Operación rescate: «Prêt à porter», de Topo

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«Es producto de su tiempo y de la torpe industria discográfica nacional del momento, pero se aguanta en pie con dignidad, y lo hace por las canciones»

 

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Topo
«Prêt à porter»
CHAPA DISCOS/ZAFIRO, 1980

 

Texto: JUAN PUCHADES.

 

Este disco, y desde el momento de su edición, generó amplio consenso: tanto a los seguidores de Topo como a sus detractores adscritos a la nueva ola, les pareció horripilante y repudiable. El propio grupo siempre ha pasado de puntillas sobre este trabajo e incluso Josemi Valle, en el reciente «El libro de Asfalto + Topo» (Ed. Milenio), se despacha, breve pero contundentemente, con él. En general, «Prêt à porter» despertó nulo interés. Sin embargo, y sin ánimo de querer cambiar el curso de la historia… ¡no es ese disco horrible que nos han hecho creer!

Comencemos por el principio, que es por donde deben iniciarse las narraciones (con final feliz o no, eso importa poco). En 1978, con el primer disco de Asfalto recién puesto en la calle, Lele Laina y José Luis Jiménez (el único componente que perduraba de la alineación original) deciden abandonar la formación por desavenencias artísticas con Julio Castejón y formar una nueva banda, Topo. Con rapidez arman nuevo repertorio en vistas a lanzar su primer elepé. Mientras, ‘Capitan Trueno’, un tema de Jiménez (aunque firmado democráticamente por los cuatro miembros del grupo) incluido en el primer disco de Asfalto, se convierte en un éxito (modesto, pero importante) que defienden como pueden los que se han quedado con el nombre del grupo. Y uno imagina a Jiménez realmente molesto al ver imágenes en televisión de sus excompañeros haciendo playback sobre las pistas vocales originales que grabaron él y Laina. Pero así de puta es la vida. En todo caso, lo que interesa resaltar es que, si uno se fija bien, en esencia ‘Capitan Trueno’ es uno de esos temas que, como muchos de los Beatles, no se puede afirmar que se adscriba abiertamente al rock y que podríamos definir, sin temor ni rubor rockero alguno, como de excelente pop, que para algo Jiménez se había educado escuchando al cuarteto dorado. Retengamos el dato.

En 1979 Topo debuta con disco homónimo e impresionante, potentísimo, que trazaba realmente el sentido de lo que entonces llamábamos rock urbano: entre el progresivo y el rock pesado se dejaban llevar por detallistas armonías vocales, flirteos con la acústica, letras sentidas y ese espíritu que alentó (y aparecen de nuevo, que están en la base) a los Beatles más libres (los de la última etapa) y que, otra vez, cruza desde el rock al pop y vuelta empezar. Una maravilla.

Un año más tarde, Zafiro –la discográfica que acoge a Chapa Discos, y por tanto a Topo–, cuando van a entrar en el estudio para registrar su segundo álbum les dice que la new wave está rompiendo la pana, que Police (¡los primeros Police!) son lo más y que se dejen de gaitas y exploren ese camino. Así que rehacen arreglos de parte de los temas que iban a ir en ese segundo trabajo y, en el mismo estudio, componen (en quince minutos, explicaron tiempo después) algunos nuevos. De ahí sale «Prêt à porter», el disco bastardo, el que casi los hunde, si es que no marcó para siempre su guadianesca (pero fructífera en lo artístico) carrera.

Para colmo, la portada presenta una ilustración colorista (que no está mal) que ofende a los más fundamentalistas, y ellos, para las fotos, pasan por la peluquería, se visten de colores e incluso se asoma alguna corbata estrecha tan del momento. ¡El acabose! «¡Topo quieren hacerse los modernos!», exclaman unos. «¡Topo nos quieren engañar!», profieren otros. «¡Tomadura de pelo!», concluye la mayoría. Yo, que compré el primer elepé de Topo en el momento de su edición, y lo mismo con «Prêt à porter», además de ser entusiasta seguidor de la new wave británica y de su vertiente española (que la música es mucha y no hay que ser excluyente), siempre pensé que se estaba exagerando mucho, que tampoco era para tanto. Hoy compruebo que el disco navega entre varias aguas: el sonido primero del grupo, el pop (que tampoco era algo tan inverosímil en ellos: de ahí el destacar unas líneas más arriba ‘Capitán Trueno’) y el rock and roll más esencial (al que irán evolucionando en sucesivas entregas), sin terminar de encontrar su espacio. Lo peor, desde luego, es que los arreglos y la producción (de Teddy Bautista, que había producido con sobresaliente el estreno) no son las más acertadas y que la profusión de percusiones sin ton ni son resulta disparatada. Pese a ello, debajo palpitan algunas muy buenas canciones. Nueve de once, que no está nada mal.

En el debe están ‘Eva’ y ‘El extraterrestre’. La primera busca el reggae de Police, como tratando de emular a ‘Roxanne’, pero aunque musicalmente se sostiene, la letra, por momentos, deja bastante que desear. ‘El extraterrestre’ sufre del mismo mal: buena música para una letra tontorrona. Para rematar, son dos de las canciones peor tratadas en cuanto a arreglos.

 

 

Y una vez nos hemos quitado de en medio estos dos cortes, pasemos a los temas de mayor calado, comenzando por los cuatro que se hunden en el rock and roll clásico, faceta por entonces inédita en Topo pero que seguirán desarrollando en trabajos posteriores. En primer lugar está ‘Hollywood’, en el que elaboran un rock muy imbricado en la sónica característica de Topo pero que, a la postre, será una de las piezas menos comprendidas de este disco, especialmente por su irónica letra, que analizada con tranquilidad deja ver que no está nada alejada, por ejemplo, de las intenciones de la posteriormente celebrada ‘Blues del dandy’. Por su parte, ‘Te siento cerca’ es un rock rápido derivado hacia el pop para encontrarse con una guitarra progresiva y volver a empezar, en un desarrollo armónico muy típico del grupo y con un texto propio del género, de aquellos de encuentros románticos, aquí evocando los tiempos de los cines de arte y ensayo. ‘Correcaminos’ es, sin más, un temazo. Temazo puramente Topo, una canción que bien podrían haber recuperado, como recuperables son las dos anteriores.

 

 

Mientras, ‘Prêt à porter’, el corte que cierra el elepé, es un delicioso y contagioso rock and roll clásico: un canto a las chicas normales que visten ropa confeccionada en serie y con las que nos cruzamos todos los días. Una letra de las que en su momento escocieron pero que, si la escuchamos sin prejuicios, no hace más que echar raíces en la tradición de cientos de canciones del rock, las de chicas, amores y demás.

 

 

Otra canción marcada por su letra es ‘Vudu baby’, pero que, de nuevo, con oídos limpios en ella solo se escucha un texto sensual, típico del rock, como tantos otros. Además, en lo musical hay que destacar que esta aproximación al reggae «policíaco» deriva con muchísima originalidad hacia el blues, género que el grupo visitará en el futuro cada poco. Como blues es ‘Tráeme tu amor’, celestial recreación del ‘Bring it on home to me’ de Sam Cooke, con su arranque a capela hasta la entrada del piano: una pequeña obra maestra, emocionantísima, perfecta; incluso el que decidió esparcir percusiones por todos los rincones de la grabación, aquí se contuvo. Significativamente, es la única canción del disco que Topo ha mantenido en su repertorio.

 

 

Si ‘Reina del vagón’ se hubiera incluido en el primer elepé y se hubiera arreglado de otro modo, nadie le habría puesto ninguna objeción. Esto es rock urbano del que Jiménez y Laina ayudaron a definir, con sus cambios de estructura, sus pasajes instrumentales y un texto sobre esas chicas de las que uno se enamora solo al cruzarse con ellas en el metro (¡¿acaso hay algo más urbano que el suburbano?!)

 

 

Para el final dejo ‘Radio 10’ e ‘Inesperadamente (Nace una canción)’ dos de las joyas de «Prêt à porter» y dos de las más bellas canciones que ha escrito José Luis Jiménez a lo largo de su carrera (y atesora unas cuantas bien hermosas). La primera está arreglada con muy poco gusto, pero es de una rara elegancia y sensibilidad, hablando del poder de la radio musical en la noche, tan importante por entonces. El solo de guitarra, por cierto, es puro Laina, puro Topo, y en la recta final el sonido es de rock progresivo. Jiménez la canta con tiento, con cuidado (es uno de esos cantantes del rock español nunca lo suficientemente valorados). Como con mucho sentido interpreta también ‘Inesperadamente’, que parece ser de esos temas que escribió en el mismo estudio para completar el álbum y que, pese a ello, es de una singular belleza, programáticamente nada alejada de ‘¿Qué es esta vida?’, del disco de debut.

Lo dicho, son nueve estupendas canciones de once, y aunque es cierto que la producción es un dislate, no hay nada de qué avergonzarse: «Prêt à porter» es producto de su tiempo y de la torpe industria discográfica nacional del momento, pero se aguanta en pie con dignidad, y lo hace porque las canciones, que es lo que tiene que prevalecer en un disco, lo sostienen.

Anterior entrega de Operación rescate: “Continuará”, de Los Secretos.

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