Rockola, Discos. 31 de julio de 2009

Autor:

Bill Frisell
Disfarmer

NONESUCH/WARNER

Una vez más, el prodigioso guitarrista de la nota en permanente levitación hurga en las raíces de la música norteamericana, que es el eufemismo que sirve siempre para hablar de “bluegrass” y nunca de las etnias precolombinas.
El motivo en este caso es muy concreto: la creación musical inspirada en las fotografías de Mike “Disfarmer” Mayer, un excéntrico fotógrafo, muerto en 1959, que en la década de los 40 se había dedicado a retratar a los convecinos de la pequeña población de Arkansas donde vivió. El crudo realismo de aquellas placas en sepia conmocionó al propio Frisell, que comisionado por el Wexter Center de Ohio decidió realizar un espectáculo específico sobre este tema y que llevó de gira por todo el Mid East. Partiendo de estos retratos familiares de Huber Spring, Frisell logra dotar de dimensión y de un escenario sonoro propio a estas 26 piezas de imperativo sesgo ambiental.
Con sólo fijar unos puntos cardinales mínimos, se basta para poder explorar en sus particulares dominios con sus guitarras acústicas y eléctricas, y sus “loops” y efectos. Le acompañan los tres músicos indispensables de su numerosa banda: Grez Leisz en la “steel guitar” y en la mandolina, Jenny Scheinman en el violín y Viktor Krauss en el bajo. Y produce Lee Townsend.
Es cierto que últimamente Bill Frisell graba mucho, sus discos suelen ser muy largos y los hallazgos llegan entre oleadas de intenso metraje, pero siempre son interesantes a más no poder. Ya de partida con la bellísima melodía central del propio “Disfarmer theme”, sobre la que vuelve en más de una ocasión. Hay un punto de escape altamente adictivo y tonificante. Disfarmer te llena el pulmón como lo hizo David Lynch con aquella genialidad llamada Una historia verdadera.
GERNOT DUDDA.


Varios
Operación Bikini

SIROCO

Han llegado los calores y aparece este año la canción del verano. Perfecto, parece que se va diluyendo el apunte hortera, por lo menos en la música. Sin embargo, el bochorno exige compases ligeros, así que a falta de himno estival podemos hacernos con el disco que conmemora el décimo aniversario de la Operación Bikini.
Operación Bikini es un oasis playero en Madrid, lleva a la capital el antiguo refresco de las noches de agosto. La iniciativa parte de la sala Siroco que hace diez años, dispuesta a alegrar el verano, decidió que el más productivo era el de los 60 y de de los 70. Y así escogió a José Luis López Vázquez como símbolo y a Mario Feal como diseñador para articular conciertos con  tendencia estival y espíritu de Rodríguez.
Y como una década merece celebración, el catálogo de la exposición gráfica es un disco con solución estival. Veinticuatro canciones de temática veraniega escogidas entre Juan de Pablos y Paco Clavel en las que vence por goleada la selección francesa, pese a tener sólo a France Gall y a Gainsbourg. A corta distancia se sitúan los españoles con propuestas tan húmedas como Family, Airbag o esa estimulante canción que hasta ahora reposaba en maqueta y que llena de luz y optimismo el disco: el “Sausalito” de Los Abatidos, guardianes de un lugar que viene a ser el jubileo del pop.
Por lo demás, surf primitivo con The Ventures o Anette, espíritu San Remo con italianos como el olvidado y directo Peppino di Capri, rancios hispanismos en la estela de Martínez Soria, versiones del “Surf City” –o de los TNT– a cargo de Jorge. La banda sonora de serie B perfecta y casi tan impagable como asistir a una gala en el Siroco, cita obligada por los calores y porque el disco sólo se puede conseguir en la sala.
CÉSAR PRIETO.


Elvis Perkins
Elvis Perkins in Dearland

XL/POPSTOCK!

El segundo disco de Elvis Perkins parece más alegre que el primero, Ash wednesday: ese que empezaba suavemente con los acordes melancólicos de “While you were sleeping”, una canción realmente sencilla que en realidad es una obra maestra, aunque Perkins aún no lo sabe, que podría durar horas y no nos cansaríamos de ella.
Y es que las canciones de Elvis Perkins son melancólicas, se nota que forma parte de la nueva generación “Leonard Dylan”. No vamos a entrar ahora en los detalles de su biografía, quien quiera que busque quién era su padre, de qué murió, qué le pasó a su madre y comprenderá perfectamente el porqué de la tristeza de su música. Elvis cuenta historias importantes en sus canciones y las canta con seguridad.
Elvis Perkins in Dearland empieza con fuerza, “Shampoo” es la primera canción: ruidos de pájaros, una guitarra que suena junto al fuego y ¡BOOM!, un órgano loco que parece salido de “Ballad of a Thin Man” de Bob Dylan. Entonces comienza a cantar Perkins y… por favor, que vuelva a sonar la canción de “Doomsday” porque no me la esperaba y no me ha dado tiempo a ponerme de pie para bailar; por favor, que no pare de sonar su música, ni siquiera cuando termina la última canción, “How’s forever been baby”, con esa armónica maniaco-depresiva que nos recuerda por qué se componen canciones tristes y por qué esas canciones nos hacen sentir tan bien, a pesar de todo.
AINHOA REBOLLEDO.


Jeremy Enigk
Vale oso

CIDONIA/B-CORE

Jeremy Enigk fue el cantante de Sunny Day Real Estate, el grupo puntero del emocore, un género nacido a finales de los ochenta que fusionaba el hardcore con letras que abordaban temas emotivos y sobre el estado de ánimo. Tras la disolución de la banda, Enigk inició una carrera en solitario en la que se adentró en el territorio indie-folk como lo atestiguan discos como The fire theft (2004). Vale oso es su tercer trabajo y para grabarlo, Enigk ha elegido los estudios Ultramarinos Costa Brava, de Sant Feliu de Guíxols y se ha rodeado de músicos de la escena independiente catalana como Ramón Rodríguez (The New Raemon, Madee…) a la guitarra, Santi García (No More Lies) también a la guitarra, Ricky Falkner (Standstill) al bajo y Víctor García (Ghouls’n Ghosts), a la batería.
El resultado es un disco sorprendente en el que la voz de Enigk y sus enigmáticas, magnéticas y poéticas letras salen reforzadas gracias a su colaboración con los instrumentistas citados. Entre todos consiguen un sonido que podríamos calificar como rock alternativo para adultos, en el que el emocore, el folk, el power pop se funden para ofrecer momentos de gran belleza. Recomendamos “Sant Feliu de Guíxols”, el tema que cierra el álbum, una oda de tintes marineros de gran plasticidad.
ÀLEX ORÓ.


Howard Hughes
O make me a mask!

KITCHEN MUSIC

O Make me a Mask ya no es un poema de Dylan Thomas ni Howard Hughes, un aviador excéntrico. Bueno, este Howard Hughes es francés aunque sigue siendo un poco excéntrico: es un tipo muy alto que suele llevar una chaqueta dorada que recuerda mucho a C3P0 y cuando canta sus canciones se mueve como una marioneta.
Howard Hughes es el cantante principal de Coming Soon, es el único miembro del multitudinario grupo que no toca ningún instrumento. Es el líder por su gran presencia escénica, debido en parte a su gran tamaño y a su voz extremadamente grave.
La música que hace Howard Hughes en solitario tiene una base folk (el disco, editado a principios de este año, comienza con un himno de la lucha obrera de los años setenta) pero después continúa con una canción tranquila, “Ginger & Fred Stunts”, y entonces nos sorprende con la sonora “Beware I’m just a singer” y más tarde regresa al auténtico folk norteamericano con “Jimmy Dean” y se vuelve a ir con su guitarra eléctrica a no sé dónde con “Anything but a rhyme” para regresar al folk con “Crashing cars” y así, sin detenerse ni un segundo para respirar, hasta el final, parando con su “organum” en la que, creo, es su mejor canción: “Standing in the ½ empty hall blues”. Después se escapa rápidamente al teatro de autómatas con “I’m empty inside (But I’m allright)” aunque dice que no va a ninguna parte pero llega a Poisonville, USA y desde aquí ya es imposible definir el género de este disco, resulta más fácil (y satisfactorio) sentarse a escucharlo y descubrir esta maravilla por uno mismo. Y después intentar explicar a alguien que Howard Hughes no es el mismo que el de Titanic para acabar diciendo “mejor escúchalo y luego me cuentas”.
AINHOA REBOLLEDO.


Baaba Maal
Television

PALM PICTURES/KARONTE

Baaba Maal es uno de los músicos más populares de Senegal y un ejemplo de comunicación entre pueblos, comprensión mutua y respeto al ser humano. Y en este sentido ha sabido también bregar como un campeón en infinidad de eventos multitudinarios. Ya sea cantando el himno de su país en el Mundial de fútbol de Japón-Corea, en favor de la liberación de Nelson Mandela o liderando las manifestaciones de denuncia contra el G-8.
Television –dedicado a ese “invitado inesperado y no siempre deseado” que se cuela en los hogares de toda África– es su primer trabajo nuevo en ocho años. Y desde algo antes –como el histórico Nomad soul (1999), de hecho la primera referencia publicada por Palm Pictures– no ha dejado de grabar para el nuevo sello de Chris Blackwell, al que siempre ha sabido agradecer un mecenazgo “sin condiciones”. Esto equivale también a una exquisita sofisticación sonora presente en su obra desde entonces y con la que sin embargo no ha perdido en ningún momento el contacto con las raíces y tradiciones de su pueblo: la etnia peul, asentada en la franja que separa su país de Mauritania.
Baaba tiene un vozarrón de aúpa, pero se deja producir dócilmente por Barry Reynolds, pieza clave de los míticos Compass Point Studios de Nassau y por tanto hombre de confianza de Blackwell. Piezas como “Tindo” o “A song for women” son depositarias de cierto trance hipnótico. Especialmente esta última, conducida en este caso por John Leckie y que recuerda sutilmente su forma de trabajo con Stone Roses, The Verve o Radiohead.
Puede que Malí y su omnipresente pureza lírica haya eclipsado en estos últimos años a Senegal entre las preferencias del circuito internacional, pero no hay que olvidar que cuando gente como Youssou N’Dour, Ismael Lô, Cheikh Lô o el propio Baaba Maal se dejan caer, lo hacen con todo su inconmensurable peso específico.
GERNOT DUDDA.


NOTA: Rockola y sus críticas de discos se toma un descanso estival hasta el próximo 4 de septiembre.

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