Rockola, Discos. 13 de junio de 2008

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Rockola, Discos. 13 de junio de 2008Amaral
Gato negro, dragón rojo

EMI

Los elitistas detractan todo aquello que se convierte en superventas, tienden a emparejar consumo masivo con vulgaridad, anatematizan toda propuesta que sea bien recibida por las listas de éxitos, aunque alcanzarían el orgasmo con mucho de todo aquello que execran si fuera minoritario, si viviera en el hambriento ostracismo o pasara dolorosamente inadvertido para los mass media. Amaral empieza a padecer esta situación. Su notoriedad y su vecindad con las estrellas hacen que el esnob de turno, o el que siente animadversión por todo lo que no sea marginal, demonice su música. Es cierto que en el mercado discográfico pocas veces correlacionan ventas y mérito, pero en el caso de Amaral hay una simetría irrefutable. La calidad y las cifras se dan la mano.
    Partiendo de esa posición privilegiada se han atrevido a editar un doble álbum de estudio. Chorrea fertilidad creativa, sobreabundancia de canciones de alto presupuesto compositivo, una luminosidad y una vitalidad inaccesible para la mayoría de grupos coetáneos. Es un disco que en su condición de doble álbum también da alojamiento a veleidades y guiños sonoros que tendrían vetado el paso en un álbum sencillo. Los álbumes dobles nacen subyugados a un riguroso criterio matemático. El nivel de exigencia de la criba final de temas es menor en tanto el número de canciones es mayor. Con Gato negro, dragón rojo planea la certeza de que si en vez de un doble Amaral hubiesen decidido alumbrar un disco simple, les hubiese salido un trabajo redondo, una rodaja tan sobresaliente como sus predecesores Pájaros en la cabeza (2005) o Estrella de mar (2002).
    Poseen el mimo y el gusto exquisito de Juan Aguirre en la guitarra y la prodigiosa voz de Eva inundándolo todo. Con estos dos materiales construyen canciones de rebosante frescura pop, adhesivas, equilibradas en los adornos y en los preciosos arpegios, de fácil digestión y simultáneamente nutritivas con cada nueva escucha. Frente a la abulia y la languidez de grupos de su escena, ellos representan la exultación y la apología a la vida. Amaral es el mejor grupo de pop en España. Cinco grandes discos lo refrendan. A mí me encantaría que en un futuro dieran pasos al frente y pronto pudiera decir que también lo son de rock. Por ahora habrá que esperar, aunque ellos en sus nuevas canciones no dejan de airear su militancia orgullosa en el rock and roll. Es un primer paso.
JOSEMI VALLE.

Paul Weller
22 dreams

YEP ROC/NUEVOS MEDIOS

Desde que Paul Weller inició su carrera en solitario a principios de los 90 siempre ha estado obsesionado en mantener el nivel de sus composiciones. Creía entonces el “Modfather” que los grandes artistas británicos que él admira (Ronnie Lane, Steve Marriot, Nick Drake, John Lennon, Ray Davies…) habían dado lo mejor de si cuando eran veinteañeros y temía que pasado el meridiano de los 30 años, no fuera capaz de escribir buenas canciones. El tiempo ha demostrado que estaba errado y desde entonces ha editado discos que han brillado a gran altura pese a algún que otro altibajo.
    Los que le critican aseveran que el “Modfather” repite su fórmula de soul-rock de raíces sesenteras y temas lentos una y otra vez y que por eso sus trabajos son algo cansinos. Sus fans, en cambio, le idolatran y creen que el último trabajo de Weller es siempre el mejor. Ni una cosa, ni la otra. 22 dreams es el último disco de Weller y, sí, es el mejor que ha editado desde Stanley Road (1995). O quizás no. Me explico. Es el primer doble de su carrera (directos y recopilatorios aparte) y ese afán por componer temas de gran calado se mantiene, pero reduciendo la duración total el ex Jam hubiera conseguido un disco más compacto, ya que hay algún tema que suena a relleno gratuito, especialmente alguno de los cinco instrumentales incluidos en este 22 dreams.
    Abre con un trallazo de psicodelia folk acústica titulado “Light nights”, que desarrolla algunas de las ideas expresadas en Wild wood, su segundo LP. La voz de Weller sube, baja, da requiebros, se muestra dócil y se asilvestra en los 3 minutos y 44 segundos que dura la canción. Es, sin duda, uno de los mejores temas de su carrera y seguro que se va a convertir en un clásico del repertorio de Weller. Este afan por volver a caminar por territorios ya explorados se puede apreciar también en “All I wanna do (Is be with you)” y “Empty ring” que nos retrotrae a las sonoridades de su primer disco en solitario. «22 dreams», la canción que da título al LP, es un vigoroso ejemplo del estilo soul-rock marca de la casa que comentábamos antes. Como también lo es, pero en versión calmada, “Have you made up your mind”. “Echoes round the sun”, es la apuesta más rockera de este trabajo y por ello ha sido elegida para ser el primer single. En este tema han colaborado los miembros de Oasis Noel Gallagher (también coautor del tema) y Gem Archer.
    Un disco de Weller sin una balada estrella no sería un disco de Weller. En esta ocasión este honor es para la azucarada “Invisible”. La tradición más soulera heredera la época de Style Council es patente en “Cold moments”, con una línea de bajo a lo Motown absolutamente irresistible, y “Black river”. En ese afán por combinar las experiencias sonoras ya consolidadas y nuevos retos musicales, en “One bright star” Weller se atreve con algo que suena a… ¡un bolero!
    Weller y sus 22 sueños se alejan del ímpetu rockero de As is now (2005) pero son un paso adelante en la carrera del “modfther”, que lejos de estancarse demuestra que, cumplidos los cincuenta, todavía tiene capacidad para sorprender y hacer grandes canciones, como seguramente hubieran hecho la mayoría de sus héroes musicales si no hubieran fallecido.
ÀLEX ORÓ.

Bill Frisell
History, mystery

NONESUCH/WARNER

El guitarrista Bill Frisell se ha embarcado en todo un verdadero “tour-de-force” que le ha llevado más de dos años de elaboración paulatina –disco doble, 30 piezas, algunas hechas en directo, grabación en octeto–, que no quita para que sea sin embargo una de sus grabaciones más accesibles en mucho tiempo. Especialmente el primer CD, que contiene absolutas gemas de eso que nadie dudaría ya en llamar “sonido Frisell”, con su muy personal sello logrado con esa tensión entre timbre y vibrato. Por ejemplo, el tema central, “Probability cloud”, que tiene varios reprises con diferente instrumentación y duración, es una verdadera maravilla, con una bellísima melodía ejecutada por Jenny Scheinman, su violinista favorito. O los momentos de sereno y apaisado blues de “Struggle”, “A change is gonna come” y “Baba drame”, estas dos últimas sendas versiones de Sam Cooke y Boubacar Traore. De verdadero delirio son los momentos en los que se juntan guitarras, bajo, batería, corno, saxo, viola, violín y chelo, al unísono. Intenso y emocionante.
GERNOT DUDDA.

Manolo Tena
Canciones nuevas

WARNER

Manolo Tena salda su retorno a la actualidad musical con un trabajo excepcional. Mas allá de su poco atractiva portada, Canciones nuevas presenta una colección de temas notables y rotundos, dando forma a un CD que bien podría haber sido editado a principios de los 90. De inmaculada y reluciente producción, lo que podría resultar un pesado anclaje se convierte en su principal virtud. Sus cuidados arreglos, los esquemas de los que hace gala y su vertiente “para todos los públicos” nos hacen rememorar aquellos tiempos en los que el pop español era capaz de parir obras comerciales, radiables, pero llenas de calidad.
    Optando por la variedad, Tena y sus colaboradores hacen regresar al oyente a un estadio en el que el “easy listening” no tenía por qué ir cogido de la mano de lo mezquino y edulcorado, demostrando que es posible crear obras de vocación radiofomulera pero que en su concepción continúen siendo sinceras (que trascienda más allá de su círculo de seguidores es otra cosa). Su voz continúa llenando cualquier melodía sobre la que se pose, con sus clásicos dejes que permiten identificar a su dueño como uno de los vocalistas con más estilo que se recuerden en nuestra memoria, su garra sigue patente.
    Por supuesto que un retorno como el que nos ocupa no acaparará titulares, incluso es posible que no trascienda más allá de la limitada prensa especializada, así que al final es una cuestión personal el otorgarle o no la magnificencia que, sin duda, merece. Desde el incendiario single titulado “Flores”, que abre fuego con su carga poética y melancólica, queda claro que no se trata de un disco de compromiso, sino de un trabajo comprometido con la música de calidad. Manolo Tena ha vuelto, y de qué manera.
JUAN JOSÉ ORDÁS FERNÁNDEZ.

Fortune Tellers
Remenber the future & taste broken cups

WILD THING

La primera constatación es evidente: los Fortune Tellers son un grupo ye-yé. Advertirá quien escuche el disco que corre por él un tono blues y sudoroso poco ajustado a la interpretación de los grupos españoles de los 60, mucho más amable. Pero el caso es que “She’s my pride” y “Timekeeper” recuerdan poderosamente a los Salvajes o a los Bravos. Mejor aún, a unos Salvajes o unos Bravos que vivieran en Carnaby Street desde siempre.
    El caso es  que, definidos perfectamente en su sonido, como un árbol bien enraizado, el disco ofrece frutos llenos de injertos. Nutrientes de los Who o Traffic y de esos grupos que en la actualidad también recogen el espíritu, Kula Shakers o Supergrass, pero a la vez algún espectro psicodélico, fraseos a lo Dylan o el legado de T-Rex en la maravillosa “Angel over me”, con esos coros de ametralladora y esa garganta que frena un segundo antes del falsete.
    Por otra parte, el disco tiene un par de excelentes desvíos: “Winter song”, una delicia a la manera californiana, casi soft pop con un muro spectoriano detrás, y “Facing the wind”, con ese punto de carretera americana que depuran a la manera europea. Es igual, la voz de Sergio moldea a la perfección tanto las líneas más hirientes como las más refinadas, escuchen para entenderlo canciones como “Everywhere I go” y notarán además que se empapan de todo lo que hace grande a esos géneros: sentimiento y potencia.
CÉSAR PRIETO.

Mikel Salas    
Bajo las estrellas (BSO)

ACUARELA

No es muy usual, ésa es la verdad, que en esta sección de crítica de discos entren de forma habitual, para su comentario, demasiadas bandas sonoras de películas y menos, si cabe, cuando éstas pertenecen a cintas producidas en nuestro país y porque hasta hace relativamente poco éste era un campo en el que lo español no destacaba tampoco en exceso. Por fortuna, en las últimas décadas este panorama ha empezado a cambiar e, incluso, estamos empezando a exportar lejos de nuestras fronteras también, no sólo a directores, a actores y a algunos de nuestros técnicos más reconocidos en sus disciplinas, sino, también, a algunos de nuestros creadores musicales cinematográficos. En esa línea de progreso, es de destacar el hecho de que cada vez sean más los jóvenes compositores españoles que están dedicándose a este menester y que el resultado de su trabajo vaya adquiriendo una notoriedad creciente, nos obliga a que cuando la cosa vale realmente la pena, los que nos dedicamos a comentar novedades discográficas centremos, también, parte de nuestro tiempo y trabajo a estas composiciones propiciadas por el cine. El caso de la película del director Félix Viscarret y de las partituras que para dicho film ha creado Mikel Salas, destaca por diversas causas. Primero –quizás, paradójicamente, la menos importante de todas esas razones al margen del impacto a nivel económico que ello pueda acarrear– porque dicha banda sonora original fue seleccionada –finalmente no agraciada– para la última convocatoria de los premios Goya; segundo, y muy importante, porque la calidad de las composiciones y, sobre todo, la forma en que éstas han sido ejecutadas e imbricadas en la plasmación argumental ha resultado de una forma absolutamente convincente y efectiva. Aunque la trama de la película gira entorno a varios personajes, siendo uno de los principales protagonistas de la historia un trompetista, parece que lo más lógico hubiese sido darle a la música un tono algo jazzy. Sin embargo gran parte de esa efectividad lograda en la conjunción de imágenes y música viene dada por el sesgo diferencial y muy paradójico que tanto Salas como Viscarret pactaron para los 16 cortes sonoros que componen finalmente esta banda original. Ello es el enorme acierto de percibir en el guión muy bien y haberlo sabido desarrollar a lo largo y ancho de la trama, un perfil de comportamiento de los protagonistas muy al estilo de las “road movies” genuinamente americanas y lograr con ello una cinta densa y profunda mediante ese estudio de personajes a la altura de algunas películas de enjundia características de este género tan yanqui. Otro de los alicientes de la película y de la música que la envuelve es la singular elección de la instrumentación elegida para ejecutar aquélla y donde destacan unas cuantas herramientas atípicas en estos pagos como el lap steel, el banjo, el ukelele, marimbas, xilófonos y teclados de juguete y algún otro chisme más por el estilo que, junto a otros más habituales del combo rock tradicional, han aportado esa sonoridad fronteriza que tan bien le va al fondo y a la forma de esta más que notable película española.
    El conjunto musical –las composiciones, su ejecución y los arreglos– acaba siendo hipnótico y atrayente e invita a ser escuchado una y otra vez aunque sea, incluso, fuera del contexto de las imágenes que lo han sugerido. A destacar, finalmente, el único corte de composición ajena que se incluye en el film, “Stella by starlight”, cuya interpretación vocal ha corrido a cargo del siempre sorprendente Enrique Morente, quien en un inglés muy a su “propia manera” ha logrado darle al estándar de Washington y Young, una textura sonora como sólo el gran cantaor flamenco sabe dotar a su trabajo, sea cual sea éste y aunque –como en este caso– se aleje de su registro más habitual.
    Una delicia en suma y el convencimiento de que Mikel Salas volverá pronto con alguna nueva aunque, singular y sugerente propuesta cinematográfico-musical.
JAVIER DE CASTRO.

Haris Alexiou
Odeon of Herodes Atticus

MINOS/RESISTENCIA

Haris Alexiou es –junto con Alkistis Protopsalti y Eleftheria Arvanitaki– la gran diva de la canción griega. Sólo un dato que habla por sí solo de la dimensión que cobra su figura en su país: llenó hasta la bandera las tres noches consecutivas que actuó en el inmenso Herodes Ático del Partenón ateniense. La cita era para homenajear a su gran amigo y colaborador musical Manos Loízos, autor de una larga lista de canciones de su repertorio, en todas sus diferentes facetas. Le acompañaron el trío Trífono y Nikos Portokáloglou, y una magnífica banda que tocó con pasión y convicción. Lujosísima presentación gráfica como digipack en tres cuerpos que recoge los dos CDs de audio de los conciertos mas un DVD en el que se puede apreciar el altísimo nivel de confraternización emocional del público. Esos largos segundos que transcurren entre que su banda termina de ejecutar el tema introductorio –un sensacional “Isagogí”, por otra parte– y ella entra en el escenario y se pone a cantar, son suficientemente elocuentes de la fuerza que acarrea su figura. Haroula es pura religión.
GERNOT DUDDA.

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REEDICIONES Y RECOPILATORIOS

Los Salvajes
Lo mejor de Los Salvajes. The E.P. collection

MUNSTER

En una línea de excelencia editorial como la que los países anglosajones u otros como Francia o Alemania utilizan para lanzar productos discográficos absolutamente lujosos, nos llega este suculento “pack” dedicado a Los Salvajes. Como casi todos los amantes de la música de la década prodigiosa hispana, el grupo de Gaby Alegret y compañía está considerado uno de los puntales del denominado género “garaje” y, a estas alturas de la historia del pop español –al margen por supuesto de Brincos y Bravos– y junto a Los Cheyennes, Los No y algún combo menor más, lo único exportable más allá de nuestras fronteras. Imagino que este dato consustancial es el que habrán tenido en cuenta en el sello Munster para tirar la casa por la ventana y despachar este cofre que incluye los 8 extended play que los barceloneses grabaron entre 1964 y 1967 para Marbella-Vergara y, sobre todo, para EMI-Regal, es decir, las dos discográficas a las que pertenecieron en aquella, sin duda, su época más gloriosa. La edición contiene 8 vinilos en reproducción más o menos facsimilar que incluyen las 32 canciones que en su día fueron incluidas en los mismos, respetando, además las portadas y contraportadas originales en su correspondiente cartulina encerada. Del primero de ellos, Hoy comienza mi vida (1964), que apareció primero en el sello subsidiario Marbella y luego en Vergara, firma principal, dado el éxito del grupo después de su tránsito de compañía, se ha optado por reeditar aquí únicamente aquella primera edición aparecida antes de que Los Salvajes se fueran a Alemania para actuar. Precisamente esa excursión fue la que obró el milagro para que un conjunto estrictamente versionero y aún algo blandengue como aquél, hiciera por fin bueno su nombre y se convirtiera en el grupo que, con garra e inusitada fuerza, haría historia finalmente con himnos generacionales como “Soy así” o “Es la edad”, temazos propios como “Al Capone”, “Las Ovejitas”, “Mi bigote” o “Rosa de papel” junto a “cobres” inolvidables de éxitos del beat británico más en voga de los Rolling Stones –sin duda su auténtica especialidad– u otras bandas como The Who, Spencer Davis Group, etc. Aparte del EP, ya comentado con anterioridad, hablamos naturalmente de los lanzamientos Siluetas y Se llama María, ambos de 1965; Pienso en ti, La neurastenia y Todo negro de 1966; y Las ovejitas y Mi bigote, aparecidos en 1967, y que constituyen junto a su único álbum de época Lo mejor de Los Salvajes (1968), el grueso de su aportación artística. Todo ello acompañado por un interesantísimo cuadernillo informativo bilingüe ilustrado, que ha corrido a cargo de Álex Oró, compañero habitual en estas páginas virtuales de EFE EME y, seguramente, el tipo que más sabe de todos nosotros sobre lo que tenga que ver con lo “sixtie” y la incipiente psicodelia patrios.
    Disfrutando en su justa medida de un caramelo como éste y puestos a lanzar ideas, se nos ocurre proponer a Munster otra cajita similar que recupere el resto de singles “perdidos” del grupo –con gemas del estilo de “Don Juan” o “Los platillos volantes”, por ejemplo–; eso sí, a poder ser, cuidando algo más el acabado final de la entrega, por lo que a las carpetillas originales se refiere, a las que no les hubiesen sobrado dos horas de “photoshop” para limpiarlas y dejarlas impecables, cosa que los sibaritas siempre agradecen infinitamente. Imagino por último y, ya puestos que pedir es gratis, que los “labels” también fuesen facsimilares aunque es posible que este extremo pudiese entrar en conflicto con los intereses comerciales de los nuevos editores de este magnífico material musical.
    En fin, no cabe duda que este lanzamiento hará, tanto dentro como fuera de nuestro santo país, las delicias a los amantes y fanáticos de esta clase de arqueología musical en formato reedición y a precio más o menos módico, porque, como muy bien saben lo entendidos, no se accede a día de hoy fácilmente a las copias originales de cualquiera de estos vinilos de cuatro canciones y menos si uno no se rasca la chequera a base de bien.
JAVIER DE CASTRO.

Tequila
Vuelve Tequila

SONY/BMG

Para analizar con sentido este recopilatorio, compuesto de CD y DVD, que sirve de apoyo a la vuelta de Tequila, lo mejor es dividir la labor en las tres partes que lo componen.
    Envoltorio: Banderín de enganche fundamental de la edición que tenemos entre manos, la de lujo, en formato grande y con libreto de 24 páginas. Merece un 9 en cuanto a diseño (de Pedro Delgado) y presentación, pero un 3 justito en el contenido que ofrece: breves textos (Buenafuente, Tarque, Leiva, Rot, Stivel, Manrique, Pérez Rubalcaba, Sabina…) tendentes principalmente al recuerdo personal y/o al elogio. Lo que está muy bien, pero se obvia algo tan fundamental en una edición de estas características como es la información histórica, el dato esencial que disfrutan los verdaderos seguidores y que la leyenda del grupo requiere. Incluye aportes tan surrealistas como el de Benjamín Prado actualizando la introducción que firmara para el homenaje Mucho Tequila de 1997. ¿Once años no le han dado para pergeñar algo inédito?
    Audio: El CD es en realidad el típico grandes éxitos compuesto por 20 de los increíbles temas que incluyeron los cuatro prodigiosos LPs que la banda grabó entre 1978 y 1981. Tan acertado como cualquier otro recopilatorio, poco se puede objetar. Aunque habrá quien eche a faltar canciones que parecen indiscutibles, como la lectura del «Rock del ascensor», que suponemos Tequila sí interpretará en directo pues es uno de los pilares esenciales sobre los que se forjó su leyenda. El reclamo esencial del disco es la versión grabada este mismo año por los remozados Tequila de «Que el tiempo no te cambie», quizás algo más «slow» que la original pero más profunda, con la guitarra de Ariel Rot más mordiente y en la que se puede comprobar cómo ha evolucionado la voz de Alejo Stivel, algo más opaca que antaño. Puestos a pedir, ya se podía haber echado mano de algo inédito en CD, como esos cuatro temas que en versiones extendidas sólo salieron en formato de maxisingle.
    DVD: He aquí la razón que, a priori, justifica la adquisición de este disco, la que nos brinda la posibilidad de tener entre las manos y en nuestros archivos personales el único documento audiovisual comercializado hasta ahora de una de las bandas básicas del rock español. Pero, una vez finalizada su reproducción, la insatisfacción es completa. Sí, porque la idea de recurrir a una interesante y larga entrevista del programa «Retrato en vivo» de 1981 es muy buena, pero no hay justificación para presentarla mutilada, resumida (hace un par de años, en una reposición televisiva, pudimos grabar este programa íntegro). Como tampoco se justifica que todas las actuaciones televisivas sean en playback de espacios tipo «Aplauso». ¿Por qué no se ha recogido nada en auténtico directo de «Musical Express»? ¿O ese concierto en el Pabellón del Real Madrid de 1982, que también emitió TVE no hace demasiado? ¿Y, por último, cómo demonios es posible que la duración total no alcance ¡los 60 minutos!? ¿Por qué tanta racanería? Cierto que las tomas de «Aplauso» nos permiten ver la evolución visual y escénica (actuando, nunca mejor dicho al tratarse de sonido pregrabado) de la banda, y comprobar cómo los rostros y miradas del quinteto se fueron afilando con el tiempo. Y cierto también que menos da una piedra y que más duele una patada ajustada allí donde se encuentran las extremidades inferiores, pero, caramba, que Tequila se merece algo más.
    Resumen: Si eres un fan completista, hazte con este disco, que el diseño vale la pena y al menos tienes un DVD y una versión inédita. Si te quieres introducir en la obra de Tequila, pues vale también. Pero si eres mínimamente exigente, abstente de este producto que en absoluto hace justicia a este gran grupo que entre finales de los años 70 y los primeros años 80 lo fue todo para nuestro rock.
    Conclusión: La Historia sigue estando en deuda con Tequila. Algún día habrá que hacer justicia.
    Epílogo: En los próximos meses, Rot y Stivel tienen una oportunidad única para volver a recordar qué y cómo fue Tequila. Por si alguien tiene dudas.
JUAN PUCHADES.

Ramoncín
1978-2008. Memoria audiovisual

EMI

Dejémos al margen debates y polémicas, pero ante todo abandonemos prejuicios inútiles que impidan una correcta aproximación a la obra de Ramoncín. Aunque quizá sea éste un ejercicio útil en pos de la cultura musical e histórica de un país como el nuestro, tan proclive al olvido artístico y al linchamiento colectivo. El madrileño no sólo fue un pionero en su día, sino que parió discos absolutamente memorables, dando lugar a una carrera de calidad superlativa que viene a estar resumida en este Memoria audiovisual. Desde sus incios ácratas y callejeros (me niego a usar la palabra punk) hasta el vigoroso refinamiento de Miedo a soñar, su hasta ahora última obra en estudio, el músico ha sido un ejemplo de madurez intelectual y musical, abandonando clichés en favor de nuevos enfoques con los que alimentar su camino. Y es ahora cuando echa la vista atrás por segunda vez en su discografía para contemplar de un nuevo un legado vigente, eso sí, siempre que uno se aproxime a él con la intención de comprenderlo, con la necesidad de volver a hacer suyas unas canciones que han aguantado con brío el paso del tiempo. No obstante, lo que encontramos en el CD es un compendio de temas en directo y en estudio, impidiéndonos escuchar las tomas originales de algunos de sus clásicos, cuando no hay ningún vergonzante anacronismo en sus versiones originales. De hecho, algunas de las tomas grabadas en vivo e incluidas en esta recopilación no disfrutan de la misma calidad que sus homónimas en estudio, siendo éste el único pero que le puede poner a esta retrospectiva.    
    Ahora, lo que necesitamos es un nuevo disco, aunque lo que sus detractores precisan es de una escucha sincera a su discografía.
JUAN JOSÉ ORDÁS FERNÁNDEZ.

Para consultar el Rockola de la semana pasada, pincha aquí.