“Pacífico 360”, de Nacho Campillo

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DISCOS

“Un sonido impoluto, cuidado para la claridad máxima de arreglos y detalles, y un gusto por la perfección en los estribillos”

 

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Nacho Campillo
“Pacífico 360”
PEERMUSIC

 

Texto: CÉSAR PRIETO.

 

El que fuera líder de Tam Tam Go, pop directo pero con muchos detalles de orfebrería, señala que con su nuevo disco aprovecha para celebrar treinta años de carrera, o 360 meses, como indica el título. Treinta años productivos con sus primeros grupos —no solo el citado, con RH+ editó dos elepés, el primero con producción del recientemente fallecido Alain Milhaud—, con Reyno y en solitario, aunque el trigésimo aniversario se cumple de Tam Tam Go, y a una patente autobiografía se dedican gran parte de las canciones.

Recopilar memorias hace que las canciones beban en muchos casos de recuerdos y lo reflejen con letras de claves no secretas. Ya desde el primer corte, ‘Biocanción’, aparecen los viejos conocidos Manuel y Raquel y a partir de aquí un buen puñado de títulos de sus temas. ‘Haciéndome fuerte’ es una delicada evocación del tiempo pasado y el bonus track que cierra reinventa su otro gran éxito, ‘Espaldas mojadas’, en una versión más oscura y obsesiva.

En la partitura y la textura de las canciones, la variedad domina. Si la citada ‘Biocanción’ goza de leves toques folk, la que le sigue, ‘Pacífico’, es mucho más pop y esperanzada, con el optimismo de un futuro que podemos abarcar. Hay también un par de rancheras a la manera de Los Secretos, ‘La niña que salvó el mundo’ y ‘Compás de espera’, versión de Los Madison de Txetxu Altube y mucho más calmada en las cuerdas, casi con la plantilla de Enrique Urquijo con Los Problemas.

Las hay con placidez ‘sunshine’ como ‘La voz dormida’, con guiños a la parte más luminosa de los Beatles —también es beatle ‘Haciéndome fuerte’— y se evoca la guitarra de Eric Clapton o J.J.Cale en la demorada y fantástica que aparece en la folkie ‘Colores’. Y sobre todo un sonido impoluto, cuidado para la claridad máxima de arreglos y detalles, y un gusto por la perfección en los estribillos. Si alías a todo esto un inteligente y nada panfletario mensaje social, se convierte en un disco con todas las condiciones para disfrutar en el presente y perdurar como obra magna.

Anterior crítica de discos: “Tiempo, temperatura, agitación”, de Cooper.

 

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