Pegasus: Músculo instrumental y personalidad

Autor:

pegasus-19-05-14

“Pegasus seguimos siendo Pegasus pero es evidente que el paso del tiempo nos ha dado más musicalidad y melodía”

 

Pegasus son historia viva del jazz fusión español, y el grupo de género con mayor proyección internacional. Con nuevo disco y girando en directo, Max Sunyer conversa con Javier de Castro.

 

 

Texto: JAVIER DE CASTRO.
Foto: XAVIER ORTIZ.

 

 

Pegasus, el grupo catalán de jazz fusión más reconocido internacional ha editado recientemente un nuevo álbum titulado «Standby… On!», tras varios años de silencio discográfico. Esta primavera, han comenzado a moverlo en directo, demostrando bien a las claras que el legendario cuarteto, que aún conserva a todos sus miembros originales: Max Sunyer, Josep Mas Kitflus, Rafel Escoté y Santi Arisa –ahora reconvertido a quinteto con el fichaje del percusionista Dan Arisa–, no ha perdido ni un ápice del músculo instrumental y de la personalidad que los encumbrara y diera fama hace más de treinta años. Max Sunyer, guitarrista y líder de la banda, ha charlado para EFEME del estado actual de salud de Pegasus, desvelando algunas de las claves artísticas y creativas de esta banda señera, opinando de paso, además, sobre el estado actual de la industria musical y sobre los géneros por los cuales ha circulado siempre este grupo barcelonés tan singular.

Con medio siglo de música a sus espaldas y experiencia en grupos míticos de fusión sonora como Vértice, Tapimán, Iceberg o el propio Pegasus, amén de otros proyectos bajo su propio nombre, ¿cómo resumiría en pocas palabras su aportación a la música de este país?
Creo que no soy la persona idónea para opinar sobre mí, y menos aún sobre esta cuestión. Sí confesaré que he tenido la suerte de vivir una época muy interesante de la música, así como haber compartido camino y experiencias con músicos de primer orden. Si podemos considerar mi trayectoria como una aportación, la describiré como honesta, íntegra e intensa.

¿Cómo describiría el sonido actual de Pegasus, si es que difiere en algo del que practicaron como banda en los años ochenta cuando se dieron a conocer bajo dicha denominación?
Pegasus sigue siendo Pegasus, pero es evidente que el paso del tiempo nos ha dado más musicalidad, más melodía. También ha evolucionado el sonido, debido a los cambios lógicos de los nuevos recursos que la tecnología va ofreciéndonos. Amén de ello, el grupo sigue fiel a sus principios de libertad, honestidad, respeto mútuo y complicidad, pero es innegable que cada uno aportamos todo aquello que vamos recogiendo por el camino en nuestras respectivas experiencias personales.

Teniendo en cuenta que Pegasus logró triunfar a nivel nacional y tuvo también buena salida al extranjero, ¿percibe diferencias entre los públicos de aquí y de otros lugares ante esta música?
Sí, por supuesto. El público anglosajón y también el europeo son mucho más entusiastas que el de nuestro país; reconocen fácilmente los méritos aunque no conozcan al grupo y lo demuestran sin prejuicios. Aquí, el público es más frío y distante, más aún teniendo en cuenta que Pegasus es una formación instrumental sin concesiones. Debo reconocer que tenemos un público fidelizado que se identifica totalmente con nuestra música; pero este es un factor habitual en la música universal. Personalmente, creo que el problema radica en la práctica ausencia de una buena educación musical en la enseñanza normal.

¿De dónde surge la idea de combinar su música con la proyección de una película, como en el caso de «Pegasus con Berlín, simfonia d’una gran ciutat»?
Fue un encargo que en 1986 nos hizo el desaparecido festival La Setmana Internacional de Cinema de Barcelona. Fue una propuesta de nuestro mánager, Joan Mateu; él estaba en la producción y dirección del festival, y este se entusiasmó con su idea. Nos ofrecieron varios films que visionamos hasta decidirnos por esa maravilla de Walter Ruttman. Tan buena combinación no podía caer en el olvido, de modo que la hemos recuperado y digitalizado para poder seguir ofreciendo el espectáculo, pues no tiene nada que ver con un concierto habitual del grupo y sigue siendo rabiosamente actual; ya lo hemos ofrecido ante el público de Barcelona y de Palma de Mallorca, y también tenemos algún compromiso para este año.

¿Cómo ve el panorama actual del rock y el jazz catalán y español?
Hay una enorme cantidad de buenos músicos y bandas excelentes con densas discografías; en ese sentido el país está normalizado. Asimismo, la enseñanza profesional de la música tiene muy buena salud y un nivel alto. Pero desgraciadamente, tanto la profesión como su ejercicio están desprotegidos y desregularizados. Las salas de música en directo también participan de este caos, con el añadido de la poca tolerancia hacia estas por parte de la ciudadanía. La industria discográfica pasa por su peor crisis debido al cambio del modelo de negocio. Las Administraciones no saben hacia dónde tirar en el contexto actual. Alguien debería ordenar nuestro sector tal y como se viene haciendo con el circo, la danza, el teatro, el cine… o de lo contrario, el futuro será apocalíptico.

¿De lo que escuche de terceros y que le agrade actualmente, puede darnos algunos nombres más o menos de su preferencia?
Mayormente provienen del jazz: Jorge Pardo, Carles Benavent, Joan Albert Amargós, Jordi Bonell, Dani Pérez, Elisabeth Raspall, Giulia Valle, Chicuelo, Mayte Martin, Silvia Pérez Cruz, Joan Monné, Carme Canela, Cece Giannotti, Quimi Portet… ¡Uf! No sigo, porque la lista sería demasiado larga y seguro con ausencias no intencionadas.

¿Cree que la actitud de algunos grupos de jóvenes que hoy vuelven al jazz fusión puede suponer una revalorización de lo que en su momento se alineó bajo denominaciones o etiquetas como la música progresiva o el sonido layetano (también conocido como onda layetana)?
Aquellos fueron unos movimientos musicales nacidos de un contexto único en una época irreproducible. Lo que allí se gestó tiene mucho más valor de lo que parece. Nuestra música actual no sería tal sin aquel fabuloso legado. Naturalmente, en algún momento alguien le dará el brillo que merece; basta observar nuestro pasado para darse cuenta de que ya ha sucedido en otras áreas de la creación. En efecto, la posibilidad de que esto suceda la posee la juventud, sin descartar a los poderes públicos.

¿Qué piensa usted, que casi siempre se ha movido en campos experimentales y, por qué no decirlo, ya de por sí bastante minoritarios, sobre el actual estado de la industria discográfica y de los nuevos formatos de audio digitales?
Como ya he comentado con anterioridad, la industria discográfica padece una crisis total, debida en parte a la imparable evolución de nuevos modelos de distribución, sin menoscabo de la profunda crisis mundial. Los discos, en su actual formato de cedé, se venden en los conciertos o por internet, mucho más que en las poquísimas tiendas físicas sobrevivientes. Era un problema que se veía venir, pero la industria no reaccionó a tiempo y ha caído en un vacío caótico de difícil solución, al que se le suman la piratería y la falta de normativas que regulen la red. Una tirita pá este corazón partío es la reedición de discos en formato no digital; es decir, la vuelta del vinilo. Otra, la venta digital a través de las distribuidoras en la red. Pero esto último va en detrimento de la calidad de audio, pues el formato digital –mp3, mp4, etc.– es deficiente en armónicos y la música está llena de ellos. Estamos en una transición hacia un nuevo concepto de audición, un modelo distinto de imprevisibles consecuencias y/o derroteros.

¿Qué puede ver y escuchar el público que acuda en la actualidad a cualquiera de los conciertos de Pegasus?
La decisión sobre los temas a interpretar en un concierto suele ser por lo general de última hora, al menos en nuestro caso. Lo que sí puedo comentar respecto a nuestras actuaciones de ahora mismo es que son conciertos genuinos de Pegasus, en los cuales, por supuesto, interpretamos los temas de nuestro último y flamante disco «Standby… On!». Además, aunque solemos completarlos con composiciones, casi siempre distintas, de nuestra trayectoria histórica, pero siempre teniendo en cuenta que el grupo ha incorporado un nuevo elemento: Dan Arisa a la percusión, hijo de Santi Arisa y con la misma edad de «Nuevos encuentros» (1982), nuestro trabajo de debut. Su participación reviste de nuevos y exóticos colores la música anterior de la banda. En definitiva, el músculo instrumental de Pegasus elevado a la enésima potencia.

Artículos relacionados