“Payin’ the dues” (1997), de The Hellacopters

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OPERACIÓN RESCATE

 

“Puro high-energy, con el que mejoraban la fórmula inicial, depurando algo el sonido y yendo al grano. Más directos imposibles”

 

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The Hellacopters
«Payin’ the dues»
1997

 

Meses antes de que The Hellacopters aterricen en el Azkena Rock Festival, Fernando Ballesteros echa la vista atrás para encontrarse con uno de los discos fundamentales de la banda: “Payin’ the dues”.

 

Texto: FERNANDO BALLESTEROS.

 

Ya lo dije cuando nos tocó rescatar el “Apocalypse Dudes” de Turbonegro, por lo que me ahorraré las introduccciones, pero de aquella remesa de grupos que llegó del norte de Europa, los Hellacopters eran una de las principales puntas de lanza, cuando no la más destacada y la que cuenta con una discografía más solida.

La banda había nacido de la mano de Nicke Andersson, el batería de Entombed decidió montar un proyecto paralelo y tiró de Dregen, también roadie de los metaleros y que contaba ya con su propia banda, los Backyard Babies. La formación la completaban el bajista Kenny y el batería Robert y con ella debutaron en formato elepé con «Shupershitty to he Max», un disco rebosante de furia y suciedad que miraba por igual a los primeros MC5 y a Motorhead y que nos ponía sobre la pista de lo que estaba por llegar.

Lo que el futuro nos iba a deparar era, nada más y nada menos que “Payin’ the dues”, una bomba de apenas media hora en la que no les daba tiempo a bajar ni el nivel ni la intensidad. Es verdad que con el paso de los años se abrieron a otros nombres grandes de la historia del rock and roll, y que poco a poco la influencia de grupos como Kiss, Thin Lizzy o los mismísimos Lynyrd Skynyrd, consolidó una fórmula que les daba resultado y de la que no se movieron en la segunda parte de su carrera, pero no es menos cierto que la intensidad que alcanzó su segundo disco está en lo más alto de su producción.

Aquí lo que encontramos es puro high-energy, con el que mejoraban la fórmula inicial, depurando algo el sonido y yendo al grano. Más directos imposibles. Canciones con estribillos de esos para corear puño en alto con una cerveza en la otra mano. Desde la inicial ‘You are nothin’, los suecos dejaban claro que no hacían prisioneros. En ‘Like no other man’ no hacían otra cosa que confirmarlo. A piñón fijo, de cero a cien en un segundo y sin bajar hasta el final. La receta estaba muy clara.

 

 

A veces se hace justicia, y «Payin’ the dues», para el que habían incorporado al teclista de DIamond Dogs Anders Lindstróm, aumentó considerablemente la base de fans de un grupo que se aupó al Top 20 de la lista sueca de discos más vendidos. Iba tan viento en popa el proyecto que Nicke se marcha de Entombed para centrarse en Hellacopters. El único inconveniente era que los Backyard Babies también estaban viendo como sus compromisos crecían al mismo ritmo que su éxito –vaya discazo «Total 13», por cierto– por lo que Dregen se vio obligado a elegir entre los dos grupos y abandonó Hellacopters.

Comparándolo con su debut, la banda había reducido la dosis de distorsión en la receta y, sobre todo, las canciones eran mejores, así de sencillo. Aquí había himnos, títulos que ya nunca desaparecerían de su repertorio. En un disco sin fisuras es muy complicado elegir, pero ‘Hey’ es un claro ejeplo de ese salto de calidad del que hablamos.

 

 

Pero es que ‘Soulseller’ con su riff infalible o ‘Where the acton is’ no le iban a la zaga. En fin, uno de esos discos que casi no te dan tiempo ni a pestañear. Sin tregua, directos al estómago, como hacían sus maestros en el Detroit de la década de los setenta, en el que ellos tuvieron uno de los espejos en los que mirarse para crecer y hacerlo de una forma tan saludable.

No es por caualidad que para el formato vinilo se reservaran una sorpresa y añadieran a las diez canciones del cedé una versión de ‘City Slang’, título de la Sonic’s Rendezvous Band, el grupo formado por el guitarrista de los MC5 Fred Sonic Smith. No se me ocurre un mejor cierre para un trabajo como este, un disco que supuso toda una llamada de atención: en tiempos en los que pedíamos un poquito de diversión, los escandinavos supieron dar con la fórmula. Estos suecos pusieron las bases para ganarse una legión de fans que llenarían sus conciertos hasta su despedida en 2008 y más allá.

 

 

Los Hellacopters también han vuelto, el año pasado ya estuvieron en el Azkena, y en 2017 volverán a Vitoria para deleitarnos. Justo cuando se cumplen 20 años de este disco volveremos a disfrutar de sus posturas, sus deliciosos tópicos del rock and roll llevados al escenario y temazos. Que no falten.

 

 

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