Punto de partida: Nacho Vegas y The Jesus & Mary Chain

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“Yo entonces aún no había probado las drogas, pero ahora sé que aquello fue similar a una experiencia iniciática con una droga fuerte, porque en los Jesus & Mary Chain había algo físico que los hacía diferentes a cualquier otra cosa que yo hubiese escuchado antes: el ruido”

 

El músico asturiano rebobina hasta finales de los 80 para recordar el momento en el que se compró su primer disco en vinilo, “Psychocandy”, un álbum que le marcó a fuego y ayudó a situar la música en el pódium de las pasiones del joven Vegas.

 

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The Jesus & Mary Chain
“Psychocandy”
BLANCO Y NEGRO, 1985

 

 

Texto: NACHO VEGAS.
Fue el primer disco que me compré en sentido estricto, pues antes de eso las grabaciones originales que tenía eran cintas, o como las llamaban en las revistas, musicassettes. Yo tenía 14 años a finales de los 80 y el CD era algo todavía demasiado nuevo y más caro que los vinilos (los costes de fabricación eran muchísimo menores, pero lo que se nos decía era que su precio se debía precisamente a la novedad y que iría bajando con el tiempo; una de las mentiras podridas de la industria que finalmente ha acabado prácticamente por sepultarla tal y como la conocíamos). El caso es que en mi casa yo no podía escuchar discos; teníamos un plato pero estaba roto. Mi padre no quería comprar otro, así que el “Psychocandy” fue el primero de los álbumes en vinilo con el que pude hacerme una vez reunidas las mil y pico pesetas que costaba, y con el que comencé una estrategia de chantaje hacia mi padre que finalmente dio resultado. Yo me cuidaba mucho de dejar que él los viera, dejados como por casualidad en una silla o sobre la mesita de la salita de estar. Y me decía: “¿Para qué coño te gastas la paga en estos discos si no los puedes escuchar?”. Y yo le respondía que me gustaba mucho mirar las portadas y que algún día, cuando tuviera un trabajo, ya me compraría el plato. Sé que a mi padre le gustaba que yo tuviera esa reverencia por la música que me apasionaba y que básicamente descubría a través de dos programas que los fines de semana escuchaba religiosamente en Radio Kras*, así que la estrategia surtió efecto. Y cuando mi padre se dio cuenta de lo mucho que mimaba una colección que apenas alcanzaba la media docena de vinilos y que yo había ido adquiriendo en la librería Paradiso o en la tienda de discos Memphis**, se decidió a comprar un plato nuevo.

Poder escuchar el “Psychocandy” cuando yo quisiera, sin tener que esperar a la radio los fines de semana, fue algo brutal. Yo entonces aún no había probado las drogas, pero ahora sé que aquello fue similar a una experiencia iniciática con una droga fuerte, porque en los Jesus & Mary Chain había algo físico que los hacía diferentes a cualquier otra cosa que yo hubiese escuchado antes: el ruido. Acostumbraba a sacar los bafles del mueble en el que estaban, los ponía sobre el suelo y me tumbaba con la oreja pegada a uno u otro alucinado por la violencia estridente de esas guitarras que vestían con la distorsión más cruda unas canciones que, sin embargo, llegaban a resultar tarareables en su sencillez y hasta en su dulzura. “Psychocandy” no era solo el título de un álbum; era una palabra que apelaba a lo que sentíamos: un cúmulo de emociones trepidantes y contradictorias que parecían estar siempre a punto de colisionar y causar una explosión.

Todas las demás experiencias ruidísticas me llegarían después una tras otra: Sonic Youth, My Bloody Valentine, Penelope Trip, la Velvet Underground, la Einstürzende Neubauten o los Swans. Aquello que imitaríamos hasta la saciedad, hasta prácticamente convertirlo en un cliché. Pero el principio de todo, el principio para mí y para muchos de nosotros, fue un álbum llamado “Psychocandy”.

 

  • *Radio Kras es una emisora que surgió en Xixón en 1985 y que a día de hoy se ha convertido en un referente de la comunicación libre, el pensamiento crítico y la cultura fuera de los circuitos comerciales. Cuando yo la conocí, en 1988, emitía desde un pequeño piso del barrio de Cimavilla. Los programas a los que aludo se llamaban “El Rock de la Langosta”, conducido por Tito Pintado y David Guardado, que a la sazón estaban dando forma a los fundamentales Penelope Trip, y “El Carro del Camaleón”, dirigido por la que la que luego fue y sigue siendo mi gran amiga Mayka.

 

  • ** Paradiso continúa siendo hoy la mejor librería de Xixón, y sigue teniendo una estupenda sección de discos en vinilo y CD, tanto nuevos como de segunda mano. Memphis fue una tienda de discos –mayormente vinilos– situada en los aledaños del Paseo de Begoña, de la que muchos nos nutrimos hasta que cerró en los 90 cuando el CD se impuso como formato hegemónico durante algunos años.

 

Anterior entrega de Punto de partida: Ariel Rot y Almendra.

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