“MTV Unplugged” (1991), de The Cure

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ACÚSTICOS

“Un bonito soplo de aire reduccionista en pleno estado de gracia, que supo bordar a la perfección los oscuros hilos de su sonido sobre los bastidores del rock acústico”

 

En 1991, The Cure habían publicado ocho discos de estudio, el último el célebre “Disintegration”. Sara Morales retrocede hasta ese año para analizar el acústico que grabaron para la MTV, plasmando joyas como ‘Lullaby’, ‘A letter to Elise’ o ‘Boys don’t cry’.

 

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The Cure
“MTV Unplugged”
1991

 

Texto: SARA MORALES.

 

La melancolía tiñó de penumbra el escenario de los MTV estudios de Londres cuando llegó el turno de The Cure para dar vida a su particular unplugged. A la luz de las velas, con un telón de seda púrpura a sus espaldas y acomodados en el suelo entre cojines, Robert Smith y compañía se dispusieron a desnudar algunas de sus canciones insignia para vestirlas esta vez de pianos de juguete, violines, bongos y xilófonos. Una intimidad, la de aquella velada, con algo de siniestro y mucho de calor de hogar, de la que salió la reinterpretación más cristalina y pura que jamás se haya podido concebir de un puñado de temas de corte post punk en la década de los noventa.

La grabación tuvo lugar un 24 de enero. El de 1991, un año singular para la banda. Se encontraban en la cima de su carrera; de hecho, unos meses más tarde recibirían el Brit Award al Mejor Grupo Británico. Pero también venían de atravesar sus propias arenas movedizas con el reciente e inesperado abandono de Roger O’Donnell, que fue sustituido por Perry Bamonte, que se encargó de las teclas en este acústico. Junto a él, dispuestos a ofrecer un repertorio de lo más inusual, el guitarrista Porl Thompson con la acústica acompañando al capo Smith, Simon Gallup al bajo —también sin cables ni pedal— y Boris Williams imponiendo un latido asombrosamente exótico al sonido The Cure con los tambores y el kazoo.

De entre todas las reconversiones desenchufadas que el grupo preparó para la cita, atrapa por sorpresa la de temas electrónicos como ‘Let’s go to bed ‘ —esa vigilia sintética de 1982 que trajo consigo la resurrección de Robert Smith cuando atravesaba una profunda crisis profesional— o ‘The walk’ —single de 1983—. Verlas emular, e incluso convertirse, en un trance lisérgico suave y directo, entre maracas y sonajeros artesanos, hace que el paso de The Cure por este programa superara el valor de la anécdota en aquel tiempo para mutar en joya hoy.

Las aplaudidas y poco habituales ‘A letter to Elise’ o ‘If only tonight we could sleep’ —utilizada en la emisión televisiva del concierto para fundirla con el ‘closing theme’ de los títulos de crédito— suponen un lavado de cara de las tradiciones del grupo en sus directos. Igual que impresiona escuchar la quebrada voz de Robert Smith entonando más irregular si cabe la emblemática ‘Just like heaven’, en la que su característico riff de guitarra izado en cuerdas rítmicas se ablanda en un pasaje anestésico de progresión armónica.

Un tempo exquisitamente reducido para la infalible ‘Boys don’t cry’ que de tótem ochentero salta a balada orgánica. Parecen multiplicarse las notas de la sección instrumental pero, realmente, lo único que ocurre es que la oscura atmósfera del hit echa de menos a los sintes y, ahora que solo nos muestra su esqueleto, el resultado es igual de fuerte y sano, como no podía ser de otra manera. Como ‘The caterpillar’, ese alegato nipón enredado en neo psicodelia desde su sitio en aquel sencillo de siete y doce pulgadas de 1984, y cómo en este unplugged se va dibujando suavemente con el delicado violín de Robert Smith y el xilófono de Bamonte.

A pesar de que este agradable y descafeinado concierto transcurre justo en uno de los períodos de máxima plenitud musical del grupo, lo cierto es que aquel 1991 guardaba una desagradable sorpresa para Smith: Lol Tolhurst, el amigo y batería con quien había fundado de The Cure en 1976 — fuera de la banda desde 1989— les demandó a él y a Fiction Records por el pago de sus derechos de autor. En la denuncia añadió otro detalle nada menor: se atribuía la autoría del nombre del grupo a medias con su líder. Tres años después, el juicio se resolvería a favor del sensible Robert, pero el daño ya estaba hecho.

«Descubriendo el temor entre penumbras (…) más suave que la sombra, más rápido que las moscas», canta guitarra en mano junto a Thompson en ‘Lullaby’, esa canción de cuna sobre el hombre araña que también hicieron sonar para esta serie de conciertos de la MTV. El suyo, el de The Cure, ha dejado la huella de un bonito soplo de aire reduccionista en pleno estado de gracia, que supo bordar a la perfección los oscuros hilos de su sonido sobre los bastidores del rock acústico.

Anterior entrega de Acústicos: “Unplugged 1991-2001”, de R.E.M.

 

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