Quique González: El blues del daiquiri

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«Su personal voz, sus melodías vocales y sus letras siguen marcando la pauta sin dejar de lado su querencia por los sonidos americanos, llevándoselos al terreno de un músico español, a su forma de entender el folk y el rock yanqui. Líricamente, se trata de la mejor obra de su autor, creando imágenes con tino, fotografiando el alma propia y la ajena»

Escuchado a conciencia, analizado con detenimiento, estudiado a fondo… ya podemos aproximarnos a «Daiquiri blues», el nuevo disco de Quique González. Juanjo Ordás nos ofrece su opinión, nos cuenta sus sensaciones ante el que, sin duda, es uno de los mejores discos del rock español de 2009.

 

Texto: JUANJO ORDÁS.

 

Para preparar su nueva obra, Quique González desapareció del mapa. Lo último que se supo de él fue mediante los conciertos conmemorativos de su décimo aniversario, aquellos con los que se despidió de su público hasta nuevo aviso, una serie de recitales con los que finiquitó su andadura junto a La Aristocracia del Barrio, la banda que le había cubierto las espaldas durante un año de éxito artístico.

A partir de entonces, las noticias se sucedieron con lentitud: La disolución de su banda de acompañamiento, la grabación del nuevo disco en Nashville y la ruptura con su discográfica marcaban una nueva etapa en la trayectoria del madrileño. En la actualidad, hay que añadir la creación de una «join venture» entre Sony y Last Tour International (su promotora y management de confianza) para el lanzamiento de “Daiquiri blues”, su nuevo trabajo discográfico.

“Avería y redención” fue un disco de gran ímpetu, que supuraba electricidad incluso en algunas de sus canciones más lentas. La consiguiente gira también fue enérgica; sí, comenzó a rodar en teatros pero el formato de cuarteto de rock con el que González grabó el disco y con el que se lanzó a la carretera obraba como tal. Los solos salvajes de ‘Hay partida’, el nervudo riff de ‘La casa está vacía’ o las contundentes revisiones de ‘Y los conserjes de noche’, ‘Suave es la noche’ o ‘Bajo la lluvia’ son buenos ejemplos del tipo de ambiente que Quique González disfrutó durante un largo tiempo.

quique-gonzalez-cd-31-10-09“Daiquiri blues” es una reacción a toda esa dinámica, un hábil e inteligente giro hacia terrenos que hacía bastante tiempo que González no visitaba, un viaje hacia la instrumentación reposada y homogénea, ámbito en el que el autor se mueve con tanta seguridad como ante los violentos decibelios. Se trata de un flamante disco a medio tiempo, de espíritu rock and roll aunque no rockero –la madurez permite utilizar actitud sin aspavientos. El artesanal arpegio que abre el tema titular (y con el que se inicia el álbum) señala por donde se va a mover, cuál va ser su dinámica: Delicadeza, musicalidad y un sonido limpio cortesía de la mando del productor Brad Jones (Josh Rouse, los reivindicables Imperial Drag). Quique siempre se ha encargado de que sus discos se diferencien entre sí y en este caso ocurre lo mismo: No se parece en nada a ningún otro de sus trabajos, lo cuál es un merito y eficaz remedio contra el aburrimiento.

Su personal voz, sus melodías vocales y sus letras siguen marcando la pauta sin dejar de lado su querencia por los sonidos americanos, llevándoselos al terreno de un músico español, a su forma de entender el folk y el rock yanqui. Líricamente, se trata de la mejor obra de su autor, creando imágenes con tino, fotografiando el alma propia y la ajena. Frases como “necesito un amor que no cueste trabajo” o “tengo que luchar con la cabeza y pensarlo con el corazón” hablan indiscriminadamente de un letrista capaz de excavar en sentimientos con sus propias manos, manchándose en la tarea, como un poético artesano. Palabras que su sensible voz graban en la memoria del oyente, escuchando su interpretación de ‘La luna debajo del brazo’ parece que las paredes de la habitación fueran a derrumbarse ante semejante expresión, tan sencilla y emotiva.

Pero es a nivel instrumental donde el compositor se sitúa en un nuevo nivel, dando con una versión más sofisticada (esa forma de tratar los Hammond de Tyson Rogers) de su característico sonido, más refinada y ordenada. ‘Deslumbrado’ y las cuerdas a cargo de un soberbio Chris Carmichael es un buen ejemplo de ello, con el sensitivo y vibrante bajo de Brad Jones –tremendo también como instrumentista– empujando la canción (atentos a los arreglos de cuerda que ambos han creado para elevar ‘Cuando estés en vena’, son perfectos). No deja de ser tremendamente divertido que, mientras compañeros de primera división (Bunbury, Pereza) y discípulos (Manolo Tarancón, Fabián) graban en España discos de sonido americano, Quique González se haya marchado a Nashville para crear un disco en el que los matices propios de la tierra donde ha sido registrado no marcan para nada la dirección de las canciones, ni el fondo ni el trasfondo. Saber hacer, se le llama a esto.

El objetivo del viaje era trabajar con un productor de la categoría de Brad Jones, un profesional que ha sabido comprender las canciones que Quique había armado, haciendo brillar y lucir su esencia, contando con un equipo de músicos impecable que no entiende de géneros, sino de canciones. Buen ejemplo de ello es la figura del legendario tejano Al Perkins (Stephen Stills, Flying Burrito Brothers, Gram Parsons, Bob Dylan),  quien nutre distintas canciones con su pedal steel, pero con un sabio dominio del instrumento que le permite insertarlo sin cobrar protagonismo, otorgando un acompañamiento conmovedor que se integra en la canción sin desfigurarla ni contextualizarla (‘Su día libre’), enriqueciendo el tema desde la base. Eso mismo ocurre con los demás instrumentistas estadounidenses de los dos equipos empleados (uno para el grueso del disco y otro para dos canciones más guitarreras), es tal su maestría que al ponerse al servicio de la canción evitan tintes localistas que habrían restado credibilidad al trabajo. No, aquí no hay leyendas de cowboys ni bandas sonoras para forajidos de la carrera. Al contrario, la intensidad de “Daiquiri blues” proviene del propio González, de su mitología de camareras, carreteras y corazones rotos, de la energía elemental de su necesidad de expresión, de lo que hace de él un artista al fin y al cabo.

Y es que “Daiquiri blues” goza del espíritu del rock and roll, pero mediante formas suaves, mediante sonoridades pacíficas. El nervio justo, las palabras clavadas, las melodías perfectas. La dignidad y valentía de Quique González continúa conjugándose con su enorme talento para seguir produciendo discos memorables, en nuevas direcciones, reinventado parte de sí mismo, cuajando lo mejor. Mirad la portada del disco, da la sensación de que según termine de abrocharse los botones de su chaqueta, se girará, montará en el coche cuyos faros le iluminan y se marchará a otro lugar, a por nuevas canciones o a reinventar en la carretera su cancionero mientras suena ‘Algo me aleja de ti’, el inmenso tema de Lapido con el que finaliza. Siempre en movimiento, siempre con nosotros.

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