“No mercy in this land”, de Ben Harper & Charlie Musselwhite

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DISCOS

“Difíciles para los fans de Harper en solitario o de Musselwhite, incluso, pero espléndidos tomados como un proyecto con entidad propia”

 

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Ben Harper & Charlie Musselwhite
“No mercy in this land”
ANTI/ EPITAPH

 

Texto: Eduardo Izquierdo

 

Dice Ben Harper que trabajar con Charlie Musselwhite es como “tener a una puta superpotencia del blues”. Y además él no es la primera vez que lo hace. En 2013 ya se marcaron aquel “Get up” que se acabó llevando un Grammy al mejor disco de blues del año y cinco años después repiten experiencia. Asegura el californiano, además, que es la primera vez que se mete en un estudio para grabar un disco sin pensar en lo que vendrá después y, sobre todo, que ya no recordaba la sensación de grabar canciones con una banda al completo tocando a la vez en la misma habitación, cosa que sí han hecho en esta ocasión.

La repetición de la aventura se gesta en los Village Studios de Santa Mónica, donde el guitarrista Jason Mozersky, el bajista Jesse Ingalls y el batería Jimmy Paxson comparten cabina con Harper y ese hombre enjuto que ha tocado en discos de B.B. King, Tom Waits, Muddy Waters, Sonny Boy Williamson o Buddy Guy. Un tipo que ha bebido del blues de los mejores y que, por qué no decirlo, también ha dado de beber a alguna que otra leyenda. Un hombre de 78 años con el mojo del que solo pueden hacer gala unos cuantos elegidos. Ese es Charlie Musselwhite.

Juntos graban diez temas, solo diez. Difíciles para los fans de la carrera de Harper en solitario o de Musselwhite, incluso, pero espléndidos tomados como un proyecto con entidad propia. Con el armonicista brillando en la saltarina ‘Bad habits’, rozando la excelencia coral en el blues de pre guerra que es ‘Love & trust’, virando hacia la electricidad en ‘The bottle wins again’ o mirándose en el sonido de una Howlin’Wolf endulzado por la voz de Harper en ‘Movin’ on’. Aunque la joya de la corona es el tema titular y, sobre todo, el momento en el que Charlie Musselwhite toma la tarea vocal para sentenciar: “Padre, nos dejaste aquí solos, mientras la pobre mamá yace bajo una piedra, con el corazón dolorido y las manos temblorosas. ¿No hay piedad en esta tierra?”. Manjar de dioses.

Anterior crítica de discos: “Corazón abierto”, de Papaya.

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