Rocío Márquez: Bendita impureza

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«Es un lujo adentrarme en algunas de las canciones que más he gozado, hacerlas mías, actualizarlas y devolverlas a la memoria colectiva»

 

La cantaora Rocío Márquez edita Visto en El Jueves, un disco en el que reflexiona sobre el flamenco y el cante a guitarra y voz, revisitando clásicos de Paco Ibáñez, Concha Piquer o José Menese. Una entrevista de David Pérez.

 

Texto y foto en directo: David Pérez.
Resto de fotos: Celia Macías.

 

La solera, la pausa y el ajetreo del mercadillo de antigüedades y segunda mano de la sevillana calle Feria, “el de los jueves”, es el punto de partida del quinto disco de Rocío Márquez, Visto en El Jueves (Universal Music, 2019). Un trabajo hecho a fuego lento, junto a la guitarra flamenca y aperturista de Juan Antonio Suárez Cano “Canito” y las percusiones de Agustín Diassera, en el que revisitan canciones y cantes con ese temple y libertad que definen la esencia de todo arte vivo y verdadero.

 

¿Dónde se fragua este nuevo proyecto de “acancionar” cantes y hacer que latan palos flamencos en las canciones?
Visto en El Jueves nace de un encuentro. En 2013 colaboro con Leonor Leal en el espectáculo Naranja amarga, y ahí comparto escenario con Canito para adaptar una versión de “Luz de luna”. En aquel momento surgió una química especial, una conexión fuerte que no siempre se siente entre los músicos. Me encanta su concepción de la música, su manera de arreglar los temas. Así que cuando me planteaba el concepto del disco, mezclar cantes con canciones volviendo a la guitarra flamenca tras dos discos sin ella, tuve claro que quería explorar este repertorio con Canito.

 

¿Cómo fue esa búsqueda de tesoros en «el jueves»?
En este proyecto me he permitido bucear en algunos de mis artistas de referencia, los que me han marcado. He disfrutado mucho con la elección del repertorio, pues está hecha desde unos parámetros más conectados con el corazón que con la cabeza. Es un lujo poder adentrarme en algunas de las canciones con las que más he gozado, hacerlas mías, actualizarlas y devolverlas a la memoria colectiva. El proceso de coleccionar vinilos y casetes del mercadillo de El Jueves se fue produciendo durante años, pues he vivido allí bastante tiempo. Así que cuando nos planteamos un disco sobre la memoria, la autoría y la recreación, lo más cercano y coherente para mí era partir de esos discos coleccionados.

 

En este espíritu de filtrar con tu sello personal, hay espacio también para un romance con estilo marchenero (recitado-cantado), “Llegar a la meta”, basado en un texto del magnífico poeta Antonio Orihuela. Háblanos del porqué de esta elección.
Llevo años interpretando en mis directos el “Romance a Córdoba” de Pepe Marchena, que mezcla efectivamente partes recitadas y cantadas. Es algo que a mí me encanta y siempre funciona muy bien en los conciertos, así que me apetecía grabarlo de alguna manera. Sin embargo, en este caso me parecía que darle una vuelta al acompañamiento guitarrístico no era suficiente, pues la letra seguía siendo muy costumbrista, algo desconectada del mundo de hoy, de mis preocupaciones como ciudadana. Por ello me planteé adaptar otra letra que para mí fuera significativa y de manera intuitiva me vino a la cabeza este maravilloso poema de Antonio Orihuela, a quien precisamente conocí en El Jueves.

 

 

Y en este ejercicio de reciclaje y renovación, encontramos una serrana abandolá que firmas de puño y letra, “Una vida de imagen”. ¿Cómo fue el proceso compositivo del tema y cuál es su esencia?
Aquí de nuevo me parecía que letras tradicionales no se correspondían con el concepto del tema, no encontraba letras que me movieran lo suficiente. Así que hice de la necesidad virtud, siendo la única letra que firmo del disco. “Una vida de imagen” habla claro de los riesgos de este oficio, de la otra cara del éxito al que nos empuja el sistema, que nos lleva a desconectar de nosotras mismas, a hacer lo que sea por gustar a los demás. Es un grito para recordarme cuáles son mis prioridades. Y en este momento pasan por mantenerme coherente a mis principios y conectada conmigo misma.

 

El carácter comprometido que serpentea por toda tu obra, palpita fuerte y se acuerda del sur, que te duele y corre por las venas. De las entrañas de “Andalucía” del Turronero, al hernandiano “Andaluces de Jaén” final. Sin embargo, en el panorama actual, por lo general, parece que las raíces reivindicativas del flamenco están adormiladas
En el flamenco ha habido siempre una tradición de reivindicación política con la que me siento identificada y da más sentido a mi obra. Artistas como El Cabrero o José Menese, cuyos temas están presentes en el disco, son para mí referentes en este aspecto. Por eso, ante la situación que estamos viviendo en el mundo en general y en Andalucía en particular, sentía la necesidad personal de expresar este dolor y preocupación. Y más allá, de poner este tema sobre la mesa para invitar a la reflexión colectiva.

 

En los catorce temas que conforman Visto en El Jueves no hay ninguna intención historicista, sino que cada canción nace de una transformadora “arqueología de los sentimientos”, un rememorar y degustar los recuerdos individuales que se funden, con nueva forma, en la memoria emocional colectiva. ¿Puede que estemos ante tu disco más pasional, con más corazón?
¡Quizá sí! Como el concepto de base estaba nítidamente definido, creo que me he permitido más que nunca guiarme por la intuición y por la emoción, tanto en la elección del repertorio, como en su tratamiento y producción. De hecho, este es el primer disco que me produzco musicalmente.

 

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«En el flamenco ha habido siempre una tradición de reivindicación política con la que me siento identificada y da más sentido a mi obra»

 

¿Cómo ha sido la experiencia de autoproducirte? ¿Crees que ha influido este hecho en la forma más «instintiva» de crear?
En los últimos discos he tenido estupendas experiencias con Faustino Núñez y Raúl Refree, productores de “El Niño” y “Firmamento”. Pero en esta ocasión, teniendo en cuenta el tipo de proyecto que era, me pedía dar un paso al frente y asumir ese rol. No fue una decisión tan meditada, sino que se dio naturalmente. En el estudio, cuando estábamos tomando decisiones, me di cuenta de que no había un productor externo y que por tanto había tomado yo esa función casi sin darme cuenta. Este hecho, a mi entender, le da frescura a la obra, es como más directa.

 

Huyendo del “usar y tirar”, el arte visual del disco también se funde con el espíritu de la obra. ¿De quiénes te has rodeado y qué idea perseguíais?
Tenía claro para este disco que quería cuidar muchísimo todo el arte y que hubiera una gran coherencia entre el mundo musical y el visual. Así que me rodeé de artistas a los que admiro y con quienes llevo años colaborando. Manuel León firma los dibujos del disco, que están hechos sobre fotos de Celia Macías. El diseño es obra de Ricardo Barquín, quien ha realizado un bellísimo trabajo de estampación tipográfica con tipografías que ha ido recopilando por imprentas y mercadillos, al igual que yo he hecho con las canciones.

 

Si en Visto en El Jueves haces una indagación en la memoria emocional, individual y colectiva, miremos un poco por el retrovisor y recorramos tus raíces. Empezaste desde muy pequeña dando clases y cantando en la peña flamenca de tu Huelva natal. ¿Qué recuerdos se te vienen a la cabeza de aquellos primeros pasos?
En aquella época en la que empiezo a cantar sobre todo hay muchísimo impulso interior. Una claridad y determinación enormes para encaminarme hacia ese camino.

 

Te formaste en la fundación Cristina Heeren de Sevilla. ¿Cuándo comenzó a germinar en ti esa latente libertad creadora?
Estoy enormemente agradecida a la Fundación. He tenido la oportunidad de aprender con maestros a los que admiro mucho y me han dado una base sólida sobre la que desplegar posteriormente mis inquietudes. Siempre he sido curiosa. Ahora, igualmente he tenido claro que primero debía conocer la tradición, la base musical del flamenco, antes de emprender este viaje a nuevos territorios musicales.

 

Entre otros, has tenido a grandes maestros como Paco Taranto y José de la Tomasa. Leí, en una preciosa columna que le dedicaste el pasado año, que José de la Tomasa te dio uno de los mejores consejos que has recibido, tanto para el cante como para la vida: «Sé tú misma, no intentes copiar cómo otros y otras expresan la pena o la desesperación, tú la exteriorizas a tu manera. Nunca te he visto dando un portazo o dando un grito cuando te enfadas porque tus maneras son otras… pues en el cante pasa lo mismo».
Exacto, creo que es lo que necesitaba escuchar y en el momento oportuno. Venía de una época de mayor desconexión conmigo misma en la que por querer pertenecer a la comunidad flamenca no me escuchaba a mí misma. Mi proceso ha sido sintonizar mi parte artística con el resto de mi ser.

 

Ganar la prestigiosa Lámpara Minera supone un punto de inflexión en la carrera de un flamenco. Con tan sólo 22 años, en el Festival del Cante de las Minas de 2008, aparte de ese máximo galardón, arrasaste y te alzaste también con todos los demás premios individuales, tarantas, fandangos mineros y levantica, y el de cantes abandolaos. ¿Qué supuso para ti y qué recuerdas con más cariño de ese certamen?
Aquella noche fue una de las más bonitas de mi vida. La recuerdo con muchísimo cariño. Sabía que me jugaba muchísimo, estaba nerviosísima. Le estoy muy agradecida, pues supuso un punto de inflexión en mi carrera y el inicio de una proyección mayor que afortunadamente hoy sigue su curso.

 

Tras el deuvedé Aquí y ahora (El séptimo sello, 2009) y el elepé Claridad (Universal Music, 2012), lanzas El Niño (Universal Music, 2014), un homenaje a tu admirado Pepe Marchena, trabajo en el que brilla por primera vez con más fuerza la esencia de tu flamenco: de un lado de la balanza, lo clásico, y del otro, retroalimentándose ambas, la vena innovadora, ADN que también latía en el maestro Marchena. ¿Podríamos decir que este fue tu disco más personal hasta la fecha y en el que comenzaste a sentirte más libre, más tú?
El Niño supone un punto de no retorno, pues me permito dar espacio a mi necesidad creativa más allá de visiones reduccionistas del género. En aquel momento me la jugué, pues no tenía la posición que tengo ahora y dependía mucho más de los circuitos más tradicionales. Curiosamente, aquel álbum trascendió el ámbito flamenco y empezó a darme a conocer a otros públicos que vienen más del indie o el jazz.

 

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«El flamenco es un arte que nace de la mezcla, de la impureza, de la contaminación de culturas y músicas»

 

Entre otros, en ese álbum hiciste equipo con el Maestro Pepe Habichuela y con dos innovadores natos, El Niño de Elche y el músico y productor Raül Fernández “Refree”, con el que volviste a formar combo en Firmamento (Universal Music, 2017). ¿Qué te aportó ese triunvirato?
¡Libertad!

 

En este sentido, has pisado tablaos del mundo entero y festivales de toda índole (del Primavera Sound al Monkey Week), compartiendo canciones con artistas de primer nivel, muchos flamencos y otros procedentes de lo que parecían galaxias lejanas, y al final, se han tornado universos paralelos. Del ya mencionado Niño de Elche a Jorge Drexler, de la innovadora Rosa Torres Pardo a Fahmi Alqhai, sin olvidar a Christina Rosenvinge, The New Raemon, Albert Pla, Refree o Kiko Veneno… ¿Qué te ha aportado esta pluralidad de colaboraciones?
Estas experiencias han ensanchado mi visión de la música y me han llevado a registros artísticos y vocales nuevos, así que estoy enormemente agradecida. Además de eso, claro está, colaborar con artistas de esta talla es una oportunidad excepcional de hacer llegar mi trabajo a otros públicos.       

 

En un mundo tan marcado por líneas rojas, cordones sanitarios, muros fronterizos y vergonzosas alambradas con cuchillas, si la esencia del arte es ser libre, ¿por qué lastrarlo? En relación a este sin sentido, he leído que para ti, el límite lo marca solo “tu propio gusto estético”. ¿Qué opinas de esos discursos encajonados sobre la “apropiación cultural” y demás trabas y zancadillas puristas?
El flamenco es un arte que nace de la mezcla, de la impureza, de la contaminación de culturas y músicas que se han ido encontrando a lo largo de los siglos. A partir de ahí, creo que temas como la apropiación cultural o ese trasnochado purismo quedan bastante en entredicho.

 

 

Siguiendo estos aires de libertad creativa, volvamos a tu flamante Visto en El Jueves. Comienzas a corazón abierto, con una maravillosa versión del “Luz de luna”, basada en la que hizo una de la figuras más genuinas, luchadoras y libres que ha dado el flamenco, alguien que pregona y lleva por bandera eso de que, “A la voz no hay quien la pare, ni rejas ni paredes”. En el año que ha anunciado su retirada de los escenarios, ¿qué significa para ti José Domínguez Muñoz «El Cabrero»?
Creo que José es uno de los cantaores más geniales que tenemos. Desde siempre llamó poderosamente mi atención. Por su verdad cantaora, por su facilidad para adentrarse en músicas como el tango argentino y por ser un artista total, tener una personalidad magnética y finalmente su honesto compromiso político.

 

El inicio de la nueva gira te llevará a los Teatros del Canal de Madrid (10 de abril), para proseguir luego en el Musicando de Las Palmas de Gran Canaria (4 de mayo), el Teatro Alhambra de Granada (13 de mayo) y L’Auditori de Barcelona (18 de mayo), pero antes, el 28 de marzo, realizas un “anticipo” de Visto en El Jueves en el Teatro de La Maestranza de Sevilla. ¿En qué consistirá ese espectáculo?
Antes de iniciar la gira del disco en sí, me apetecía traer a Sevilla, que es mi ciudad desde hace 15 años, algo especial. Aprovechando las condiciones que ofrece un teatro como el Maestranza, voy a presentar un tríptico con la idea de ofrecer una panorámica de diferentes facetas de mi música. Abriré con unos temas de Visto en El Jueves para seguir con Firmamento y rematar con un recital tradicional. Además, estará mi amiga Leonor Leal aportando una pincelada de baile.

 

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