Religión: Historia de una banda de culto

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“Banda de una sensibilidad diferente, con toques nostálgicos y taciturnos que parecía secundar la mejor hornada británica de los ochenta”

 

A mediados de los 80, en Córdoba, se gesta Religión, una banda de culto influida por las hornadas británicas de la época, patente en su único trabajo, “Algunos cuentos, otras tempestades”. Ignacio Reyo recuerda su trayectoria.

 

Texto: IGNACIO REYO.

 

Antes de escribir en “RockZone”, y que esta misma se convirtiera en formato digital, siempre me gustó la sección “De Culto”. Ahí se daba cabida a grupos fuera del radar del éxito y la actualidad. Escribí sobre varios grupos que no encajaban con el resto de contenidos, pero siempre me quedó la espina de un grupo nacional que, bajo mi opinión, queda mejor aquí, en Efe Eme. Religión, banda de una sensibilidad diferente, con toques nostálgicos y taciturnos que parecía secundar la mejor hornada británica de los ochenta. Y alejados de la capital.

Me pongo en contacto con Jesús Astorga, cantante, para hablar de su leyenda. Cómo pudo salir un grupo de esas características fuera de Madrid. “Religión surge casualmente cuando yo abandono Jaleo, grupo puntero en la ciudad a comienzos de los ochenta que practicaba una especie de funk rock potente, y entro en contacto con Manolo Carrillo (guitarra) y Jorge Luque (bajo), que entonces tocaban en un grupo marcadamente pop llamado Nachers. Yo tenía idea de montar canciones que iba componiendo en aquellos días; los conocía y les pedí que me ayudasen. Nuestra relación era buena musical y personalmente. Todo fue fluyendo de forma natural, y en un momento concreto (estamos entre finales del 84 y comienzos del 85) optamos por formar una banda con identidad propia, más allá de una colaboración puntual. Ahí es donde comenzamos a fraguar un estilo más definido y arriesgado en una Córdoba que, aún pudiendo parecer  provinciana, estaba viviendo una auténtica eclosión de nuevas bandas y de locales donde se actuaba y se vivía la llamada “modernidad” a tope. Daba la impresión de haber una doble competencia en todo aquello: los locales y bares de copas, por demostrar quién ponía la mejor y más moderna música (se pinchaba mucha música de importación inglesa que sólo escuchabas en algunos sitios de estos). Y, por otro, la de las bandas, por ver quién era la más sorprendente y cuál se llevaría el gato al agua antes. La gente joven competía también por demostrar quién llevaba la pinta más potente. La ciudad, de parecer adormecida, un buen día despertó en un amanecer apasionante. Cada día nacía un nuevo grupo, un local, un fanzine, un programa de radio, un festival…”.

De facto, esa lejanía sirve como inspiración a la hora de encontrar un nombre, y por qué no, identificarse con una movida lejana a la que nos han regurgitado hasta la saciedad. “En septiembre del 85 nos plantamos, como un trío, al asalto de Madrid, la tierra prometida entonces para todo músico que quería triunfar. El día de antes de viajar nos asaltaron serias dudas con el nombre en cuestión. Y ahí surgió el resto. Recuerdo perfectamente cómo fue: una mañana íbamos andando por la calle Jorge y yo junto a Pablo Rabadán, ex teclista de nuestros paisanos Medina Azahara, persona cercana al grupo en aquellos días, de gran ayuda en los inicios. “No podemos intentar conquistar Madrid con un nombre tan petulante y despectivo como No somos de Madrid”, pensamos. Espontáneamente cada uno de nosotros iba soltando posibles nombres, y entonces fue Pablo, justo el que no era miembro del grupo, el que, con brillo en los ojos, dijo la palabra mágica: “¡Religión!”. Lo tuve claro desde ese momento. No solo era un nombre: iba a terminar de definir todo el estilo y estética del grupo a partir de ese momento. Cambiamos los rótulos de las cassettes y al tren. Aquel otoño, a la vuelta de un viaje que nos sirvió de gran experiencia en el trato con las discográficas de entonces (¡qué manera de colarse unos jovencitos desconocidos por los pasillos imponentes de CBS, Hispavox!), con un batería definitivo (Fermín Gómez), Religión empezaba su verdadera andadura”.

 

 

De ahí pasaron a sacar uno de los elepés más emotivos y sugerentes de la historia del pop rock español: “Algunos cuentos, otras tempestades”. “Antes de la salida del disco pasaron casi dos años en los que fuimos puliendo con mimo cada canción que luego apareció en ese disco. Y ese título definió perfectamente el contenido del álbum, sobre todo en cuanto a las letras, sin duda uno de los puntos vitales de Religión. Se conceptuó como si fuese un pequeño libro de relatos breves pero en forma de canciones, entendida cada una como si fuese un capítulo con cierto nexo común con las demás. Pienso que la atmósfera sonora del grupo casaba a la perfección con esas historias en general fantásticas e inquietantes”. Si escuchas canciones tan evocadoras como ‘Oslo’, ‘Día lluvioso’ o ‘La ceremonia’, piensas en un grupo con aspiraciones grandes, e incluso cercano a los primeros Héroes del Silencio. Jesús no lo ve tan claro. “Nunca he sido realmente consciente de que tuviésemos tanto en común como mucha gente piensa. Creo que nuestra personalidad como banda era fuerte y tal vez éramos demasiado introspectivos, valorábamos y creíamos en nuestro trabajo. Multitud de personas me han hablado de similitudes, casi se ha generado una especie de leyenda en torno a ello, algo así como “Vosotros lo hicisteis y ellos lo consiguieron”. Ya te digo que nunca me interesó ese tema, más bien le quité importancia, pero me llama la atención la insistencia de tanta gente, sobre todo de muchos de nuestros seguidores locales, que incluso se lamentan de ello. En un plano más objetivo, sí es posible que puedan ser bandas con ciertos puntos en común respecto del estilo: grupos de carácter serio, con tendencia a la épica y un grado importante de grandilocuencia o solemnidad, gusto por lo oscuro, lo críptico… pero “grupos de buen hacer” al fin y al cabo”.

 

 

Como él mismo anticipa, Héroes Del Silencio lo consiguieron, mientras Religión es un oscuro objeto de deseo solo conocido por quienes buscan más allá de los oropeles e intentan investigar historias de otras ciudades, escuchar sonidos de grupos que quizá no lo consiguieron, pero cuya música no envejece y mantiene su calidez y calidad intactas. Desgraciadamente, la historia de Religión y su sonido están abocados al de grupo de culto, algo que no termina de satisfacer a Jesús, que nos cuenta su opinión de la etiqueta. “Lo de disco de culto, o grupo de culto, la verdad es que suena muy bien, pero siempre tiene cierto halo de malditismo, del ‘pudo ser mucho más de lo que fue’, lo cual me produce cierto pellizco en el estómago aún hoy, a la vez que una sonrisa de resignación del tipo ‘bueno, qué se le va a hacer…’. Lo cambiaría por haber tenido mayor éxito y continuidad en su momento, no lo voy a negar. Por otro lado, me suena como una especie de premio de consolación, y no deja de ser un bonito-amargo reconocimiento a posteriori de un trabajo y un grupo que, según una mayoría de los que lo conocen, estaban hechos para mucho más. La historia de la música está llena de grandes discos que merecieron mejor suerte… mal de muchos (risas)”.

Cómo pudo ser que un disco de semejante calidad, un grupo tan compacto pudieran caer en el fracaso. “Resulta fácil y casi un tópico, cuando una banda o solista no triunfa como parece merecer, culpar a las circunstancias, a las discográficas, etc. Pero creo honestamente que el grupo cumplió su parte en cuanto a trabajo, compromiso y presentar un material que no era habitual en un disco de debut. En ningún momento nos distrajimos o perdimos el norte con cosas como drogas u otros elementos que nos apartasen del objetivo. En el ochenta y seis, antes de grabar, tuvimos varias propuestas para firmar un contrato discográfico; finalmente lo hicimos con Twins, sello independiente pujante en ese momento. Mostraron interés y se nos prometió un proyecto de trabajo a varios años en serio. La realidad fue otra cosa: retrasos (el disco salió un año después de la firma del contrato, en pleno mes de junio además), promoción casi inexistente (era más lo que nosotros mismos hacíamos por nuestra cuenta que lo que la propia compañía movía); una agencia (Rock Connection) que no nos dio ni un solo concierto en aquel año. Había previstos tres singles y el tercero no llegó a salir, la discográfica nos abandonó unos meses después de la salida del disco sin mediar explicación. Despistes, mala organización, desinterés; un verdadero caos. Así resultaba imposible tener resonancia alguna. Las ventas fueron mínimas. Sobrevivimos un año más trabajando duro en un proyecto de segundo disco que no fue posible. Ninguna compañía parecía dispuesta a apostar en serio, sobre todo después del resultado inicial. Me sentí completamente impotente y abatido ante aquel panorama y, aunque no bajé la guardia, me iba desgastando la responsabilidad y la sensación de fracaso. A finales del 88 recibí una llamada inesperada de J. Luís Macías, de Comité Cisne, para unirme a ellos tras la salida de Carlos Goñi. Necesitaba un cambio de aires y una nueva motivación; no era un buen momento para mí a nivel personal. Así que decidí poner fin al proyecto en el que más ilusión y trabajo había invertido hasta entonces”.

A pesar de todo, Jesús no se arrepiente de nada, más bien al contrario. “La historia tuvo unos comienzos maravillosos que no cambiaría en nada”.  Y para los anaqueles queda un disco de sentimientos atemporales, que puedes escuchar entre Décima Víctima y Joy Division. Cotizada su edición en vinilo, a muchos no nos quedó otra que depender de la red en primera instancia. Si es tu caso, no te arrepentirás de rastrear y dejarte seducir por un álbum que data de 1987, pero cuyas canciones perdurarán eternamente.

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