“No es justo que llegues ahora”, de Invisible Harvey

Autor:

DISCOS

invisible-harvey-31-08-18

“Pequeñas historias de momentos cotidianos y evocadores, aderezadas de una música con las mismas coordenadas”

Invisible Harvey
“No es justo que llegues ahora”
EL GENIO EQUIVOCADO

 

Texto: CÉSAR PRIETO.

 

Decíamos en estas páginas, con motivo de la reseña del disco de Local Qua4tro, que algunos grupos españoles le habían tomado querencia a ciertas soluciones de los setenta: melodías simples pero efectivas, sonido limpio y arreglos escasos y certeros. Vuelve a ser el caso en Invisible Harvey, la banda en la que el guionista y realizador de cortos y videoclips Dimas Rodríguez, da rienda suelta a sus pequeñas historias de momentos cotidianos y evocadores, aderezadas de una música con las mismas coordenadas.

El últimamente ubicuo Cristian Pallejà produce unas canciones que gozan de sonido actual, cuyos referentes van de La Costa Brava a Francisco Nixon, no se desvían de la tradición americana o de Prefab Sprout, pero también adoptan en ocasiones un solucionario en los arreglos de esos setenta que citamos, y con ello se esponjan en vez de resultar rancias. Tomemos como modelo ‘Si quieres viajar al pasado, llama a tu contestador’, con delicadas armonías vocales, limpieza en las guitarras y unas cuerdas que sostienen como un sueño varios momentos del disco. También setentera es ‘Un árbol de navidad nos planta cara desde la ventana’, con arreglos certeros y sencillos y una música que atornilla lo sentimental.

A veces son pequeños detalles. Los cinco primeros segundos de ‘Carta a un helicóptero’ son puro Philadelphia Sound y poco a poco va discurriendo entre fondos cálidos de viento y teclados: un puente de piano bar, un teclado omnipresente… Y la voz, en el punto justo en que resulta entregada y no cargante. Todo en pequeñas historias, como esta en que se le envía una misiva a una aeronave que traspasa amenazante la ciudad.

La parte americana se revela en ‘Fui el número 1 (y también el último)’, con una languidez casi country, escogiendo y fagocutando todo lo que puede dar el pop. Algo de bossa nova en ‘Te da vergüenza ser feliz’ —muy La Buena Vida—. Unos coros finales de girl group en ‘Un puñetazo en el corazón’, un final de locura guitarrera en la que da título al disco. Once canciones con buenas maneras de golpear el sentimiento, guiones —es profesional en esto— de historias tiernas y oníricas y una calidez especial: esa que solo se goza en mañanas limpias o en pubs de madrugada.

Anterior crítica de discos: “Magia con precisión”, de Madbil.

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