Rockola, Discos. 6 de febrero de 2009

Autor:

Rockola, Discos. 6 de febrero de 2009Javier Corcobado
A nadie

PIAS

Adentrarse en cada nueva obra de Javier Corcobado es como asomarse a un abismo donde los sentimientos habitan en libertad, sin cortapisas, sin tabúes ni moralinas. Y es que quien aquí declara ser «el vertedero de la poesía» es un maestro en rastrear vida en la penumbra de habitaciones cerradas, tendentes a la asfixia y a la sudoración extrema. Allí donde las voluntades se relajan, está él, «sangrando palabras» que cantarnos, poniendo siempre toda la carne en el asador, tanto cuando se desgañita y grita con furia, como cuando parece acariciar el terciopelo y ponerse en plan cantante melódico de los de pecho descubierto y collar dorado.
En A nadie, grabado de nuevo en México DF y producido junto a Gerry Rosado, hay sexo crudo («Mordiendo tus piernas hacia el túnel de tus nalgas, / vislumbro el esfínter virgen del Espíritu Santo», de «En el coño del mar»), visiones apocalípticas –o no tanto, con la que nos está cayendo– en boca del mismísimo Dios («A nadie dedico mi única canción. / Mi voz se quiebra ante la destrucción / de mi Tierra hermosa, víctima de mi error. / A nadie; un cielo de cenizas ante mí, / el mundo ha dejado de latir, / no hay sueños ni ucronías ni ambiciones ni ilusiones ni vivir», de «A nadie»), amor entregado («hoy te echo mucho de menos, sin ti no soy nada», de «La canción del viento»), sinceras confesiones a ritmo pop («Soy un niño y tengo miedo / de morir, de vivir, de cantar», de «Soy un niño»), divertidos guiños irónicos («Hoy no voy a cantar ninguna canción de amor», de «Hoy no voy a cantar») e incluso un genial cuento narrado («François de vacaciones»). Vamos, el despliegue completo del mejor ideario de este singular forense de la condición humana.
Pero también hay en A nadie una voz que sabe darle credibilidad a lo cantado y un músico que encuentra la melodía perfecta para cada tema, que lo mismo asume influencias de los ritmos populares latinoamericanos –pero sonando eléctrico– como de la distorsión y el rock. Más allá del tópico –totalmente cierto– del Corcobado poeta, habría que comenzar a reconocer su capacidad musical, pues lo suyo, en los discos, son canciones, con letra y música, no poemas. Y algunas, canciones de una solidez incuestionable: «Caballitos de anís» (quizás la pieza mayor que deja A nadie. Hermosa, un cruce posible entre la música klezmer y la mejicana, parece nacida para ser un clásico), «La canción del viento», «¿Por qué estoy tan triste?»…
Es este un disco denso, de esos que necesitan que el oyente le preste toda su atención para así disfrutarlo plenamente (¡y hay mucho para disfrutar!), para descubrir y dejarse seducir por sus esquinas, por sus recovecos. Un trabajo enorme, quizás el mejor que ha grabado hasta ahora su autor, incompatible con los politonos. ¡Afortunadamente!
JUAN PUCHADES.

Los Soberanos
¡Fiesta sin fin!

AUTO POP/ELEFANT

Maratón ye-yé (Auto Pop/Elefant, 2005), el debut discográfico de Los Soberanos, fue una simpática carta de presentación. Este grupo catalán con nombre de coñac basaba su propuesta musical en el reciclaje de temas de la era ye-yé del pop español, esas canciones que a unos les parecen rancias y a otros, entre los que me encuentro, entrañables por su candidez e inocencia y por haber sido grabadas con unos medios limitadísimos que le dan “un no se qué” especial. El disco no pretendía ser otra cosa que un divertimento de un grupo de amigos enamorados de los sonidos añejos. Parecía que la fórmula ya estaba agotada, que no merecía una segunda parte. Los Soberanos en cambio, no opinan igual y nos presentan ¡Fiesta sin fin!, su segundo disco y en el que se han atrevido a incluir seis composiciones propias que no se alejan ni un ápice del paradigma ye-yé. La capacidad de calco de Los Soberanos es tal (medios técnicos y producción aparte), que si uno no hubiera leído la hoja promocional del disco podría creer perfectamente que se trata de “oscuras gemas” de los sesenta. Sólo les delatan las letras, algo más atrevidas que las de la época y con un cierto aire de parodia y coña que provocan la sonrisa al oyente. En este capítulo destacan “¡Guapa!”, “Un hombre tranquilo” y “Pero te quiero”. El resto de los catorce temas incluidos en el CD son versiones de canciones como “No sé nadar” (Micky y los Tonys), “Estuve enamorado” (Raphael), “Pareces gitana” (Los Brincos), “El calcetín” (Los Huracanes) o “Bibí “(Manolo Díaz), que el combo catalán ejecuta con la solvencia habitual.
En esta España disoluta llena de Efrenes y Pocholos, uno todavía puede escuchar conjuntos que ensalcen los verdaderos valores de la juventud española más dinámica. Los Soberanos son sin duda una de estas formaciones. Emborráchense con ellos.
ÀLEX ORÓ.

Pepe Rivero and Friends
Friday night in Spanish Harlem

GATEWAY/UNIVERSAL

Pianista portentoso y proclive a las fusiones, Pepe Rivero es heredero directo de esa bendita obsesión cubana que no hace distingos entre la música intelectual y la popular. Pero él quiere, además, pasárselo pipa con sus compañeros de “descarga” en los garitos nocturnos de Madrid, como los músicos del extinto Café Berlín, convertidos en generación de élite del jazz con inclinaciones latinas hecho por aquí en los últimos seis años.
Este trabajo es el primero que Pepe Rivero and Friends publica en todo este tiempo desde Tonight latin –precisamente reeditado ahora con un tema extra, el santero “El tiempo para Elegua”–, que celebraba aquellas efusivas sesiones, bajo la producción del alemán Ben Lierhouse. Para este nuevo trabajo, Rivero no ha estado en Harlem. Por lo menos no para extraer de una posible visita un título tan apropiado como el de Friday night in Spanish Harlem. Lo ha hecho por él el guitarrista Gerardo Núñez, el único músico del álbum que ha tenido que enviar su contribución vía internet, lo que no ha sido óbice para dejar su larga y bella marca en el tema homónimo. En igual estado de gracia se han encontrado Perico Sambeat en ese jubiloso homenaje a Thelonious (“Homage to Monk”), Bobby Martínez (saxos), Manuel Machado (trompeta), René Toledo (guitarra, cuatro), Gladston Galliza (voz), Cepillo (cajón, palmas), Yelsy Heredia (bajo acústico), Yuri Nogueira (percusión latina)…, así hasta completar el total de una banda al que no se le queda corto el lema del álbum: “latin jazz at it’s best”. Una prueba de logradísima osadía: en “Chopin on my mind”, Rivero le mete un cuatro al “Estudio No. 12” del pianista polaco y sale tan airoso de la experiencia.
GERNOT DUDDA.

Chema Vargas
Corazones raros

BOOMERANG DISCOS

Interesante la nueva propuesta de Chema Vargas. Corazones raros es un lujoso disco grabado entre Madrid y Buenos Aires contando con las labores de Guido Nissenson (habitual ingeniero de Andrés Calamaro) como productor. Sin duda estamos ante una obra que supura cariño y buen hacer, intenciones que no caen en saco roto pues el producto final atesora un contenido de lujo. Vargas viene a ser como un extraño cruce entre Los Secretos y Nacha Pop, donde la influencia de Urquijo y Vega confluye en una voz y unas manos con personalidad propia.
El sonido de Corazones raros brilla con una producción y mezcla que lanza con potencia cada uno de los temas, resaltando melodías, arreglos de fuerza pop y una voz intima, calida, que se aproxima al oyente a partir de la cercanía. Vargas no es un cantante privilegiado –a ratos monótono– pero sí sabe qué educación precisa cada una de sus criaturas, siendo él el único capaz de dotarlas de diligencia y cuerpo. En tiempos difíciles, Chema Vargas cree en sí mismo y apuesta por un oficio cada vez más infravalorado que, gracias a autores como él, continúa vivo.
JUANJO ORDÁS.

Fitness Forever
Personal train

ELEFANT RECORDS

Si tuviésemos que comparar el trabajo del proyecto Fitness Forever, con algún referente conocido propio no podríamos con menos que citar a La Casa Azul. ¡Qué casualidad!, teniendo en cuenta que el inductor de esta edición ha sido Elefant Records, y que el tipo de sonoridades, las típicas que explota el conocido y siempre sorprendente sello discográfico madrileño. El caso es, efectivamente, que si el oyente coloca el CD en su reproductor favorito, cierra los ojos y se pone escuchar, por ejemplo, el primer corte que conforma este Personal train, creerá estar escuchando una nueva entrega musical del bueno de Guille Milkyway al frente de su banda virtual electrónica, sólo que esta vez entonando sus energéticas tonadas en el idioma del país transalpino. ¿Cuál es el secreto del asunto? Pues parece ser que los de Elefant han localizado en Italia a una especie de clónico estilístico del fantástico creador de Barcelona. Se trata de un tal Carlos Valderrama, un –al parecer también genial y polifacético creador multidisciplinar– que se las ha arreglado, muy bien por cierto, para diseñar y ejecutar un disco, como los de La Casa Azul, lleno de mil influencias pop que abarcan –cómo no– modelos surgidos por todo el orbe occidental desde la gloriosa y colorista década de los 60 hasta la actualidad, pasando por los rítmicos y bailongos años 70, la novedad electrónica y los recursos técnicos de la de los 80 y el eclecticismo y búsqueda de nuevos caminos expresivos de los 90.
El tal Valderrama, secundado por enigmáticos compañeros instrumentistas con nombres imposibles como “Paster”, “Big Tony” Fresa o “Scialdone”, ha pergeñado y bruñido doce gemas sonoras que no le hacen ascos a nada y que suenan frescas y apetecibles para ser disfrutadas a cualquier hora del día. A quien le pongan personajes imprescindibles de la historia de la música como los orquestales Michel Legrand y Burt Bacharach, la bossa y los aires latinos de Jorge Ben o Sergio Mendes, el pop de disfraz galáctico de los Abba, el soul-funk más sofísticado de Marvin Gaye o el sonido Filadelfia a lo Billy Paul, las sensuales solistas ye-yé francesas tipo Claudine Longet y todos los italianos desde Morricone a Celentano pasando por Mina y la Pavone o los grupos spaghetti setenteros, este es el disco divertido de cabecera para la ya cercana primavera 2009.
JAVIER DE CASTRO.

Anthony Joseph & The Spasm Band
Bird head son

HEAVENLY SWEETNESS/NAÏVE

Como Gil Scott Heron, The Last Poets o Sun Ra. Un predicador o un poeta cósmico, según se mire. Anthony Joseph llega desde Trinidad con su funk abrasivo, sus sinuosos wah-wahs de guitarra y una voz de recitador que derrite cuerpos y espíritus y que delata una conciencia propia del voodoo caribeño. La suma de elementos convierte este Bird head son en una experiencia única, a veces atmosférica (la delicadeza de “His hands” y su elegante vibráfono, de “Two inch limbo”…), un “viaje” en toda regla. A ratos extenuante –tanto “spoken word” no está hecho para oyentes no angloparlantes–, a ratos fascinante, es en la recta mediana y final del álbum cuando encontramos logradísimos ejercicios de abstracción mental y musical. Como la larga “Jungle”, 12 minutos y 4 segundos de gozoso “voodoo run”, con un punteo de guitarra que nos traslada automáticamente a la maravillosa “Maggot brain” de Funkadelic. O improvisaciones únicas, con saxos dislocados (“Bird head son”), un oportuno Fender Rhodes y percusiones que despiertan enigmas (“Conductors of his mystery”), o rayando ligera pero contundentemente en el free jazz (“Cuttlas”). Profesor, músico, novelista, rapero, las claves de este personalísimo rastafari están todas perfectamente reflejadas en sus canciones. Conocerlo es amarlo.
GERNOT DUDDA.

Giorgio Tuma
My vocalese fun fair

ELEFANT RECORDS

Para todos los amantes del llamado Sunshine Pop, una variante genérica light del pop vocal que artistas de finales de los 60 o principios de los 70 como Harper’s Bizarre, The Cyrkle, Spanky & Our Gang, The Association, Sagittarius o We Five desarrollaron con elegante amplitud, es absolutamente recomendable la escucha de este agradabilísmo My vocalese fun fair. Se trata del segundo álbum del italiano Giorgio Tuma, un artista que al margen de antecedentes como los citados, bebe también de influencias compositivas e interpretativas desde The Beatles a Burt Bacharach pasando por grandes exponentes de la bossa nova y el tropicalismo como Caetano Veloso, Astrud Gilberto o Antonio Carlos Jobim, amén de otras sonoridades igualmente placenteras como el latin-jazz o el pop y soul anglosajones menos estridentes.
Tuma nos propone una suerte de pastel de corte “vintage” compuesto de mil ingredientes azucarados de extrema sensibilidad y riqueza sonora y que una vez degustado nos brinda una digestión plena de calidez colorista y circense pero, a la par también, ácida y lisérgica, muy adecuada para hacer viajes al infinito y volver, a bordo de una montaña rusa como la que ornamenta la portada. Y viene acompañado de los instrumentos y las armonías vocales de Os Tumantes, una versión mediterránea y a su propia medida de la legendaria banda psicodélica brasileira, que algo habrá contribuido también –digo yo– en la concreción de este tinglado.
Un pop luminoso, en suma, ideal para transportarlo a uno a cualquier rincón paradisíaco anhelado donde disfrutar con plenitud de su contenido lírico, melódico y, la verdad, también, bastante onírico. ¿No?
JAVIER DE CASTRO.

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REEDICIONES Y RECOPILATORIOS

Ant Trip Ceremony
24 hours

GUERSSEN RECORDS

Nos enfrentamos de nuevo a uno de esos discos que el tiempo ha puesto en su lugar. 24 hours, de Ant Trip Ceremony es una de esas rodajas psicodélicas que se grabaron con más ganas e ideas que medios, que tuvo una mínima distribución comercial (se prensaron 300 ejemplares) pero que, con el paso de los años, se ha convertido en carnaza de coleccionismo. El sello leridano Guerssen Records lo reedita por primera vez de forma oficial en vinilo (sólo 600 copias).
La banda la formó un estudiante de un “collage” de Ohio llamado Steve Detray con algunos compañeros hacia 1968. Deciden grabar sus composiciones con la ayuda de un productor llamado David Crosby (no es ese David Crosby de The Byrds y CSNY). El repertorio lo podríamos calificar como hippie, folk, jazz, psicodélico (versión Costa Oeste). Es decir, que estaba influenciado por bandas como Grateful Dead, Jefferson Airplane y Quicksilver Messenger Service. Básicamente se trata de material original entre el que destacamos “Elaborations”, el tema que cierra el disco, en el que la banda desarrolla un raga hindú con una guitarra que imita el sonido del sitar, y “Paler shades of grey”, que tiene una letra influenciada por el hit de Procol Harem “White shade of pale”. “River Down” es una canción muy “de la época” que habla de como los jóvenes estudiantes “escapaban” de las restricciones impuestas en los campus universitarios, como también lo es “Outskirts” que trata de la alienación de la sociedad. El disco se completa con versiones como “Get out of my life” de Alain Touissant; “Violets of Down”, de Eric Andersen, y el gran clásico del segundo lustro de los sesenta: “Hey Joe”.
ÀLEX ORÓ.
Para consultar el Rockola de la semana pasada, pincha aquí.

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