“Out of time”, de R.E.M.

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DISCOS

“Este disco es la única manera de visitar estos parajes que mezclan belleza y amargura, como si indicara que la vida no es sino una mixtura de ambas”

 

rem-23-11-16

R.E.M.
“Out of time” (25th anniversary)
UNIVERSAL

 

Texto: JUANJO ORDÁS.

 

¿Recordáis “Beverly Hills 90210”? La serie estadounidense que en España titularon “Sensación de vivir”, ese culebrón de jóvenes pijos que sin tomárselo en serio enganchaba a casi cualquiera. ¿Os acordáis de Brenda y Dylan? Esa pareja molona interpretada por Shannon Doherty y Luke Perry. Pues en un episodio están ahí, dándose el palo en el descapotable del muchacho, con ‘Loosing my religion’ sonando. Vaya despropósito, puede pensar alguno. ¡‘Loosing my religion’ en la radio de un pijo mientras se lía con su novia! Sin embargo, la canción es perfecta. Me explico. De pronto la chica le dice que lo suyo se ha acabado, mucha presión para Brenda, y entonces ‘Loosing my religion’ resulta ser la mejor banda sonora. Porque no nos engañemos: esa canción de anhelo de amor, no por ello deja de ser una canción de amor. Puedes pensar lo que quieras de “Sensación de vivir”, de las dotes interpretativas de Shannon y Luke, puedes ver la escena como una tergiversación, pero ‘Loosing my religion’ encajaba. Porque es solo una canción y porque los –entonces– cuatro miembros de R.E.M. nunca caminaron sobre las aguas.

Hay bandas a las que no les basta entretener, sino que tratan de obrar cambios en quien las escucha. Ya sea adrede o involuntariamente, se enfocan que hacer que una canción (o un álbum) sea mucho más que un buen rato, tratan de que sus canciones modifiquen las visiones personales de cada uno de nosotros. Está en su naturaleza, no lo pueden evitar. R.E.M fue desde sus comienzos en busca de la trascendencia filosófica, y no cabe duda de que la alcanzaron, pero nunca caminaron sobre las aguas ni obraron milagros. ‘Loosing my religion’ es una canción de amor, punto. ‘Shinny happy people’ es una canción tontorrona, un entremés en un álbum de espectro amplio que no tiene sentido fuera de él. Los R.E.M. que grabaron “Out of time” no estaban en una época rupturista, muy al contrario, algunas de sus canciones ya se habían estrenado en la gira de “Green”, y “Out of time” es una evolución de ese álbum anterior. La actitud del grupo negándose a promocionar el disco fue algo natural para ellos, pero indirectamente obedeció a una actitud indie de manual, aunque grabaran en una mutinacional.

Y es que, al margen de todo esto, de opiniones encontradas o semejantes, la emocionante historia de “Out of time” es el disco en sí mismo. Un trabajo conmovedor, perfecto de principio a fin, en el que la banda jugó a incorporar nuevos sonidos reinventándose definitivamente como multiinstrumentistas evocando el espíritu de The Band en versión moderna y alternativa. Con este disco reformularon cómo sonaban los viejos EE.UU. en el contexto nuevo y actual de los noventa, con la actitud intelectual de Patti Smith y, evidentemente, el sonido del momento mezclado con raíces añejas. Por eso “Out of time” merece la brillante reedición que se acaba de editar, porque absolutamente todo en él es mágico. Porque, haciendo honor a su nombre, su música se sitúa en un cruce de caminos que pertenece a la realidad pero a la vez se encuentra fuera de ella, fuera del tiempo.

Hay que ser valiente para editar las demos de un trabajo tan reconocido, celebrado y bien recibido. En un cedé bien repleto, se dan cita los pasos previos al remate final, pero R.E.M. no estaban dudando, sino poniéndole el collar a las canciones, se nota incluso en estas demos que ayudan a comprender desde dentro cómo se fue cercando al perro hasta poder llevárselo de paseo con la correa. “Out of time” es algo tan mundano como eso, algo que de pronto se vuelve surrealista y fantástico sin la más mínima intención de que lo fuera. Este disco es la única manera de visitar estos parajes que mezclan belleza y amargura, como si indicara que la vida no es sino una mixtura de ambas.

 

Anterior crítica de discos: “This house is not for sale”, de Bon Jovi.

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