Operación rescate: “Manifiesto Guernika”, de TNT

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“‘Manifiesto Guernika’ es considerado, pese al sonido, uno de los puntos álgidos del punk rock de aquí, con buenas canciones y unas letras con mucho de denuncia política y social, que quedaban muy lejos, por elevación, del simple panfleto que fue común denominador en muchos de los grupos de aquella época y aquel estilo”

 

El inesperado fallecimiento de Jesús Arias, miembro de la banda punk granadina TNT, hace que Fernando Ballesteros fije la mirada en el elepé que el grupo publicó en 1983, y de paso, recorrer la intensa historia del músico y periodista.

 

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TNT
“Manifiesto Guernika”
DRO, 1983

 

 

Texto: FERNANDO BALLESTEROS.

 

 

El mes de diciembre nos ha recibido a golpes. Tanto, que lo que tendría que haber sido un rescate más que necesario es hoy, además, un recuerdo a la trayectoria de Jesús Arias, el hombre detrás de TNT. Un pionero (cuanto antes nos quitemos de encima la palabrita, mejor), un creador inquieto y un magnífico contador de historias. Y sí, también periodista. Tenía 52 años y una carrera que, a pesar de las múltiples referencias, siempre nos va a llevar en primer lugar a tres letras, las del grupo de su vida.

La semilla de los TNT surgió en Huétor Tájar en 1978, cuando se conocieron José Antonio García y Ángel Doblas. Ambos habían sido seducidos por el “London Calling”. Eso y ver a The Clash en Madrid les llevó por el camino de la banda de Strummer, lejos, muy lejos del que les había conducido a hacer versiones de Led Zeppelin en el local. Hubo una vuelta a empezar y anuncio al canto buscando bajista y batería para grupo punk, claro.

Jesús había decidido ser punk en 1977, con catorce años, tras comprar el single del ‘God save the Queen’ de los Pistols en Galerías Preciados, y se afanaba en sus primeros escarceos con la guitarra, mientras buscaba a la desesperada a compañeros de fe punki en Granada. Por eso, cuando su amigo Juan Pedro Gan se presentó a una prueba respondiendo al anuncio de los TNT, él aprovechó para acompañarle, y en un descanso del ensayo, tras pedir permiso, se marcó un ‘Honky tonk women’ pasado de revoluciones. Lo suficiente para que José Antonio y Ángel tomaran una decisión: Juan Pedro no les había convencido, pero Jesús tenía una oferta para unirse al grupo. Con él llegaría poco después Joaquín Vílchez, amigo con deseos de ser batería que completaría la formación granadina. Un grupo que siempre llevó a cuestas el cartel de pionero del punk –sí, he vuelto a caer–, a pesar de que Arias siempre le adjudicó ese papel precursor a Siniestro Total. De hecho, en alguna entrevista hace unos años, recordaba que mientras los gallegos grababan ya singles y sonaban a Sex Pistols, ellos apenas aspiraban a grabar una cinta de casete.

Lo que sí admitía Jesús para su banda era un rol de precursores en un punk más poético que se adelantó en el tiempo y en profundidad de intenciones al rock radical vasco. Y en esas estaban cuando llegó su oportunidad de grabar. En noviembre de 1981 registraron en Albolote y de un tirón, por cierto, los 16 temas que conforman su primera maqueta. Dieciséis disparos entre los que se encontraban versiones de Sex Pistols, The Clash o el ‘Johnny B Good’ de Chuck Berry, aunque era en sus composiciones donde se adivinaba el talento de un grupo que firmaba futuros clásicos de su repertorio como ‘1984’ o ‘Sin futuro’, puro punk desde el título y hasta el último acorde.

 

 

Aquella cinta, reeditada hace un par de años en vinilo, llegó a las manos de Jesús Ordovás, que la radió con frecuencia en su “Diario Pop”. La cosa comenzaba a marchar. Sin embargo, mientras fuera de su ciudad empezaban a conocer a TNT, el grupo vivía un momento más que complicado. La llamada a filas de Ángel para cumplir el servicio militar les dejaba cojos y sin los amplificadores ni la mesa de sonido que había tenido que vender el bajista antes de partir para servir a la patria.

Es en ese momento, parados y con un futuro más que incierto, cuando José Antonio recibe la llamada de un nuevo grupo que estaban poniendo en marcha José Ignacio Lapido y Tacho González. Jesús pudo haber emprendido el mismo viaje, pero optó por continuar con sus TNT. A cambio, les dio un nombre: el de su hermano Antonio, que se ocuparía del bajo en esa banda. El resto es historia. La de 091.

Pero hoy es la de TNT la que nos ocupa. Y esa historia siguió, entre otras cosas, porque Jesús se empeñó en ello. Y continuó dando frutos: el siguiente en forma de single y con la etiqueta de DRO que les había echado el guante poco antes. El 7 pulgadas “Cucarachas/1984” (Euroshima) supuso además el debut como cantante de Jesús, una vez que la marcha de José Antonio se había convertido en definitiva.

La Cara B con ‘1984 Euroshima’ retrata las preocupaciones por las consecuencias de la carrera nuclear, uno de los asuntos que nunca abandonó el cuaderno de Jesús. “Cucarachas”, en palabras de su autor es “la voz de la rebeldía. El no a la religión, a la manipulación, a la educación perversa”. En todo caso, una andanada con agresivas líneas de precisión milimétrica como “consiguen un negocio con cualquier tipejo. Se visten de dios, se inventan un infierno”.

 

 

Maqueta, single y sí, era el turno del largo. Disco grande, lo malo: su consiguiente suplicio para TNT. La producción, las mezclas, todo el proceso se debió parecer bastante a una carrera de obstáculos, a juzgar por los testimonios de Arias. “Manifiesto Guernika” es considerado, pese al sonido, uno de los puntos álgidos del punk rock de aquí, con buenas canciones y unas letras con mucho de denuncia política y social, que quedaban muy lejos, por elevación, del simple panfleto que fue común denominador en muchos de los grupos de aquella época y aquel estilo.

Aquí, desde ‘Guernica’ a ‘Habitación 101’ pasando por esa debilidad personal que es ‘Deberías tener cuidado’, hay temas de sobra. Casi tantos como golpes se llevaron los TNT desde antes de poner un pie en el estudio. Y fueron muchos. El propio Jesús contaba cómo Peter McNamee, que había trabajado con Pink Floyd y producido a Tequila, les ofreció encargarse del disco. Solo ponía una condición: que el estudio La Gramola, que necesitaba promocionar, apareciera en la contraportada. Todo pintaba de maravilla, pero cuando fueron con la historia a la gente de DRO, estos les dijeron que nones. La compañía tenía contrato con Doublewtronics y ningún grupo suyo podía grabar en otro estudio.

 

 

Lo que hubiera sido una grabación con el hombre indicado, con una inversión de 80.000 pesetas y sin límite de tiempo se convirtió en una semana, contra el crono y en un estudio con una sonoridad horrible. Una tragedia, vamos. Habían llegado allí con la intención de grabar el mejor disco del punk rock español y unos días después se veían intentando salvar la papeleta, tratando de acercarse al mal menor.

Cada vez que se habla de un grupo que ve cómo su trabajo se va al traste en la grabación, la mente me lleva a los Dead Boys de su segundo disco. Cuentan que Cheetah Chrome llamaba cada noche a James Williamson, el guitarrista de los Stooges, para que acudiera al rescate y evitara el desastre. Con el resultado en la mano, el bajista Jeff Magnum amenazaba de muerte al productor Felix Pappalardi. No constan arrebatos de esa agresividad en el caso de TNT, pero la frustración debió de ser incluso mayor tras escuchar las mezclas del ingeniero del estudio y el responsable de DRO, Servando Carballar, porque el batería, Joaquín Vílchez, se echó a llorar.

Y como la historia es así de cruel a veces, poco después Peter McNamee, el hombre que ellos querían, el que les había elegido a ellos, produjo el disco de Los Pistones “El pistolero”, que llegó a lo más alto de las listas de éxito. Meses después, Aviador Dro, el grupo de la compañía DRO, pagó un dineral por grabar en La Gramola con McNamee. Así se escribe la historia.

Pero habíamos quedado en que había canciones y eran buenas, tanto que TNT se las apañaron para entregar un buen disco. Una obra en la que los textos, salpicados de referencias literarias, brillaban con luz propia. De acuerdo, el camino no había sido fácil y las miras de los chicos eran mucho más altas, pero en «Manifiesto Gernica» había números tan rescatables como ‘Gilmore 77’, en la que cantaban sobre el asesino Gary Gilmore, el condenado a muerte cuya historia contó también en “la canción del verdugo” Norman Mailer.

 

 

Y el ciclo continuaba: nacimiento, maqueta, single, LP y disolución. El final llegaba en 1984. Estaban más que quemados después de todo lo que habían pasado en la gestación de “Manifiesto Guernica”. Además, Joaquín Vílchez y José Castro se iban a la mili. Otra vez la dichosa llamada.

Seis años después resucitaron. Lo hicieron para ofrecer un único concierto en Granada con motivo de la celebración del décimo aniversario del Festival de Rock del Zaidín. José Antonio García, Jesús Arias, Víctor García Lapido, Carlos García y Joaquín Vílchez fueron los protagonistas del fugaz retorno. El concierto, ante más de 12.000 personas, se grabó y fue editado siete años más tarde, en 1997, con el título de “Directo a Nadsat”.

 

 

Más allá de resurrecciones puntuales, Jesús nunca abandonó el mundo de la música. Siempre formó parte de otras bandas, entre ellas, Exxon Valdez, que no eran otra cosa que los TNT en 2007, intentando quitarse de encima ­–a golpe de cambio de nombre– las cargas que la marca original conllevaba. Ahora querían jugar con otros elementos: música clásica, orquestaciones sinfónicas…experimentar. Lo he dicho casi al comienzo: Jesús era un creador inquieto. Muestras de ello hay muchas, pero sería injusto no recordar aquí que fue uno de los artífices de la gestación de «Omega» de Morente & Lagartija Nick. Él simplificaba y resumía su papel en aquel disco clave, en la aportación de ideas iníciales y la explicación tanto al cantaor como a los Lagartija de en qué consistía ‘Poeta en Nueva York’. El propio Enrique Morente le agradecía en los créditos del disco «sus sugerencias y colaboración en ‘Omega’ y ‘Niña ahogada en el pozo’”.

Exxon Valdez era también su nick en el foro de Ipunkrock. Allí conocimos algunos virtualmente a Jesús. Más bien nos aprovechamos de su intercambio de conocimientos, allá a mitad de los ochenta con Strummer. El ex Clash, pez en castellano, le pidió a Jesús que fuera su profesor de inglés. El granadino aceptó gustoso, pero pidió a cambio que Joe le contestara a todas sus preguntas sobre The Clash. De aquella peculiar negociación nos aprovechamos los usuarios de aquel foro, que conocimos con detalle las andanzas del inglés en Granada gracias a la prosa de Jesús.

Con el periodismo como dedicación profesional y la música siempre en la cabeza, 2012 fue el año de la vuelta a la actividad discográfica de Arias con «Eclipse parcial de lunas», bajo el nombre de Qüasar y acompañado por Ángel Doblas. En el limbo se queda su último proyecto: Hiroshima. Por cierto, en los últimos años parece que no había sitio en ninguna plantilla para un periodista como Jesús. Creo que se imponen unos minutos de reflexión sobre el asunto.

Anterior entrega de Operación rescate: “Bummed”, de Happy Mondays.

 

 

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