Músicos en la sombra: Mac Hernández, veterano del rock y bajista de Ariel Rot

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“Pude haber sido un miembro de Los Rodríguez, fui varios días a su casa, pero entonces tenía 23 o 24 años, ellos venían de una densidad bastante importante, y me dio un poco de respeto”

El invitado de Arancha Moreno de esta semana es Mac Hernández, bajista habitual de Ariel Rot y Coque Malla, curtido en Sex Museum, Lions in Love y acompañando a solistas. Tuvo el honor de ser un Tequila.

 

Una sección de ARANCHA MORENO.

 

Se confiesa un auténtico melómano, y es difícil no creerle: en media hora puede mencionarte una decena de discos y bandas con la naturalidad del que no para de pensar en clave de sol. Dice que se hizo músico porque escuchar a los Beatles le ponía los pelos de punta, y desde que compró su primer bajo, lleva casi treinta años acariciando las cuatro cuerdas. Y siempre pluriempleado, tocando en varias bandas a la vez. Los últimos años lo ha hecho acompañando a Ariel Rot, siendo bajista en la vuelta de Tequila y tocando con Coque Malla en la gira de “Termonuclear”. Nos cuenta su historia un viernes, delante de un café madrileño en Plaza España, echando de menos un cigarro que el camarero le niega con una sonrisa.

¿Cuándo empezaste a tocar?
Compré mi primer bajo en el 81, y empecé a tocar en una banda de amigos, Los Difuntos. Éramos mods, hacíamos punk-pop. Decíamos que hacíamos música de los 60, pero en realidad era punk, porque no sabíamos tocar. En el 85 conocí a Fernando Pardo en una fiesta y entré en Sex Museum. Les pregunté si tenían bajista, me dijo que tenían uno, y les contesté “Pues yo soy mejor”.

Hay que saber venderse uno mismo.
Exacto, y coló. En Sex Museum estuve cinco años, fue la bomba, era la primera vez en todo: el primer disco que grabábamos todos, la primera gira que hacíamos por España… También hicimos giras fuera, organizadas por fanzines de fotocopia, algo completamente «underground», pero funcionaba. Íbamos por toda Europa en una Volkswagen clásica, volvíamos con menos dinero del que nos llevábamos, pero con veinte años lo puedes hacer. Nos íbamos un mes a Berlín, Roma… Un día tocábamos en una sala que llevaba abierta treinta años, donde había tocado Jimi Hendrix, y dormíamos en un buen hotel, y luego íbamos a otro sitio infecto, y a la mañana siguiente no teníamos ni para desayunar. Irrepetible, pero lo repetiría.

Así que empezaste tu rodaje en Sex Museum, ¿qué más?
En ese tiempo ya tenía un grupo paralelo, en el 88 hice mi banda de hard rock, Freedom, una banda con la que he estado muchísimos años. Grabamos solo un disco, una vez teloneamos a The Cult en Barcelona. Llegó a ser una buena banda de directo pero no fue a más. Nuestro guitarrista, Manolo Benítez, estaba también con Los Enemigos, algo difícil de compaginar. En el 89 me llamó otra banda, Lions in Love, todos eran argentinos, aunque la cantante era holandesa. Grabé dos discos con ellos, era una banda que estaba adelantada a su tiempo, aunque no se entendió. En ella estaba Daniel Melingo, que formó parte de Los Abuelos de la Nada. Yo estuve del 89 al 93. Todo era una vorágine, en el 89 me pasaron muchas cosas que luego dieron sus frutos. En el 90 seguía con las tres bandas a la vez, era bastante heavy: ensayos, tocar en directo, grabaciones…

¿Época de rompecabezas, para estar en tantos proyectos?
Sí, a veces no era fácil. Y en esa época no era tan necesario que los músicos que salíamos del «underground» tuviéramos varias bandas. Otro que lo hacía era Niño Bruno.

En una entrevista que le hicimos en esta sección, él nos contó que Sex Museum fue a verle a Los Ángeles y al poco tiempo empezó a tocar con ellos. ¿Estabas tú en aquel viaje?
No. Él ya había tocado, en el 86, en Sex Museum. Pero fue cuando yo hice la mili, estuve un año entero, pero como estaba a Madrid, algo pude hacer. Yo tenía mi pelo garajero, nuestras camisas psicodélicas… Habíamos pasado de la corbata y el traje a medida a lo hippie. No sé por dónde iba…

Me hablabas de Daniel Melingo.
Sí, él era el compositor de Lions in Love. Vinieron a vernos a Sex Museum y me llamaron para Lions in Love. Al principio fui a grabar un par de temas, pero al final me quedé en la banda. Mi primer viaje a Argentina lo hice con ellos en el 92, me fui antes que todos mis amigos. Por cierto, me estaba saltando una cosa: en el 90, cuando estábamos ensayando en el local, llegó un grupo que se estaba formando y nos preguntó si les dejábamos tocar en el local. ¿Sabes quiénes eran?

¡Los Rodríguez!
[Risas] Claro. Como no tenían bajista, no había llegado ni Guille Martín ni Dani Zamora, les gustó mi rollo y me preguntaron si me iba a ensayar con ellos. Yo de pequeño era fan de Tequila a muerte, a Calamaro no le conocía en aquella época, pero que me lo dijeran Ariel [Rot] y Julián [Infante] era… ¡Guau! Lo que pasa es que ya estaba tocando con tres bandas a la vez, tenía demasiadas cosas. Eran grupos «underground», pero eran mis bandas. Yo podía haber sido un miembro de Los Rodríguez, fui varios días a su casa, pero entonces tenía 23 o 24 años, ellos venían de una densidad bastante importante, y me dio un poco de respeto.

¿Crees que se te vino grande?
Bueno… Tocar con Ariel y Julián me hacía ilusión y me causaba respeto, aunque con Julián ya había tocado en varias jams. De hecho, poco antes de que muriera grabé una maqueta con él, de temas propios de Julián, él quería hacer cosas en solitario. Las grabamos con Rafa Kas, guitarrista de otra de mis bandas actuales, Jenifer Protampax. Después Julián murió y nunca supe qué pasó con esa maqueta. Pero sí, me dio un poco de miedo el rollo. Ya había anunciado que iba a dejar Sex Museum, justo cuando íbamos ganando algo de dinero, pero yo, como loco, y haciendo siempre lo que me da la gana, me fui por Freedom, la banda por la que había apostado. Por esa banda rechacé Los Rodríguez y otras cosas, como una gira con Cabaret Pop. Hice televisiones con ellos, pero una vez tenía una prueba de sonido con Freedom, y en Cabaret Pop me dijeron que si no iba al ensayo, no iba a la gira. Y dije, ¡ok! Las cosas eran así, yo tampoco podía estar a todo.

¿Te arrepentiste alguna vez de rechazar a Los Rodríguez?
No, no hice lo de Los Rodriguez, pero diecisiete años después me llamó Ariel. Aunque creo que podría haberlo hecho, porque siempre me he tirado al barro, me da igual ocho que ochenta. Una vez, la banda Soul Tellers, muy en la onda Ottis Redding, me llamaron para que tocase con ellos a los dos días, en un teatro en Málaga y retransmitido por televisión, en una banda de soul en la que la banda tiene total responsabilidad. A los diez minutos le llamé y le dije que sí. Llegaba de tocar con una banda de versiones en un garito de blues y me iba con los cascos sacándome el repertorio hasta el amanecer. Al final hicimos el concierto, les gustó y me quedé todo el verano con ellos. Es mejor hacer las cosas.

¿Siempre has sido autodidacta?
Sí, de hecho, en el 2000 me puse por primera vez a estudiar, en la Escuela de Música Creativa, soy muy fanático del jazz, y de Frank Sinatra, y a raíz de ahí tuve alguna banda de jazz, me compré un contrabajo y he seguido aprendiendo por mi cuenta. De hecho, con Ariel he grabado cosas con contrabajo en el “Solo Rot”, con Marcelo Champanier también, en un disco que va a salir ahora… Y también con Fen Tensi, hace una música muy bonita y tiene mucha clase, es bastante original, tiene muy buena voz y suele cantar en inglés.

Has combinado muchos géneros, por lo que veo.
Sí: blues, soul, rock, jazz, pop, hard rock, glam…

Por cierto, en Facebook apareces como Mac Glam, ¿otro apodo artístico?
Bueno, pensé que Facebook era una página sin importancia y puse Mac Glam por poner cualquier cosa, y luego resulta que hay gente que me nombra en algún concierto y me llama Mac Glam. ¡Por dios, Mac Glam no! Pero Facebook se ha comido totalmente a Myspace, el mío es una mezcla entre personal y profesional, tenía que haberlo encarado de otra manera, pero bueno, yo soy sociable, no tengo porqué ser de una manera.

«Tom Jones se sentó, pensamos que no nos iba a hacer ni caso, su gente estaba hablando, pero él estaba escuchándonos. De repente, se levantó y dijo ‘Necesito cantar ‘Money Honey’’, el tema de Elvis. Y la tocamos con él, estuvo tocando con nosotros media hora»

¿Y quién te llama “príncipe de Malasaña”?
Ariel, a veces me presenta así en los conciertos. Nos conocemos hace mucho tiempo, pero cuando le he empezado a conocer bien ha sido en 2007. Le sigo teniendo el mismo respeto, porque cuando yo tenía 12 años él era una estrella, pero al mismo tiempo se ha hecho mi amigo, mi compañero, mi cómplice. De hecho, a veces nos llamamos para ver qué nos vamos a poner esa noche.

Así que les dais importancia al vestuario en el escenario.
¡Hombre, por supuesto! Una camisa de chorreras, una chaqueta de rayas… Me encanta estar con Ariel, porque somos una banda de verdad. Yo he trabajado con mucha gente, pero él ha demostrado que es un tipo leal, hay muchas veces que prescinden de ti sin llamarte directamente. Él tiene potestad para cambiar de gente cuando quiera, pero Osvi Grecco lleva con él más de diez años, Toni Jurado también lleva muchísimos años. Él quiere a sus músicos.

¿Empezaste grabando algún disco, o en una gira?
Acababa de grabar el disco «Dúos, tríos y otras perversiones», iba a empezar la gira y no tenía bajista. Realmente me hizo una prueba. Cuando fui sabía que me iba a probar a mí, pero no sabía que había otros bajistas. Cuando la hice hubo muy buen rollo, pero se presentó gente muy buena, y gracias a dios me cogió a mí. Fue el momento más importante de mi carrera, sin ningún tipo de duda. Y tuve que dejar a Josele Santiago, con el que ya estaba tocando, que por cierto me llamó en 2006 sin hacerme prueba. Grabé con él “Garabatos”. Cuando me llamó Ariel, le dije que era una oferta que no podía rechazar, pero él me dijo “No te preocupes, yo haría lo mismo».

También tocas con Coque Malla.
Me llamó el año pasado para presentar “Termonuclear”. Le conozco desde el 84, nos hemos cruzado muchas veces, nos teníamos muy vistos. Me llamó directamente, me recomendó Nico [Nieto]. “Termonuclear” es un discazo, para mí de los mejores del pop español, me emociona, ese disco me ha hecho saltar las lágrimas. Él tiene el proyecto de hacer otro disco, y sigue contando con nosotros, así que guay.

Estás acompañando entonces a dos solistas muy veteranos y muy importantes.
Sí, y contentísimo con los dos. Con Ariel me iría al fin del mundo, y Coque es entrañable. Es casi lógico que acabes tocando con ellos, los que seguimos resistiendo. Llevo cerca de treinta años tocando, a los 17 hice mi primera actuación.

Comparado con tus comienzos, ¿se ha reducido mucho el núcleo de músicos?
Muchos de los grupos malasañeros ya no están ahí, o se han dedicado a la música en otras facetas. Hay gente, como mi amigo del alma Jose María Rosillo, que se ha dedicado a producir y es técnico de sonido, él me metió en la primera gira de Marlango, también me avisó cuando Christina Rosenvinge hizo la gira del elepé “Cerrado”, un disco muy bonito, con el que hicimos la gira. En esa gira coincidí con David Gwynn, con el que también estuve en Marlango, y en otras bandas de versiones, es un musicazo.

¡Nos hemos saltado la vuelta de Tequila! Fuiste el bajo en la última gira, otra llamada providencial…
Fue la bomba. Yo ya estaba en la banda de Ariel, encantado, para mí era lo más, y un día en una cafetería en Pamplona, habíamos ido a tocar en formato trío, con Osvi Grecco, Ariel nos dijo que Alejo [Stivel] le había llamado para reflotar Tequila, cosa que los dos habían rechazado siempre. Decidieron hacer la gira. En un momento determinado, Ariel me llamó, porque Felipe [el bajista original de Tequila] le dijo que no quería seguir, y me preguntó si quería hacerlo yo. La alegría no se puede explicar. Al día siguiente había ensayo, me conocía el repertorio de toda la vida. Lo que iba a ser una gira de doce conciertos fue un año y medio de gira, de lo más divertido, entrañable y poderoso. Hicimos un par de actuaciones de rodaje en garitos pequeños, pero la primera vez que tocamos compartíamos cartel con Lenny Kratitz, lo que quedaba de The Doors… Oficialmente había como 17.000 personas, ¡y nosotros salíamos justo después de ZZ Top! Josu [García] y yo estábamos muy nerviosos, viéndolo todo desde una pantalla grande, y salimos un poco pimplados [risas]. Quizá no fue la mejor actuación, pero luego la banda se fue haciendo y fue la bomba. Estar con Alejo y Ariel tocando ‘Mira esa chica’, ‘Me vuelvo loco’… Una pasada.

Fue casi como hacer uno de los papeles protagonistas de tu película favorita…
Exacto. ¿Quién tenía que estar aquí? ¡Pues yo!

Ahora mismo tocas en varias bandas de versiones, ¿cuáles?
Sí, en Jenifer Protampax, con Rafa Kas y Anye Bao. Cuando no está Anye, vamos con otro batería, y sin ese nombre, pero siempre con música de los años setenta. De vez en cuando toco con Rayo Stone, una banda de versiones de los Rolling Stones, un par de bandas de jazz…Hace poco me han llamado para una banda de versiones de AC/DC, no sé si lo haré pero ya he estado en alguna.

¿También tienes un proyecto propio?
Sí, pero quizá es un poco pronto para contarlo, ¡estamos trabajando en ello! Con [Nieto] y Gabriel Marijuán tenemos una cosa que va a ser muy bonita.

¿Algo que te quede por hacer?
Muchísimas cosas, pero siendo tan fan de Frank Sinatra, algún día me tiraré al barro y saldré a cantar, por darme el gusto. A lo mejor con el contrabajo, sin pretender hacer una banda de superjazz, cantar las canciones, tal cual son. Sinatra tiene lo que llaman «conversational style», esta voz que no tiene que ser muy impostada para que tú te lo creas. Él lo llamaba bel canto porque decía que era contar una historia con la máxima credibilidad pero de la forma más bella. Canciones de los años veinte, que tú has oído a gente pre-swing, las oyes en la voz de Sinatra y te las crees. Hay muchas formas de acercarse a la música y todas son respetables, pero no todo el mundo se hace músico porque es melómano, hay muchos a los que les interesan los aspectos técnicos. Yo he conocido a mucha gente en la escuela que conocía los patrones pero no había escuchado grabaciones básicas de la historia de la música, como el “Kind of blue” de Miles Davis. Yo soy músico porque soy melómano. A mí lo que me hizo querer tocar fue escuchar un disco de The Beatles.

O sea, que la culpa es de The Beatles.
Realmente, sí.

Terminamos. El café acabado, la entrevista completa, y el cigarro de Mac esperándole con ganas. Pero faltaba algo, un pequeño capítulo, que me cuenta ya con la puerta, entre el bullicio de gente que corretea hacia Princesa, semáforos y ambulancias. “No te he contado la historia con Tom Jones”, me dice. Enciendo la grabadora de nuevo.
Yo hacía muchas jams, en las que he coincidido muchas veces con gente como Depedro [Jairo Zavala]… Una noche estaba con Tonky de la Peña, de la Tonky Blues Band, catalizador del blues español, tocando en un local flamenco que tenía una cueva de blues. Nos dijeron que Tom Jones estaba viendo un espectáculo de flamenco arriba, y que luego iba a bajar a vernos. Íbamos a parar de tocar, pero entonces decidimos seguir. Era la época en la que Tom Jones presentaba “Reload”. Bajó, vestido de negro y con un puro en la mano. Se sentó, pensamos que no nos iba a hacer ni caso, su gente estaba hablando, pero él estaba escuchándonos. De repente, se levantó y dijo “Necesito cantar ‘Money Honey’”, el tema de Elvis. Y la tocamos con él, estuvo tocando con nosotros media hora. No me lo podía creer, fue alucinante. Al día siguiente, lo entrevistaron y dijo que lo que más le había gustado de Madrid había sido “ir a un garito y tocar con una banda de blues”.

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