Reniego’). Mira, se me ponen los pelos de punta al decirlo. Me encanta ese hombre y muero por él. Siempre me he preguntado por qué ningún artista ha estado reivindicándolo, con la de cosas que ha hecho. ¿Cómo no está su nombre en boca de todo el mundo? Me encanta ese arreglo de cuerdas y tenía en mente hacer algo con un arreglo de cuerdas por el amor que le tengo a esta canción.

 

 

En este disco también tienes una canción que se llama ‘Nana’.
Sí. Es una nana. Algunas de las letras de esa nana las escribí para el proyecto. Es una melodía tradicional de nana, pero la producción no lo es, porque es muy vacía, muy desnuda, e intenta preservar el aire de cuando estás acunando a un niño. Pero, a la vez, con el uso del harmonizer [pedal], del sonido y de la producción creo que el tema se descontextualiza un poquito.

 

Produces este disco con El Guincho, pero el anterior no estaba producido por ti. Me pregunto si esto ha influido más para buscar un sonido propio.
Supongo que en “Los ángeles” aún no era consciente de que tomar decisiones significa producir. Quizá en “Los ángeles” me estaba presentando más como artista y tampoco tenía la misma visión que tengo ahora y la misma amplitud de miras. En ese disco tuve la sensación de estar en todo momento compartiendo el proceso creativo con Raül de una forma que ahora, incluso, me ha involucrado muchísimo más en la producción. En “Los ángeles”, de alguna manera, ya estaba tomando muchas decisiones, pero compartidas con Raül, por supuesto. En América, cuando una artista es productora ejecutiva de su trabajo, consta en los créditos, pero es increíble que no pase en España. Y cualquiera podría ponerlo. Pero no importa. En este proyecto he tenido muy claro desde el principio la visión, el tipo de proyecto y el tipo de disco que quería hacer. Y el hecho de que tuviera claro el título antes de todo es muy…

 

¿Revelador?
Sí. En realidad tenía claro el título antes que todo, y los capítulos antes que las canciones. Los capítulos y sus estructuras son cosas previas a la escritura de las canciones, antes que hacer las letras y buscar las melodías, antes que producir las canciones y arreglarlas…

 

¿Cómo has ido encajando las canciones en los capítulos?
Este trabajo lo he hecho compartido con Ferrán Echegaray, que es íntimo amigo mío. Ferrán es un artista que me encanta y que ha puesto mucha confianza en mí. Me ha ayudado a desarrollar, a nivel conceptual, el arco narrativo. Él es actor y es un coco. Ha sido muy interesante plantear cómo podíamos darle una estructura poco habitual al disco con los capítulos, que cada canción fuera uno. Con el nombre de los capítulos también me ayudó mucho. Igual que Pablo (El Guincho), que me ha ayudado a nivel de composición y ha sido muy importante, una pieza fundamental para el desarrollo de las composiciones y la producción. A nivel creativo ha estado muy presente. Ha sido un proceso muy bonito. Lo he pasado muy bien.

 

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“Muchos estamos haciendo algo que trasciende el lugar de origen, y hay que celebrar que tanta gente esté conectando con propuestas artísticas que beben de nuestra tradición”

 

El tema ‘Preso’ pertenece al capítulo 6: ‘Calusura’, y divide el disco. Además, es la voz de Rossy de Palma la que se escucha en este caso. ¿Por qué ‘Clausura’ para una canción que está por la mitad?
Buena pregunta. El disco está un poco inspirado, no basado, en una novela que Pedro G. Romero me recomendó en un café, hace unos años. Es una lectura que solo encontré en catalán. Es una novela del siglo catorce, de autor anónimo, que se titula “Flamenca”. Es azar que se llame así, pero la causalidad con el género del nombre del flamenco hizo que me explotara la cabeza. Es la historia de una mujer que se casa con un hombre que, por celos, la acaba aprisionando.

 

Entiendo que también ha inspirado el tema ‘A ningún hombre (capítulo 11: Poder)’, donde aparece la figura del carcelero.
Sí. Es el momento en el que ese personaje femenino toma conciencia y se hace fuerte. Creo que queda abierto lo que pasa entre ellos dos, pero claramente es el personaje de ella el que toma poder en la historia y madura.

 

¿Este personaje es el que aparece en todas las canciones?
Sí, aunque hay momentos en los que encarno una voz más masculina.

 

Estamos hablando de un disco más corto que “Los ángeles”, donde podemos encontrarnos canciones de más de seis minutos, como ‘Si tú supieras, compañero’ o ‘Día 14 de abril’.
Tienes razón. En este disco he intentado hacer canciones más cortas, pensando también en que fuera más accesible, aunque la producción fuera arriesgada. Por ejemplo, la canción de “las motos” (‘De aquí no sales’) es mi favorita. Me siento orgullosa de haber apostado por una idea como la de las motos. Hacía tiempo que quería hacer una canción solo producida con motores, agresiva. Y la melodía es una melodía tradicional del pregón de Macandé. Pensaba y sabía que era descontextualizarlo, pero me gustaba. El pregón se usaba para vender en la calle, pero para mí esa melodía tiene violencia y me sirve para expresarme con la agresividad que necesito para este capítulo (‘Disputa’). Me parece muy radical

 

 

En ‘Di mi nombre’ suenan sirenas de policía, en ‘Malamente’ está la imagen del camión, de la religión y la liturgia del toreo… Un concepto también global.
Al cien por cien. Hay toda una serie de elementos de nuestra tradición cultural que están revisitados, intentando encontrarle otros acercamientos, pero viéndolo desde otros lugares. A nivel visual ayuda a reforzar la historia, porque se usan a modo de metáfora, como el toreo, descontextualizándolo de la matanza. Si te fijas, yo me estoy poniendo en la piel del toro. Al final, esos elementos solo te ayudan a explicar mejor esta historia y a contextualizarla. También me hacen sentirme cómoda, porque he crecido con ellos y forman parte de mi imaginario. Tengo recuerdos de ir a misa con mi abuela y de lo impactante que era el peso de la espiritualidad, de la moralidad… el cantar en comunión. Ahora me ha venido un recuerdo muy fuerte de cuando la gente cantaba en la iglesia y lo imperfecto que era que todos cantasen a la vez; no era perfecto, pero era muy emocionante. Eso me impactó y ha hecho que tuviera muchas ganas de hacer un disco vocentrista con tantas armonías vocales, inspirándome en la música antigua de Tomás Luis de Victoria, del canto gregoriano, de lo que he estudiado en la Universidad… Todo eso está presente en mi bagaje musical. A veces me sorprende que la gente me hable de flamenco y trap, pero espero que se pueda ver que en el disco hay muchas otras referencias, no solo de música urbana, aunque la música urbana forma parte de lo que estoy viviendo.

 

En ‘Bagdad’ podemos oír una voz árabe. Y de ahí viene el flamenco, también de la mezcla con lo hebreo, lo africano…
Con el folclore español… Hay tantas etnias como mezclas: gitana, judía… El flamenco tiene muchos sonidos dentro de sí y por eso me cuesta tanto entender que alguien vea el flamenco de una manera inmovilista; el flamenco nació de la mezcla de culturas.

 

Sobre las referencias, Yung Beef te dedica la canción ‘Rosalía’ en su nuevo disco (“Adromicfms 4”). Además samplea ‘De plata’, pero distorsionada, y dice cosas como: “Todas estas gitanas a mí me tienen gato: ¡ay, las tengo escocías!”. ¿Crees que esto es un homenaje, una ironía o una puñalada trapera?
(Risas) Creo que quien no nos conozca puede pensar que es una ironía o una puñalada, pero Fernando es íntimo amigo mío y me encantó la canción, me parece superpunki. Me hizo mucha ilusión cuando la sacó.

 

¿Tirarse un beef es tragedia?
Es muy interesante. Creo que, en la música urbana, por ejemplo, se hace de una manera muy primaria y muy evidente, pero en otras músicas o en otros entornos creativos pasa igualmente, aunque sea menos explícito. No sé dónde lo leí, pero alguien dijo que la historia del arte era el diálogo entre artistas. Y me lo creo. Creo que es verdad. Cuando hago música, muchas veces estoy dialogando con otras artistas, con otra gente y otras culturas. Así es cuando salen cosas que pueden parecer nuevas. Yo no creo que nada sea nuevo, pienso que todo está hecho, y que lo que cambia es el contexto. Cada vez me doy más cuenta esto. Según cómo lo uses, algo parecerá nuevo o no, pero todo está hecho ya. Me gustaría que la música que hago no solo se quedara en un ejercicio de diálogo entre artistas, sino que también fuera un diálogo con la gente que luego recibe el trabajo. Por eso me hace tanta ilusión que este disco tenga una historia detrás sugerida por las letras, pero sin ser explícitas. Eso hace que la gente, cuando lo escuche, se haga su propia historia, la construya a su manera y la sienta como suya. “Rayuela”, como lectura, me condicionó cuando era adolescente; me encantó que [Julio] Cortázar propusiera diferentes órdenes para que cada persona que leyera la historia pudiera hacerse su propio orden. Eso hace partícipe al receptor de la obra.

 

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