Operación rescate: “Guitar romantic”, de The Exploding Hearts


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“Además de mucha personalidad, en este disco latía el pulso rockero dominaba un nervio punk, que les distinguía de muchas de las bandas que, con la etiqueta de marras, son incapaces de destacarse del pelotón de sus iguales”

 

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The Exploding Hearts
“Guitar romantic”
DIRTNAP RECORDS, 2003

 



Guitarreros y prometedores: así se presentaron los estadounidenses con su primer elepé, donde cabía el powerpop, el rock y un nervio punk. Un accidente de coche acabó con su historia meses después de publicar su único disco, recuperado aquí por Fernando Ballesteros.

 

 

Texto: FERNANDO BALLESTEROS.

 

 

La madrugada del 20 al 21 de julio de 2003, The Exploding Hearts regresaban de dar un concierto en San Francisco. Un par de años antes, las publicaciones inglesas se habían puesto a gritar que el rock había vuelto y estos chicos de Portland tenían bajo el brazo (y casi humeante aún) el disco “Guitar romantic”. Una decena de pepinazos con mayoría de hits potenciales en ese panorama que nos vendían, tan abierto a recibir a la última sensación guitarrera. Aquello no garantizaba nada, y mucho menos el éxito mayoritario, pero había casi unanimidad a la hora de asegurar que las expectativas puestas en aquellos chavales de Portland cotizaban al alza. Vamos, que habían comprado varias papeletas para ser “la próxima gran cosa”.

Tras la portada con cuatro chicos que apenas habían entrado en la veintena, una foto de grupo que parecía sobrado de actitud callejera, se escondía una dosis de potente powerpop. Eso sí, muy lejos del simple ejercicio de estilo que tanto abunda en un género al que le cuesta tanto dar con grupos que superen el notable y amplíen y mejoren la nómina de obras maestras. Ellos lo tenían.

Además de mucha personalidad, en este disco latía el pulso rockero dominaba un nervio punk, que les distinguía de muchas de las bandas que, con la etiqueta de marras, son incapaces de destacarse del pelotón de sus iguales. El sonido de aquella obra —motivo de discusión acalorada entre aficionados en los foros de la época—, con su crudeza y su imperfección era otra seña que los diferenciaba. Puede que, al valorarlo, chatarra sea la primera palabra que te venga a la cabeza, pero conviene no quedarse ahí. Hay más, mucho más.

Otra baza era el directo: Adam Cox, guitarrista y voz, el bajista Matt Fitzgerald, el batería Jeremy Cage y Terry Six a las seis cuerdas no habían parado de actuar desde la publicación de su primer single y redoblaban esfuerzos tras la salida de su primer largo. Cuentan maravillas de aquellos conciertos. Lamentablemente, el de San Francisco junto a The Deadly Weapons sería el último. La carretera terminó esa misma noche con la vida de tres cuartas partes de la banda, solo sobrevivió Six. The Exploding Hearts eran historia. Una de esas que crecen con el paso de los años hasta convertirse en leyenda. Se iban y nos dejaban menos de media hora grabada en su único elepé y muchas dudas sobre lo que hubiera podido pasar con ellos. Grandes cosas, si nos atenemos a la chulería de esa puesta en escena perfecta que es ‘Modern kicks’, adictiva desde sus primeras notas o a esa pegajosa, sencilla y festiva melodía de ‘I’m a pretender’.

 

 

El grupo tenía mucho del discurso callejero de algunos de los pesos pesados del punk de finales de los setenta. La imagen de la portada de «Guitar romantic» también remitía a nombres sagrados del negociado. No cuesta mucho encontrar en ellos el rastro de Real Kids, Undertones, los primeros Clash o aquellos singles para Bomp de Stiv Bators. La escucha de los mejores discos de esos y muchos otros maestros, que se antoja repetida, les condujo a un resultado final en el que todo parecía estar en su sitio. Tanto es así que tras ‘Thorns in roses’ y ‘Your´re black and blue’, justo cuando empezaba a sonar esa píldora de poco más de dos minutos y medio que sintetiza buena parte de la historia del powerpop y que lleva por título ‘Sleeping aides & razorblades’, te habías olvidado hasta del debate del sonido.

 

 

‘Rumours in town’ le añadía más leña al fuego del rock and roll para comenzar una segunda cara en la que ‘Jailbird’ le ponía el tono más calmado y (aún más) melódico al disco. ‘Boulevard thrash’ y el cierre con ‘Still crazy’ les alejaba un poco de la inmediatez de otros títulos. Más punk and roll que pop, vaya. Lo de ‘Throwaway style’ era punto y aparte. Su ritmo trotón, la explosión del estribillo, la euforia de los coros y una comparación con la célebre ‘Last nite’ de los Strokes de la que siguen saliendo vencedores la convertían en la joya de la corona.

 

 

Como suele pasar en estos casos, tras el mazazo por el trágico final, la parroquia se puso manos a la obra para encontrar todo lo que grabaron los de Portland, y Dirtnap publicaba en 2006 «Shattered», un artefacto que, además de tomas alternativas de varias piezas de su elepé, incluía el material de sus dos y más que recomendables singles previos y números inéditos entre los que se encontraba su relectura del ‘Walking out on love’ de los Beat de Paul Collins, otra referencia a la que siempre se asocia su sonido.

 

 

 

Anterior entrega de Operación rescate: “If I should fall from grace with God”, de The Pogues.

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